Montevideo — El economista Isaac Alfie es un hombre de extrema confianza del presidente Luis Lacalle Pou. Desde la dirección de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) tiene un rol clave en el equipo económico del gobierno uruguayo donde, además de su experiencia en la administración del gasto público, coordina inversiones y proyectos transversales del Poder Ejecutivo.
Como parte de sus tareas, uno de los temas que trabajó fue en el anteproyecto de reforma de la seguridad social presentado la semana pasada por Lacalle Pou a los partidos políticos. La iniciativa, uno de los principales desafíos políticos en lo que queda de la administración, tiene un esquema que “está hecho para que no haya reducción de lo que va a recibir la persona” y fue “pensado para que en general aumente el ingreso”, dijo Alfie durante una entrevista con Bloomberg Línea en su despacho de la Torre Ejecutiva (Casa de Gobierno).
La propuesta del Poder Ejecutivo implica aumentar la edad de retiro de 60 años a 65 años, con algunas excepciones, algo señalado por el director de la OPP como una cuestión no solo financiera sino además debido al aumento de la esperanza de vida. Pero además busca que distintos sistemas converjan en uno único desde 2043 y promueve la compatibilidad entre la jubilación y la actividad remunerada, entre otros puntos.
“Obviamente que hay un tema financiero y de equilibrios, pero todos los equilibrios también van hacia cómo ha ido evolucionando afortunadamente la humanidad. Uruguay es un país con alta expectativa de vida, es una bendición, y no se puede convertir una bendición en una maldición que termine siendo impagable”, afirmó Alfie.
En la entrevista, el integrante del gabinete analizó distintos aspectos del anteproyecto de Ley, sobre el que dijo puede haber cambios, y también defendió el plan de obras del gobierno y el aumento de gasto en la última Rendición de Cuentas.
El economista además fue ministro de Economía entre 2003 y 2005 durante el gobierno de Jorge Batlle, y fue una de las piezas clave de la salida de la crisis de 2002.
Consultado sobre la crisis en Argentina, el director de la OPP manifestó que desde su punto de vista “lo mejor que le puede pasar a Uruguay es que Argentina sea una potencia”, ya que eso apuntalaría a la región.
La siguiente entrevista fue editada por motivos de extensión y claridad.
¿Por qué el gobierno uruguayo entiende necesario impulsar un aumento de la edad de retiro en el anteproyecto de reforma de pensiones?
Hay dos pilares. La sustentabilidad financiera es uno y también está la racionalidad en términos de lo que ha pasado con la esperanza de vida y la forma en que la gente llega a determinadas edades. En Europa, con una esperanza de vida muy parecida a la nuestra, las edades de retiro están entre los 65 y 67 años, y algunos se están extendiendo. ¿Por qué? Hay dos cosas: usted no puede aportar 30 años y estar retirado casi 30 más, o 25 años. La tasa de aportación tiene que ser muy alta, el impuesto al trabajo tiene que ser muy alto para eso, y hay un desincentivo entonces en el medio. También lo que se ve en la realidad es que se ha comprobado que las personas se tienen que retirar, o tienen que trabajar mucho menos, pero se ha visto que las propias personas también han estirado su edad de retiro voluntariamente. Entonces, desaprovechar el capital humano para una sociedad tampoco es buena cosa. Por eso de ahí la idea de que uno se puede retirar parcialmente y seguir trabajando, que también está en el menú de las opciones que se están dando. Obviamente que hay un tema financiero y de equilibrios, pero todos los equilibrios también van hacia cómo ha ido evolucionando afortunadamente la humanidad. Uruguay es un país con alta expectativa de vida, es una bendición, y no se puede convertir una bendición en una maldición que termine siendo impagable.
¿En qué medida este aumento de la edad de retiro puede afectar lo que va a percibir cada ciudadano?
Todo el esquema está hecho para que no haya una reducción del haber que va a recibir la persona. Pensamos que la mayoría inclusive va a recibir un poco más de lo que hoy recibe al momento de jubilarse. Un poco o mucho, depende cuando decida retirarse.
¿Ahí también entran factores del ahorro voluntario?
Entran factores del ahorro voluntario. Obviamente al tener más tiempo el ahorro voluntario eso gana intereses, y los intereses han sido bastante buenos en términos generales. Creo que en el proyecto de Ley todavía quedan algunos detalles para mejorar. Quizás en el tema de la desacumulación, para mejorar la renta vitalicia. Pero son todos temas que son muy técnicos. Aún estamos recibiendo algunas opiniones, pero eso tampoco es la esencia del proyecto. Cuando uno estira la edad, las tasas de adquisición son crecientes, justamente en función de esas expectativas de vida que se van moviendo pero no se mueven tanto cuando uno posterga un año la edad de retiro, entonces aumenta bastante el haber de retiro. Con lo cual a las personas que se sienten bien, y que puedan aportar a la sociedad, seguramente tengan algún mix entre el retiro y seguir en actividad. Todo eso se está contemplando. De vuelta: es un proyecto presentado y se van a escuchar las opiniones. Nosotros no tenemos dudas que algunas cosas van a cambiar por alguna opinión. La Comisión trabajó mucho tiempo, pero después cuando se baja a la redacción a veces puede haber algunas cosas a cambiar.
