Bogotá — “La tributaria nos deja muy preocupados porque le da un golpe mortal a nuestro mercado”, aseguró Jaime Humberto López, presidente de Asobolsa, gremio que agrupo a las sociedades comisionistas de bolsa en Colombia.
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Hay que tener presente que en el articulado de la propuesta tributaria no hay incentivos al desarrollo y la profundización del mercado de capitales, pero sí hay un par de artículos que gravan algunas de las operaciones que se realizan allí.
El proyecto plantea por un lado eliminar de las ganancias ocasionales no gravables a las utilidades provenientes de la venta de acciones de una empresa que cotiza en la Bolsa de Valores de Colombia, cuando dicha enajenación no represente más del 10% y también eleva al 20% la tarifa que deben pagar los dividendos conservando los límites actuales, aunque entrarán todos a ser parte de la renta líquida gravable.
El presidente de una de las comisionistas de bolsa que opera en Colombia, quién pidió no ser nombrado, aseguró que la expectativa que había con que Petro fuera realmente progresista, algo parecido a AMLO en México, se esfumó en tan solo dos días.
Dice que es casi una herida de muerte al mercado de acciones porque ese es un mercado que sobrevive por los incentivos fiscales que tiene. Además, advierte que el proyecto tributario pone en la cuerda floja el acuerdo de integración de las bolsas de Perú y Chile con la de Colombia.
El abogado tributarista Juan Esteban Sanín Gómez escribió una columna en la que explica que “los beneficios fiscales que han mantenido a flote el mercado bursátil son; i) la desgravación (por considerarse ingreso no constitutivo de renta ni ganancia ocasional) de las utilidades provenientes de la enajenación de acciones inscritas en la BVC (o de derivados que tengan como subyacentes estas acciones), de las cuales sea titular un mismo beneficiario real, cuando dicha enajenación no supere el 10% de las acciones en circulación de la respectiva sociedad, durante un mismo año gravable y ii) la desgravación de la distribución en acciones o la capitalización de las utilidades que excedan de la parte que no constituye renta ni ganancia ocasional de conformidad con los artículos 48 y 49 del Estatuto Tributario”.
Sanín agrega que “el primer beneficio se circunscribe a la enajenación de acciones en bolsa en un porcentaje no significativo del emisor (menos del 10% anual) por parte de un mismo beneficiario final. Esto hace que las ventas o enajenaciones de porcentajes significativos de la composición accionaria de un emisor sean gravados como cualquier operación de venta ordinaria de acciones. El segundo beneficio les permite a los emisores de valores tener un mecanismo para poder “desatrapar” las utilidades gravadas repartiéndolas (o capitalizándolas) únicamente en acciones, las cuales, al negociarse, impulsarán el mercado de valores y se regirán por las normas propias de la venta de acciones en bolsa ya mencionadas”.
López, de Asobolsa, advierte que “nos preocupa mucho porque así ese sea un mercado pequeño, es el mercado que tenemos y en lugar de secarlo hay que procurar hacerlo crecer”.
Para López lo más complejo de la reforma que planteó el Gobierno es lo que está relacionado con los gravámenes de dividendos y la venta liquida de acciones, pero dice que “también hace mucho daño ese impuesto al patrimonio y el meter todo lo de ganancias ocasionales dentro de una misma cédula”.
El directivo gremial asegura que de aprobarse el texto como fue presentado se estará encareciendo mucho el mercado para quienes sí tienen con qué invertir.
Entre tanto, el presidente de otra de las firmas de bolsa del país dice que lo planteado en la reforma es tan agresiva con los grandes capitales que es muy probable que salgan muchos capitales del país. Los que tengan más de US$10 millones va a disminuir su exposición a Colombia, así le toque pagar una vez la ganancia ocasional, pero podría decidir vender y hacerse residente fiscal en Panamá o en Estados Unidos.
Expertos han afirmado que el gravar renta de las empresas y, además, gravar los dividendos más el patrimonio y la renta de personas puede ocasionar que muchas empresas decidan irse del país por considerar que es un desincentivo.
Al respecto, el director de la Dian, Luis Carlos Reyes, dijo en un conversatorio con la Universidad de Los Andes, que “si la gente está pensando en llevar sus empresas fuera de Colombia por este tipo de tributación sumada de las empresas y de los dividendos es importante que no la lleven a California ni a Nueva York porque allá se van a enfrentar a un tratamiento bastante comparable. Tendrá que pagar renta corporativa al nivel federal, pero además una a nivel estatal y a ello le deberán sumar una tarifa a los dividendos más lo que allá están definiendo como ganancia ocasional y eso resultaría en un impuesto incluso más alto que el que planteamos en Colombia”.
Pero, además, Reyes dijo que “la tendencia a nivel internacional es buscar niveles de tributación mínima de las grandes multinacionales que llevan muchos años huyendo, no en físico, no muchas empresas se van físicamente de un país a otro, se van en el papel, pero esas son las cosas que se están tratando de combatir”.
De otro lado, para Diego Jara, quien hizo parte de la Misión de Mercado de Capitales que fracasó en su trámite legislativo durante el Gobierno de Duque, aseguró que “hay varios impactos. Uno desde lo fiscal, lo que se pretende recoger debería tener un impacto positivo en cuanto a lo fiscal, y en ese mismo sentido debe ser positivo para el mercado de renta fija colombiano”.
No obstante, dice que para el mercado de renta variable no es tan claro el impacto, “podría verse afectado por la subida de impuestos en dividendos, pero en especial, porque hace menos rentable ser inversionista. No hay mucho para desarrollar mercados, para impulsar industrias, en materia de profundización no hay nada que apoye eso”.
El abogado Sanín Gómez dice que “sin estos beneficios, el mercado perdería parte (o todo) su dinamismo y estaría llamado a morir”, y dice que “La existencia de estos beneficios fiscales no tiene como propósito favorecer a los “traders” de acciones o crear riqueza sin impuestos asociados; existen como condición natural para la generación de una externalidad positiva cual es la existencia misma del mercado de valores”.
Finalmente, el tributarista propone que “el Gobierno actual debería promover el mercado bursátil (…) con la promoción de normas que permitan llevarse como un descuento del impuesto sobre la renta (sin que ello exceda del 1% de la renta líquida gravable) las inversiones que se hicieren en acciones que cotizan en bolsa de empresas agropecuarias altamente democratizadas. La implementación de normas de esta naturaleza impulsaría no solo el mercado de valores sino los sectores de importancia estratégica que el gobierno decida apoyar”.