Cultivos transgénicos: ¿podrían contribuir a reducir las importaciones en Colombia?

En la actualidad, Colombia importa unas 12 millones de toneladas de alimentos o el equivalente al 30% de lo que se consume en el país

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Bogotá — Aunque el presidente colombiano, Gustavo Petro, se ha mostrado crítico en el pasado frente a los cultivos genéticamente modificados, desde la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agro-Bio) consideraron que son más los puntos en común con el nuevo Gobierno que las diferencias y se mostraron abiertos a debatir a partir de las bases científicas sobre el tema.

“Encontramos muchos puntos en común con este plan de Gobierno”, destacó en una entrevista con Bloomberg Línea la directora ejecutiva de Agro-Bio, María Andrea Uscátegui, al referirse a aspectos como la seguridad alimentaria y el cambio climático.

Resaltó que si bien en Colombia se tienen las tierras para producir una diversidad de cultivos, también debe haber una buena producción.

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“La tecnología puede llegar a cualquier agricultor, si ellos tienen una buena semilla y hacen buenas prácticas de manejo, pueden tener alimentos para ellos mismos”, dijo.

“La biotecnología es una herramienta más para seguir produciendo alimentos para una población creciente (…) necesitamos hacer una buena producción y distribución de los alimentos, el hambre no es solamente de producción”, comentó Uscátegui.

Hay muy buenas oportunidades para crecer, para disminuir las importaciones, para aumentar la producción nacional y para abastecer la demanda que de verdad se requiere en el país tanto en maíz como en soya

Directora ejecutiva de Agro-Bio, María Andrea Uscátegui

Durante su discurso de posesión el presidente Gustavo Petro manifestó que “Colombia es un país que debe y puede gozar de soberanía alimentaria para lograr el hambre cero”, por lo que señaló que el Estado junto al sector privado que quiera unirse debe “garantizar la plena alimentación sana de toda la sociedad colombiana y lograr excedentes de exportación”.

“El Estado tendrá que brindar riegos, créditos, técnicas, semillas mejoradas, protección, el campesinado y la empresa privada puede brindar el trabajo y el empeño cotidiano para lograr que nuestros campos vuelvan a producir los alimentos que necesita nuestro pueblo”, comentó.

Aunque ya en el pasado había dicho que los “cultivos genéticamente modificados tienen imprevisibles consecuencias en la salud humana”, en respuesta a una discusión con Pablo Felipe Robledo, en ese entonces superintendente de Industria y Comercio.

Desde Agro-Bio señalaron que los cultivos genéticamente modificados podrían contribuir a disminuir importaciones como la del maíz y el algodón, a la vez que resaltó que hay otras oportunidades en la soya transgénica, que aunque aún no se comercializa ya está aprobada, según Uscátegui.

“Podemos reducir las importaciones, producir localmente, tenemos la tecnología, pongámonos manos a la obra”, manifestó la directora ejecutiva de Agro-Bio en la entrevista.

En la actualidad, Colombia importa unas 12 millones de toneladas de alimentos o el equivalente al 30% de lo que se consume en el país, según el informe de la organización ambientalista Greenpeace titulado Manifiesto Nueva Cultura Alimentaria.

Para la directora ejecutiva de Agro-Bio, hay la posibilidad de sembrar más en el país con la eficiencia generada con la tecnificación y todas las prácticas que se apliquen en las semillas con tecnología.

“Podemos sembrar en el país, no va a ser de un día para otro, pero creemos en la posibilidad de que podemos competir (...). Un maíz tradicional puede alcanzar rendimientos máximos de dos toneladas por hectárea, un maíz híbrido sin biotecnología puede llegar a promedios de entre cuatro y cinco toneladas por hectárea y un maíz híbrido con biotecnología puede tener rendimientos de seis toneladas e incluso en regiones como el Valle del Cauca han alcanzado rendimientos de 12 toneladas por hectárea”, añadió.

“Ha hecho falta comunicar”

Cifras del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), citadas por Agro-Bio, indican que Colombia sembró un total de 150.451 hectáreas de cultivos transgénicos en 2021, de las que 142.975 hectáreas correspondieron a maíz y 7.464 a algodón genéticamente modificados.

Se estima que en el país un total de 22 departamentos siembran cultivos transgénicos, siendo el Meta (con 52.134 hectáreas); Tolima (con 38.913); Córdoba (con 19.228); Valle del Cauca (con 13.800) y el Cesar (con 7.325) los de mayor contribución el año pasado.

Cuestionada sobre el estigma que aún pesa sobre estos cultivos, María Andrea Uscátegui señaló que esto se debe supuestamente a la “desinformación y mala información que se ha difundido sobre el tema. Desafortunadamente los científicos no estaban muy acostumbrados a comunicar y creo que eso ha hecho falta”.

Se requiere, según indicó, “que aquellos que desarrollan la tecnología cuenten el impacto y los beneficios que esto puede tener para la humanidad”, ya considera que algunos sectores “se han aprovechado de este silencio para hacer propaganda que no ha beneficiado a la tecnología y la ha satanizado”.

Otra opinión tiene Greenpeace, que ha planteado que tanto los plaguicidas como las semillas transgénicas “pueden afectar a la biodiversidad asociada funcional en los cultivos, incluyendo a los polinizadores y a los microorganismos en el suelo”.

Un polémico proyecto de ley

A finales de julio el representante a la Cámara Juan Carlos Losada radicó un proyecto de ley que busca restringir el uso de las semillas transgénicas, según dice, para defender a los campesinos, las semillas nativas, el suelo y las prácticas ancestrales.

Si bien busca imponer varias restricciones a estas semillas, contempla ciertas excepciones en los casos “en los que su uso sea requerido para garantizar la seguridad alimentaria”.

Al respecto, María Andrea Uscátegui calificó a este proyecto como “desafortunado” y dijo que se “retrocedería 20 años” en el uso de esta tecnología en el país, limitando a los agricultores al acceso y afectaría la economía de las familias que viven de estos cultivos, según afirmó la ejecutiva.

“En Colombia hay muchos científicos que han enviado cartas al representante o a la Comisión Primera, que es donde se tiene que discutir, porque opinan que sus argumentos no tienen sustento científico, han estado basados en mitos, algunos incluso no tienen ninguna referencia a lo que hay allí y algunos de los estudios que él pone ahí han sido desacreditados por la comunidad científica e incluso retractados por las revistas de revisión por pares”, afirmó.

En Agro-Bio consideran que restringir estas semillas representaría el cierre de posibilidades “para solucionar muchos de los problemas que desafían a la agricultura”, como la producción a gran escala de alimentos, el cambio climático o el combate a las plagas, para lo cual ve importante tener cultivos más resistentes.

Coyuntura por crisis logística

La crisis logística internacional ha generado presiones en el sector agrícola por la falta de disponibilidad de ciertos insumos, principalmente fertilizantes que son abastecidos por Rusia y Ucrania, en donde la guerra no cede.

A pesar de estos desafíos María Andrea Uscátegui aseguró que están garantizadas las semillas transgénicas para la producción en lo que resta de año y que hay buenas expextactivas en lo que respecta puntualmente al algodón y al maíz.

“Hay posibilidades de siembra de algodón, de que siga creciendo, y el maíz se mantiene estable o produciremos un poco más en cuanto a semillas transgénicas” este año, aseguró.

Únicamente el año pasado se sembraron 142.975 hectáreas de maíz genéticamente modificado, lo que representó un aumento del 31%, en tanto que un 99% del algodón que se siembra en Colombia es transgénico, alcanzado las 7.464 hectáreas en 2021, un progreso del 55% con respecto a 2020.