¿La norma general sería que pese a tener que trabajar más años eso no afectaría el ingreso?
De hecho está pensado para que no afecte el ingreso. Es más, está pensado para que en general aumente el ingreso.
El anteproyecto plantea como una posibilidad que en la reglamentación se puedan hacer franjas de esperanza de vida por sector de actividad ¿Cómo se implementaría?
Lo que se ha visto es que en algunos sectores la esperanza de vida es mayor que en otros. Sobre todo en algunas cajas. Y en general eso está relacionado con el nivel de ingreso. Los sectores que ganan más, en general, tienen una mayor esperanza de vida. Bueno, es muy injusto que cuando la persona va a hacer el retiro individual de su cuenta de ahorro le tomen la esperanza de vida promedio. Pero por ahora es una posibilidad. Para ello hay que tener estudios actuariales sólidos para no cometer errores. Si hay sectores que tienen menor expectativa de vida comprobada, parecería ser más racional que esos sectores tuvieran un mayor haber de retiro con el mismo capital acumulado.
¿Las cajas de profesionales y la bancaria requieren una transición más acelerada?
Eso siempre hay que mirarlo en su conjunto. Las transiciones hay que verlas con sus particularidades y cuál es la propuesta que hace cada una de ellas. Lo que sí está claro es que deberíamos ir todos a un régimen general. Una transición más acelerada quizás imponga un costo fiscal más alto y eso también hay que tomarlo en cuenta, porque es la sociedad en su conjunto que a través de impuestos pagaría esa transición más acelerada, y capaz que eso no es tan conveniente hacerlo. A la previsión social hay que mirarla bien en su conjunto y hay que ver todos sus efectos porque tienen efectos en el mercado de trabajo por las tasas de impuestos sobre el trabajo. Uruguay hoy tiene de las tasas de impuestos al trabajo más altas del mundo. De hecho la tasa de aportación de previsión social está más de tres puntos y medio por encima del promedio de la OCDE. A eso hay que sumarle el Fonasa (N de R: sistema de salud) y el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Y con tasas de IRPF altas frente al resto del mundo por la forma de cálculo. En Uruguay el IRPF se calcula sobre el bruto básicamente y con una deducción muy baja, lo cual hace que la tasa implícita sea más alta a la misma tasa nominal. Si usted gana 1.000 y tiene una deducción de 100, en el resto del mundo es como si ganara 900. Acá gana 1.000 y la calculan la tasa sobre 1.000. Y de los 100 le dicen que puede descontar el 8%. Es la forma en que fue armado y, como todas las cosas, después son muy difíciles… Sobre todo por el peso en la recaudación. Usted debería conseguir recursos para otro aspecto. Hablando de conseguir recursos para otro aspecto, una cosa importante cuando se ve la seguridad social en su conjunto es que el aumento de la expectativa de vida hace que los gastos en salud y en cuidados crezcan, y crezcan a un ritmo más rápido. Todo eso sale del presupuesto público. Por lo tanto, también dentro de la sostenibilidad hay que poner eso en la balanza.
Estos temas de sostenibilidad quizás a veces son difíciles de hacerlos entender al ciudadano. ¿Cómo el Poder Ejecutivo explica que de cierto modo hay un cambio en las reglas de juego para lo que ya empezaron a trabajar?
Las sociedades tienen que adaptarse a su época. Las reglas de juego son estables. Los cambios que hay, uno podría decir que son marginales para adaptar las reglas de juego. Sino con ese criterio estaríamos con las leyes de 1.900 tanto en previsión social como en impuestos en general. O seguiríamos en que las mujeres no se puedan divorciar, o no votan. Esas cosas por suerte han pasado. Hay que adaptarse a las épocas. Esto no es un cambio revolucionario. Es una reforma, una evolución. Por más que uno la piense hoy, y trate de poner cosas para evitar una reforma futura, vamos a ser claros: nadie sabe si dentro de 30 años no haya que hacer ajustes. Capaz que hay que hacerlos antes, porque capaz la esperanza de vida aumenta más rápido con toda la revolución de las ciencias biológicas.
Usted habló varias veces de las “gorduras” del Estado. En una analogía, ¿cómo viene la dieta?
Se han hecho esfuerzos para racionalizar el gasto. No es una tarea de un día para el otro. Es una tarea que requiere mucho tiempo y mucha constancia. Requiere reformar de a una las estructuras del Estado y no querer hacer todo junto, porque si querés hacer todo junto lo vas a dar vuelta y va a quedar del mismo lado. Eso en algunos lugares se está haciendo más profundamente y en otros menos. De vuelta, precisa mucho tiempo. Y precisa constancia. Es una tarea de nunca terminar. Los funcionarios públicos han bajado algo. No ha habido todavía una racionalización de algunas estructuras. También los tiempos se vinieron encima todos juntos y hubo otras prioridades en muchos aspectos. Eso también hay que tenerlo en cuenta. La prioridad cambió para todo el mundo y el tiempo es único. Gary Becker ganó el premio Nobel por introducir el tiempo en el análisis microeconómico.
