Bogotá — A pocos meses de que se inicie la temporada de viajes de fin de año las aerolíneas en toda Latinoamérica se están viendo presionadas por el aumento de los precios del jet fuel o combustible de aviación, que representa cerca del 30% de la estructura de costos y que actualmente está alcanzando niveles récord.
Fuentes del sector alertaron a Bloomberg Línea sobre el impacto que está teniendo el aumento de los precios del petróleo en sus costos operativos, lo que se explica en que el precio del barril de jet fuel se disparó de los US$85 en promedio (US$70 del barril y US$15 del proceso de refinamiento) a unos US$170.
Ejecutivos cercanos a la industria, y que prefirieron mantener la reserva, reconocieron que hay temor por las finanzas de las aerolíneas más jóvenes y pequeñas, haciendo un símil con la situación vivida en 2008 cuando el precio de los combustibles llevó a muchas de estas empresas a la quiebra en mercados como el de EE.UU.
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Andrés Uribe, gerente para Colombia de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), dijo en una entrevista con Bloomberg Línea que el precio del petróleo ya estaba subiendo mientras la demanda se recuperaba en las economías que habían comenzado a recobrar fuerza tras la pandemia.
La guerra en Ucrania disparó aún más los precios, pasando de unos US$78 por barril a principios de este año a más de US$100 en la actualidad.
“En la región la situación no difiere mucho, los países están experimentando presiones inflacionarias y a eso se deben adicionar los procesos de devaluación cambiaria”, detalló.
Con este panorama, indica que el incremento en los precios del combustible ha sido considerable, alcanzado a finales de julio un promedio de US$3,63 por galón para Latinoamérica y Centroamérica, “convirtiéndose en el más alto a nivel mundial”.
Medidas para soportar los costos
La actual situación ha llevado a las aerolíneas a tomar diferentes medidas de cara a los aumentos de los precios que van desde el incremento de los costos de los tiquetes en algunas rutas hasta el monitoreo constante de la demanda para ajustar la capacidad.
Al mismo tiempo, en algunos mercados se están tomando medidas para acceder a combustibles más eficientes a los que actualmente se utilizan en la aviación comercial, denominados JetA y JetA-1.
“Tanto el incremento en los costos de combustibles como la devaluación del peso colombiano generan una presión al alza de las tarifas de las aerolíneas. Estimamos que el alza puede estar cercana al 15%”, reconoció en declaraciones a Bloomberg Línea el director Comercial y de Planeación en Wingo, Jorge Jiménez.
“Es importante tener presente que, tras la eliminación de las restricciones de viaje por pandemia, los deseos por viajar se incrementaron y seguimos viendo un aumento en la demanda de viajes, tanto nacionales como internacionales. En conclusión, sabemos que estos impactos generan presiones inflacionarias en los tiquetes, pero somos optimistas frente a la demanda de viajes en el corto plazo”, matizó.
Desde la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA) explican que “la diferencia entre uno y otro es que el A-1 tiene un punto de congelamiento muy bajo, permitiendo operar en los polos o en condiciones muy frías, evitando que el combustible se congele”.
“En Colombia y otros países en la región sorprendentemente no se ha actualizado la regulación y solo permiten el uso del combustible JetA-1 a pesar de que no tiene ninguna ganancia en seguridad y si tiene precios superiores. No obstante, el Gobierno colombiano está adelantando medidas para realizar el cambio regulatorio del tipo de combustible, igualmente todos los países de la región deben considerar esta medida para reducir el altísimo impacto que se está teniendo en los costos de operación”, respondió ALTA a una consulta de Bloomberg Línea.
Impacto en la industria
El responsable de la división Tech Ops y de Datos en ALTA, Juan Camilo Guerrero, explicó a Bloomberg Línea que el impacto a corto plazo radica en que mayores tarifas y costos del servicio podrían reducir el número de pasajeros transportados, siendo una amenaza para la recuperación del transporte aéreo.
“El impacto a largo plazo dependerá en gran medida de cuánto duren los elevados precios del combustible. Se trata de un desafío global y en Latinoamérica y el Caribe es puntualmente desafiante, pues, no hubo apoyo financiero a las aerolíneas durante la crisis”, indicó.
La situación es especialmente preocupante porque el jet fuel representa en las aerolíneas cerca del 30% de la estructura de costos, la cual está dada en un 60% en dólares en promedio, según cifras compartidas por la industria a Bloomberg Línea.
Otro factor a considerar es que aproximadamente el 61% de los costos de las aerolíneas son fijos y semifijos, representados en mantenimiento y arrendamiento de aeronaves, seguros, costos de administración, entre otros.
Por lo anterior, indica Juan Camilo Guerrero, “en la medida que aumente el dólar con relación a las monedas locales, los costos de operación también se incrementan”.
“La industria acaba de atravesar la mayor crisis de su historia. En 2019, la región tenía proyecciones de duplicar el número de pasajeros en los 10 años siguientes, con crecimientos de alrededor de 5% anual. El año pasado, con barril de petróleo a US$70 se estimaban pérdidas para la industria en el 2022, hoy con combustible con un barril superior a US$100 genera sin duda mayor tensión financiera”, complementó.
De acuerdo a cifras de ALTA, a pesar de que las aerolíneas hicieron cambios para sortear la crisis, los retos continúan luego de que en 2021 las pérdidas alcanzaran los US$6.900 millones y en 2022 estas pueden tocar los US$3.200 millones, según sus previsiones.
Amortiguar los costos “es todo un desafío”
Las presiones que afrontan las aerolíneas las lleva a transitar una ruta turbulenta en la cual inevitablemente tendrían que trasladar parte de estos costos a los pasajeros y si estos niveles se mantienen “se podría reflejar en los rendimientos financieros”, prevé Andrés Uribe, de IATA.
“Considerando la importación que tiene el combustible en la operación aérea, amortiguar un golpe de este tipo en los costos, justo cuando el sector se está recuperándose de la mayor crisis que ha enfrentado en su historia, es todo un desafío”, apuntó.
En este contexto, dice que “frenar o minimizar la subida de costes es una necesidad para evitar la pérdida de dinamismo del proceso de recuperación de la industria. Considerando, además, que el crecimiento del sector impulsa la conectividad y competitividad de los países, que derivan en mayores beneficios sociales y económicos”.
Juan Camilo Guerrero, de ALTA, coincide en que este contexto pone en riesgo la sostenibilidad financiera de las compañías de la industria, por lo que consideró importante que en todos los países haya una agenda de Estado para que los actores privados y públicos impulsen los cambios que se requieran en pro de la competitividad.
Entre los caminos posibles para avanzar en la materia destaca, por ejemplo, adoptar mayores incentivos para la renovación de flota, cuya edad promedio en el caso de las aerolíneas latinoamericanas miembro de ALTA es de alrededor 9 años, por tanto, considerada joven.
Guerrero dice que “las aerolíneas están interesadas en tener una flota que consuma menos combustible y, entre más nueva la flota, menor el consumo”.
Otro punto importante que se debería considerar en la agenda, dijo, es fomentar la implementación más pronta de tecnologías alternativas a la energía de combustión para la propulsión de las aeronaves.
“La industria espera que para el 2030 puedan existir aviones de propulsión a través de energía eléctrica o de hidrógeno que transporten entre 50- 100 pasajeros en un rango inferior a 90 minutos. Tales avances se podrían ver acelerados por los altos precios del combustible”, remató.