¿Por qué aumentan más rápido los vehículos usados que los inmuebles en Venezuela?

La falta de oferta mientras se incrementa la demanda, es una consideración que hace la Cámara Inmobiliaria en el país, para explicar otro de sus fenómenos económicos

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Caracas — Un vehículo, con dueño previo, que el año pasado registraba un costo de 2.500 dólares, actualmente puede ser ofertado en 5.000 dólares, en una Venezuela donde la fabricación de vehículos es nula y la importación no cubre ni el 10% de la demanda requerida.

Las viviendas, en cambio, presentan una sobreoferta, de acuerdo al presidente de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, Roberto Orta, quién además se enfoca en la falta de créditos para la adquisición de propiedades, lo que permite mantener los precios similares en los últimos cuatro años.

La aceleración de precios entre ambos sectores, que aunque no se relacionan entre sí, resultan prioridad en el mercado venezolano, ha sido medida dentro de los fenómenos económicos en Venezuela, que asumen como principal factor el incremento en el tipo de cambio y la crisis hiperinflacionaria, de la que recientemente logró escapar la nación suramericana.

Ante la dolarización transaccional que imperó en el país como válvula de escape, los venezolanos, en el proceso de adecuación sin instructivo, luego de una fuerte recesión con una pérdida del PIB en más de 80%, han optado por enfocarse en altos porcentajes de ganancia, y pocos argumentos que lo avalen, más allá del acelerado aumento del dólar.

“La gente quiere ganar por el producto, el 30%, 50% o hasta el 100% de ganancia, porque no entiende los procesos económicos a los que nos estamos sometiendo ahora, y de esa misma forma, la gente te pone en 7.000 dólares un carro y te lo puede bajar a 6.000 dólares, que es una fortuna, sin ningún tipo de conocimiento y entendimiento porque piensan que mil dólares es nada, bajarle a un carro 500 dólares, es muchísimo dinero en cualquier parte del mundo, pero aquí lo hacen con facilidad”, opina Reny Rangel, de Sobre Ruedas Caracas, una plataforma dedicada a la evaluación de costos en el sector automotriz venezolano.

El periodista, que se ha especializado en el área, acumulando más de 200 mil seguidores en sus redes sociales, se encarga de desmontar mitos y especulaciones sobre la compra y venta de vehículos, con la más polémica de ellas, relacionada a la carga de combustible.

El precio de un vehículo marca Spark, de Chevrolet, año 2007, se ubicó hace algunos meses en 5.000 dólares, un monto menor al que marcaba un vehículo de mayor rendimiento, como el Hyundai Elantra, del mismo año. La oferta de ambos, que era presentada en algunos portales reconocidos por este tipo de operaciones automotoras, atribuía el costo al poco combustible que requería el vehículo de marca americana para circular, precisamente cuando se agravaba la crisis por acceder a gasolina en el país.

“Estamos viendo vehículos como una Terios Vigo del año 2010, que cuando salió del concesionario costaba 7.500 dólares, y hoy, sin ningún tipo de razón que lo sustente, cuando han pasado 12-13 años, y con más de 150.000 km recorridos, esté costando igual 7.500 dólares. Entonces, ¿qué podría sustentar esa alza exorbitante?, nada, pero para el mercado, se trata de un autoconvencimiento, pensando en que se puede avalar algo que simplemente no existe, como ocurrió con el caso del Spark y el combustible”, resalta Rangel, en conversación con Bloomberg Línea.

Al giro socio-económico, que a juicio del especialista se ha convertido en una espiral ascendente, con propietarios de vehículos basando el precio de venta según lo cotejado en la información hallada en los portales de compra-venta, se le suma también el alto costo de las importaciones, que en Venezuela tiene un pago adicional del 40% del valor del carro en impuestos, en caso de que este supere los 20.000 dólares, agregándole además el 16,5% de IVA.

Con una cifra de importaciones automotrices disminuida, y ante la ausencia de créditos bancarios, al venezolano le queda como opción un parque automotor obsoleto, con precios desproporcionados, que incrementan al ritmo que el vendedor considere adecuado, con respecto a las necesidades.

“Me veo obligado a gastar 5.000 dólares en el vehículo que pueda conseguir porque si existiera un parque crediticio, se podría optar por un carro 2017, con esos 5 mil dólares de inicial y con financiamientos a largo plazo, pero ahí el tema está trancado, porque la banca ni los concesionarios terminan de arrancar en la parte crediticia, por contar con una economía que no está oficialmente dolarizada, pero tiene un basamento en dólar, y el bolívar es prácticamente una referencia”, comenta Reny Rangel.

La misma falta de créditos aplica también para la adquisición de propiedades, aunque genere como consecuencia otro impacto, y es la paralización del sector, en ventas y precios.

“Por la misma crisis, la mayoría de las familias no tiene capacidad de ahorro para cambiar o adquirir una nueva propiedad, y hasta que no haya una mejora del poder adquisitivo, más el crédito bancario, los precios no subirán (...) debería haber entonces un cambio macroeconómico, o un cambio en la banca con respecto a financiamiento, que permitan mostrar un repunte, que hasta ahora solo se ha visto en los arrendamientos en el sector comercial, con un 20%”, agrega Orta, de la Cámara Inmobiliaria, aunque sin expectativas de cambio en los próximos meses, luego de un encuentro con la Asociación Bancaria de Venezuela, que lo atribuye por su parte a la actual e insuficiente reducción del encaje legal.