¿La economía chilena está cerca o lejos de una recesión?

Economistas aconsejan reducir la incertidumbre y reordenar las finanzas públicas para prepararse ante una contracción

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Santiago — La economía chilena creció un 6,4% en el primer semestre de 2022, según un cálculo preliminar. Después de una expansión récord de 11,7% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2021 impulsada por una reapertura tras la pandemia y un exceso de liquidez por los retiros anticipados de fondos de pensiones y ayudas fiscales, la actividad comenzó a desacelerarse en los últimos meses y en junio creció un 3,7%, el nivel más bajo desde febrero del año pasado.

Esta tendencia se seguiría profundizando en los siguientes meses, según economistas. Bajo este escenario, la inquietud sobre qué tan próximo estaría el país de entrar en una recesión se ha reavivado.

¿Cómo identificar una recesión técnica?

Andrés Pérez, economista jefe de Itaú, asegura que, comúnmente, se considera a una economía en “recesión técnica” cuando completa dos trimestres consecutivos de contracción secuencial y en términos desestacionalizados.

Pero aclara que una recesión, propiamente, se asocia a un ajuste más severo en la economía, incluyendo una contracción más prolongada e intensa de la actividad, y un deterioro marcado en el mercado del trabajo, incluyendo alza del desempleo y caídas en los salarios reales, entre otros factores.

En cambio, Samuel Carrasco, economista senior de Credicorp Capital, explica que una economía entra en recesión técnica cuando muestra dos caídas consecutivas en el crecimiento trimestre a trimestre del PIB desestacionalizado. “En el caso de Chile, con información preliminar y considerando la definición anterior, la economía, excluyendo al sector minero, ya se encuentra en recesión técnica. Este escenario de recesión técnica se podría expandir al total de la economía durante los próximos trimestres”, afirma.

Un desafiante 2023

La economía chilena creció rápidamente desde fines del año pasado, alcanzando un nivel récord y por encima de su potencial. A lo largo de este 2022, se ha ido desacelerando gradualmente, sostenido principalmente por la resiliencia del consumo privado, explica Pérez.

“El próximo año será más desafiante considerando un menor impulso externo, elevada incertidumbre local, y un menor dinamismo en la inversión privada. A ello se suma una política macro contractiva que apunta a equilibrar la economía en el tiempo. Nuestro escenario base es una contracción de la economía chilena de un 1% en 2023″, indica el economista jefe de Itaú.

Credicorp también coincide en este escenario base. Esto, en gran medida, se explicaría por un menor impulso externo, un relevante deterioro en la confianza de consumidores y empresarios, condiciones financieras más estrictas, y una persistentemente elevada incertidumbre política, que apuntan a condiciones más débiles para la inversión y el consumo. El Banco Central y Hacienda ya anticiparon que esta posibilidad podría darse en 2023.

¿Cómo preparar a la economía?

Pérez dice que, en el corto plazo, contribuiría una reducción de los elevados niveles de incertidumbre al alcanzar acuerdos en distintos ámbitos, entre ellos lo tributario, previsional, y laboral. “Existe evidencia de las dificultades que han enfrentado diversas iniciativas de inversión privada para concretar sus avances. Despejar las dificultades que encuentran es clave. Y más allá del ciclo, es fundamental apuntalar medidas que fortalezcan el crecimiento de mediano plazo”, señala.

Los inversionistas están atentos al proceso constitucional en Chile. Las encuestas indican que la propuesta de nueva Constitución sería rechazada en un referéndum del 4 de septiembre. Carrasco comenta que, ante la posibilidad de una recesión y en un escenario de normalidad, la política fiscal contribuye aumentando el gasto, y la política monetaria disminuyendo la tasa de interés. “No obstante, la economía aún presenta relevantes desequilibrios macro, los cuales podrían persistir durante 2023, dificultando la implementación de este tipo de políticas”.

Recomienda que, en ese sentido, la prioridad en este contexto debiese ser el ordenamiento de las finanzas públicas, así como una política monetaria que sea consistente con una inflación en 3% a dos años plazo.