San Pedro Sula — La economía hondureña reflejará para el cierre de 2022 un crecimiento superior al previsto en las perspectivas de abril, según la actualización del Programa Monetario que hizo esta semana el Banco Central de Honduras (BCH).
La autoridad monetaria revisó la variación porcentual interanual del producto interno bruto (PIB) real de 3.5 y 4.5 en el primer cuatrimestre a 4.0 y 4.5 en agosto.
El ajuste es atribuido principalmente a una evolución de la demanda externa por encima de lo estimado, que está impulsando el dinamismo observado en las exportaciones de la maquila, banano, azúcar, aceite de palma y camarón cultivado; así como por un comportamiento favorable del consumo privado, resultado de mayores flujos de remesas familiares, indicó el BCH.
En el ámbito nacional, la actividad económica hondureña se continúa mostrando resiliente, al denotar una tendencia positiva y niveles superiores a los preliminarmente proyectados en el Programa Monetario 2022-2023, pese a las secuelas de la crisis sanitaria y un escenario internacional adverso, agregó el Banco Central.
El dinamismo en la actividad, es producto de la consolidación del proceso de vacunación, la mejor adaptación de los sectores económicos a los protocolos de bioseguridad y la recuperación parcial de los empleos, así como por el comportamiento favorable de nuestros principales socios comerciales durante el primer semestre de 2022.
A su vez, después de la recuperación observada en los sectores productivos en 2021, la economía hondureña ha entrado en un proceso de normalización, creciendo durante 2022 en tasas superiores al período prepandemia.
Tendencia inflacionaria
El BCH revisó al alza la trayectoria esperada de la inflación para 2022 y 2023; en ese sentido, se espera que la variación del índice de precios al consumidor (IPC) alcance su punto de quiebre en los últimos meses de 2022 y a partir de ese punto comience a descender.
Para 2023, las proyecciones indican que la inflación continuaría desacelerándose. No obstante, se mantendría por encima del límite superior del rango de tolerancia (4.0% ± 1.0 pp), acercándose gradualmente a dicho límite a partir del cuarto trimestre de 2023.
Esta revisión es explicada por la fuerte aceleración no anticipada de la inflación en el segundo trimestre del año —influida en su mayoría por el alza en los precios de los combustibles— lo que incide en expectativas inflacionarias y efectos de segunda vuelta más elevados; mayor persistencia en los costos externos, especialmente los asociados al incremento en los precios de alimentos y encarecimiento de materias primas, dadas las dificultades en las cadenas productivas y de suministros a nivel global.
Sector externo
En lo referente al sector externo, la proyección del déficit en cuenta corriente para 2022 se mantiene en 4.5% del PIB, revisándose a la baja para 2023 ubicándose en 2.8% del PIB.
El resultado para este año estaría explicado por el crecimiento de las importaciones de mercancías generales, asociado al incremento en los precios internacionales de los combustibles, insumos para la industria, alimentos y bebidas, así como de los bienes de consumo.
Tal comportamiento ha sido compensado parcialmente por el aumento de las exportaciones, asociado a las mayores ventas al exterior de mercancías generales (aceite de palma y banano) y de bienes para transformación (prendas de vestir y arneses), aunado al incremento esperado de las remesas familiares, debido a la expectativa de que el mercado laboral estadounidense se mantendrá fortalecido.
La revisión a la baja del déficit en cuenta corriente para 2023, se asocia principalmente a la moderación en el crecimiento de las importaciones, principalmente por los menores precios esperados de los combustibles.
El BCH señaló que la cobertura en meses de importación de bienes y servicios se mantendría entorno a los 6.0 meses, a pesar que las Reservas Internacionales Netas (RIN) se han visto presionadas principalmente por las alzas en los precios de las materias primas, alimentos y petróleo.