Gobierno Petro: ¿qué les preocupa a las calificadoras de riesgo sobre Colombia?

En términos generales, se espera que los déficits del Gobierno se mantengan moderadamente altos durante los siguientes años, pero ¿qué les preocupa a S&P, Moody’s y Fitch en Colombia?

S&P, Moody’s y Fitch dan sus opiniones sobre el nuevo Gobierno en Colombia
05 de agosto, 2022 | 04:00 AM

Bogotá — El nuevo Gobierno de Gustavo Petro asume las riendas de Colombia en un entorno macro adverso que le imprime más presión a la economía colombiana de cara a todas las transformaciones que quiere adelantar su Administración y para las cuales se hace inminente realizar una reforma tributaria.

Una mezcla entre alta deuda (el Gobierno deberá pagar $360,4 billones entre 2023 y 2026) y un marcado déficit de cuenta corriente y fiscal retan a la nueva Administración de Gustavo Petro frente a los cambios que quiere implementar en línea con los reclamos de la sociedad en las históricas protestas del año pasado.

Al mismo tiempo, tiene el desafío de generar confianza en los mercados luego de que la agencia Fitch Ratings afirmara la calificación soberana de Colombia en BB+, un escalón por debajo del grado de inversión.

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En mayo Standard and Poor’s Global Ratings mantuvo a Colombia por debajo del grado de inversión al confirmar sus calificaciones de crédito soberano a largo plazo en moneda extranjera en BB+ y en moneda local en BBB-.

Moody’s Investors, por su parte, califica a Colombia como Baa2, con perspectiva estable y encima del grado de inversión.

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Gustavo Petro escucha durante un debate del Foro Nacional Ambiental (FNA) en Bogotá, Colombia, el martes 23 de enero de 2018.

“En nuestra opinión, las finanzas públicas de Colombia podrían presionarse en los próximos años, dado demandas políticas y sociales por más y mejores servicios básicos, pensiones, además del alza reciente de los precios energéticos”, dijo a Bloomberg Línea Manuel Orozco, analista principal de calificación soberana de Colombia para S&P Global Ratings.

Por su parte, Renzo Merino, vicepresidente adjunto de la calificadora de riesgos Moody’s Investors, dijo a Bloomberg Línea que entre los principales retos del nuevo presidente está fomentar el crecimiento sostenible en el mediano plazo, principalmente apoyado en la inversión.

Además de “seguir con el proceso de consolidación fiscal y a la vez poder atender las tensiones sociales que han surgido en los últimos años en Colombia”, factores “que afectan la percepción de riesgo de los inversionistas”.

El analista de Fitch Ratings Richard Francis compartió un comentario escrito a Bloomberg Línea en el cual explica que la agencia internacional de calificación crediticia “espera una amplia continuidad de la política macroeconómica bajo la Administración entrante de Gustavo Petro”.

“Sin embargo, hay una serie de retos a los que se enfrentará el nuevo Gobierno, incluyendo una fuerte desaceleración económica y vulnerabilidades fiscales y externas”, según explicó.

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Previsiones desde S&P Global Ratings

Manuel Orozco señaló a Bloomberg Línea que, si bien Colombia ha logrado estabilizar sus finanzas públicas luego del deterioro causado por la pandemia y la recesión económica, esperan que los déficits del Gobierno se mantengan moderadamente altos durante los siguientes años.

En consecuencia, estiman que la deuda neta del gobierno general de Colombia (que incluye todos los niveles) se mantendría ligeramente por debajo de 60% del PIB durante los próximos años, comparado con 57% del PIB de 2021 y el 43% observado en 2019.

Gustavo Petro se posesionará como el nuevo presidente de Colombia este 7 de agosto.

De otra parte, desde S&P Global Ratings analizan que la capacidad del país para elevar estructuralmente su recaudación fiscal “se ha probado limitada en años recientes”.

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Aunque los ingresos fiscales se incrementarían hasta un 16% del PIB en los próximos años ante la subida en las tasas de impuesto a la renta a corporativos y bancos, de acuerdo a S&P Global Ratings.

Sin embargo, matiza Manuel Orozco, “propuestas recientes para expandir las acotadas bases de impuestos a la renta de las personas, y de los impuestos indirectos, fueron enfrentadas fuertemente por la oposición”.

Previsiones desde Moody’s Investors

En cuanto a los niveles de deuda del gobierno general, Moody’s Investors detalló que la carga llegó a un pico 67% del PIB en 2020, bajó un poco en 2021 y en 2022 se ubicaría en el 63% del PIB.

“En los próximos años estaríamos estabilizando entre el 63% y 62% del PIB”, añadió Renzo Merino.

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Sobre el déficit del gobierno general dijo que el nivel del 7,1% del PIB bajaría a cifras cercanas al 6% o más “dependiendo de la dinámica de ingresos y el próximo año seguiría el ajuste”.

“Esto a nivel del gobierno central para 2022 no estaría muy lejos de lo que se presentó en el marco fiscal de mediano plazo”, apuntó.

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De otra parte, prevé que el déficit de cuenta corriente baje desde el 5,7% del PIB en 2021 a un 5%, mientras que del tipo de cambio comentó que es “la variable más difícil de pronosticar porque es más volátil”.

Previsiones desde Fitch

Fitch señala que a pesar de que el déficit fiscal del país se reduciría sustancialmente el próximo año hasta el 4,4%, hay incertidumbre a medio plazo. “La mejora fiscal de 2023 se verá impulsada por los mayores ingresos de la reforma fiscal de 2021 y el menor gasto relacionado con la pandemia”, indica.

Pero en la perspectiva de Fitch, el impulso de Petro a los grandes aumentos del gasto social podría conducir a grandes déficits a medio plazo si los ingresos son inferiores a los previstos.

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Además, “siguen existiendo presiones de gasto derivadas de los subsidios a los combustibles y de los mecanismos de indexación como consecuencia de la elevada inflación”.

La agencia de calificación crediticia ve como una vulnerabilidad “el gran déficit por cuenta corriente” de Colombia ante unas condiciones de financiación mundiales más estrictas y a una posible recesión.

Recientemente revisó su previsión del déficit por cuenta corriente al 5,6% del PIB este año, lo que “refleja la continuidad de la alta demanda interna que impulsa el fuerte crecimiento de las importaciones y las grandes remesas de beneficios de las empresas petroleras y mineras privadas”.

En este contexto, “la depreciación debería ayudar a facilitar el ajuste externo con el tiempo, pero puede amplificar los desafíos macroeconómicos existentes, por ejemplo, impulsando la inflación”.

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