Justamente gobernar también es administrar recursos que siempre son escasos. Ahora tras dos años de pandemia, ¿si tuviera que elegir algunas estructuras a las que apuntar cuáles diría que son?
Esa preferencia me la guardo.
En el plano fiscal el último dato del PIB es 2,9% y la meta para 2024 es 2,2% ¿podría ser más ambicioso el gobierno que lo pautado en la última Rendición de Cuentas?
Siempre se puede ser más ambicioso o menos ambicioso. Cuando uno hizo en su momento la planificación del Presupuesto, se hizo en base a lo que estaba pasando con la pandemia, y todo el mundo decía que éramos super restrictivos y que los supuestos eran demasiado optimistas. Los hechos han demostrado hasta el momento que ni éramos tan optimistas ni creemos que habíamos sido tan restrictivos. De hecho una parte del exceso de recaudación se ha volcado claramente a inversión ahora. Antes se volcó a cubrir la pandemia. De hecho tuvimos más deuda. Lo que creo es que hay que acomodar algunas otras variables antes de pensar si seguimos acelerando la baja del déficit. De hecho fue lo que pensamos para la infraestructura y las inversiones en general, donde el gobierno la tiene muy presente y ha puesto el dinero ahí. En el fondo eso es la competitividad, el empleo y el salario de la gente de aquí para adelante. Ese equilibrio hay que lograrlo. Podíamos ser más restrictivos sí. Seguramente lo que pasaría es que las inversiones serían menores y estaríamos pagando por ese lado. El sector público en materia de infraestructura tiene un rol que jugar. Originalmente se fue más restrictivo en eso; ahora no es que se haya tirado la casa por la ventana pero se rediseñó el plan de obras, y se pusieron recursos adicionales tanto desde el gobierno central y las empresas públicas como forma de impulsar el crecimiento. No solo de corto plazo. Es cierto que la inversión genera empleo y nivel de actividad, pero lo importante es que sea socialmente rentable y que en el mediano y largo plazo mejore la competitividad del país. En materia de energía eléctrica se está haciendo una inversión muy fuerte en la distribución, que había quedado muy rezagada en períodos anteriores. También se está terminando el anillo desde Melo hasta Salto. En telecomunicaciones se está completando una malla mucho más potente. Los planes de agua y saneamiento de OSE están caminando. El plan vial incluye rutas de este a oeste para cerrar una cantidad de circuitos. Eso es un ahorro importante pero además la ruta 3, la ruta 5 y la ruta 8 van a quedar habilitadas para que pasen tri trenes de camiones, lo que mejora la competitividad. Eso implica que lugares donde hoy no es rentable producir, se va a poder porque el costo bajó. Eso implica más mano de obra y más salario. Y estamos estudiando el Río de la Plata, el dragado del Río Uruguay, así como el canal de Laguna Merín y Laguna de los Patos. Son todas obras dinamizadoras de largo plazo.
Distintos economistas han señalado como inconveniente el aumento del gasto en la última Rendición de Cuentas, ¿Cuál es su posición al respecto?
Podemos atarlo a la pregunta anterior de si no sería mejor bajar más el déficit. El gasto en esta Rendición de Cuentas se concentra básicamente en educación y en la recuperación salarial. La recuperación salarial era un compromiso en el Presupuesto pero además, si la actividad y la recaudación están creciendo, carece de sentido que los salarios reales no suban. Y así como el año pasado se puso en primera infancia, esta vez se pone en educación. Hay una transformación educativa en marcha. Sus resultados se verán más adelante, y ojalá sean muy positivos, pero esos planes hay que financiarlos. Y como es una transición, ese cambio de alguna manera requiere de más recursos ahora. Yo he escuchado a mis colegas, los escucho con atención y respeto en términos generales, sobre todo a quienes estuvieron en cargos de decisión. En este caso tengo una opinión distinta. Me parece que razonablemente se ha actuado con prudencia dentro de ciertos límites. Siempre están las opiniones. Más allá del número en general, van mucho en las valoraciones personales, y eso afortunadamente es bien diverso en la humanidad.
¿En inversión privada podría mencionar tres proyectos que el gobierno esté viendo con interés?
Ahí prefiero no opinar. Hay proyectos interesantes pero son proyectos. A mí me gusta hablar de las cosas cuando se están concretando. Sino nos vamos en anuncios o en el puede ser, y a mí me gusta trabajar con los pies en la tierra.
En el gobierno de Jorge Batlle (2000-2005) usted fue uno de los principales protagonistas de la salida de la crisis de 2002. Mirando al barrio y salvando las distancias entre las situaciones, ¿cómo ve en la actualidad el escenario en Argentina? ¿Percibe algún horizonte de salida?
Claramente Argentina tiene un enorme potencial. Mi mayor deseo, y creo el de todos los uruguayos, es que a Argentina le vaya fenómeno. A veces escucho decir que a Argentina le está yendo más o menos y vienen a vivir acá. Puede venir a vivir alguno, pero lo mejor que le puede pasar a Uruguay es que Argentina sea una potencia. Porque así nosotros somos otra potencia, claramente.