Guatemala — La Embajadora Cindy McCain, Representante Permanente de los Estados Unidos ante la FAO y las agencias de la ONU con sede en Roma, anunció la contribución durante una visita de campo de una semana a Guatemala y Honduras.
En Guatemala visitó los proyectos implementados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés).
En opinión de la embajadora, el mundo enfrenta una crisis alimentaria mundial sin precedentes. La pandemia en curso, el cambio climático, los conflictos y ahora la guerra ilegal de Rusia en Ucrania han puesto una enorme presión sobre los sistemas alimentarios mundiales.
Para aliviar esta presión financiera, Estados Unidos tiene previsto proveer a la FAO US$20 millones para su trabajo de cartografía de suelos en Guatemala y Honduras. Este primer tramo de dinero se también se usará en el África subsahariana.
“La gestión sostenible de los suelos para aumentar la resiliencia y adaptarse a estos cambios es esencial y debe basarse en decisiones informadas y un seguimiento continuo de la salud del suelo”, refirió McCain.
En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) será la entidad encargada de la implementación a un proyecto de gran impacto en América Central y África subsahariana para realizar el mapeo digital de nutrientes del suelo.
Mayor efectividad
“Esta contribución es oportuna y nos permite ampliar el uso del mapeo de suelos en las regiones donde más se necesita y donde estamos viendo una disminución en el uso de fertilizantes debido al incremento de sus precios”, afirmó QU Dongyu, director general de la FAO.
“Al comprender qué nutrientes necesitan nuestros suelos y cultivos, reduciremos el desperdicio al aplicar fertilizantes y aumentaremos su efectividad”, expresó.
Ricardo Rapallo, representante de FAO en Guatemala, destacó los resultados obtenidos en el Corredor Seco a través del trabajo interinstitucional, en apoyo a las instituciones del Gobierno de Guatemala para erradicar el hambre y generar oportunidades de desarrollo económico a través de la producción y vinculación de los pequeños agricultores.
Por su lado, René Castro, representante del FIDA, resaltó el papel fundamental de las y los pequeños agricultores en garantizar la seguridad alimentaria.
“Necesitamos combinar políticas públicas nacionales y el decisivo apoyo de los donantes internacionales para garantizar que la agricultura familiar supera los devastadores efectos de la pandemia, el cambio climático y la crisis alimentaria y de insumos agrícolas generada por el conflicto en Ucrania”, afirmó.
Proyecto piloto
La FAO ya ha estado apoyando la ampliación de escala de un proyecto pionero en Etiopía, donde la agricultura, practicada casi en su totalidad por pequeños agricultores, representa el 40% de la actividad económica de valor agregado y emplea a más del 80% de la población.
Ese proyecto utilizó tecnologías digitales de mapeo de nutrientes del suelo para generar información oportuna, particularmente sobre cómo optimizar el uso de fertilizantes, y ya ha llevado a aumentos en el rendimiento y la disponibilidad de granos de alta calidad en el país.
Fomentar la creación de bases de datos nacionales de suelos y sistemas de información de suelos como bienes públicos para ser utilizados por los formuladores de políticas, el sector privado y especialmente por los agricultores puede generar beneficios a largo plazo.
En el corto plazo, mejorar la flexibilidad a corto plazo para adaptarse a las tendencias en los mercados de fertilizantes y a las dinámicas del clima sin comprometer la producción.
Apoyar a Centroamérica
Aproximadamente una de cada seis personas en Guatemala y Honduras sufre desnutrición, y alrededor de la mitad no puede permitirse una dieta saludable, según el último informe de la FAO, El estado de la inseguridad alimentaria y la nutrición en el mundo.
Alrededor de un tercio de la tierra cultivable en América Central está cubierta por suelos degradados, en línea con el promedio mundial.
La agricultura se ha basado tradicionalmente en las montañas de la subregión, cuyas laderas son particularmente vulnerables a los deslizamientos y la erosión hídrica.
Estas fuerzas, exacerbadas por patrones climáticos extremos catalizados por el fenómeno de La Niña, cuyos efectos a menudo se magnifican aún más por la deforestación y otros factores humanos, eliminan la capa superior del suelo rica en materia orgánica y pueden desencadenar desequilibrios de nutrientes en el suelo.
Uno de los resultados es una constante presión migratoria, de las zonas rurales hacia las ciudades y de las ciudades al extranjero.
La pobreza y la vulnerabilidad a los desastres que destruyen los medios de subsistencia son particularmente intensas en el Corredor Seco de América Central, donde viven 10 millones de personas, lo que lo convierte en un objetivo principal para las iniciativas de creación de resiliencia que respaldarán los mapas de suelos.
La FAO está creando un sistema regional de información sobre suelos (SISLAC) que provee datos sobre suelos de toda América Latina y el Caribe.