Bogotá — Aunque en Colombia se siembran unas 130.000 hectáreas de papa, que producen alrededor de 2,8 millones de toneladas al año, no todas llegas al mercado y muchas que salen defectuosas se convierten en residuos no aprovechables, sin embargo eso estaría a punto de cambiar.
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Un grupo de científicos de la Facultad de Ciencias de la UNAL Sede Bogotá y de la Universidad de Cundinamarca encontraron que las papas rechazadas son una materia prima idónea que se puede convertir en butanol para generar combustibles limpios y también se podría usar como disolvente de pinturas, lacas, barnices, resinas naturales y sintéticas, gomas, aceites vegetales, tintes y alcaloides.
“La principal ventaja del butanol con respecto al etanol es su capacidad de mezclarse con la gasolina a una concentración mucho mayor, de hasta 85%, sin requerir ninguna modificación en los motores diseñados para gasolina o diésel”,
Carlos Alberto Guerrero, docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional.
Expertos involucrados en el estudio dicen que aunque en la actualidad no existen análisis sobre las pérdidas de papa durante las labores de cosecha en Colombia, si esta es similar a la de otros países, oscilaría entre el 17 y 25%, lo que representaría hasta 181.614 toneladas al año.
“Los residuos de papa representan una alternativa ambiental muy prometedora, mediante la cual los cultivadores le pueden generar un importante valor agregado al tubérculo, además de que las economías de mundo afrontan el reto de reducir la dependencia global de los combustibles fósiles”, resalta el profesor Guerrero, líder del grupo de investigación Aprovechamiento Energético de Recursos Naturales (Aprena).
¿Cómo sería la transformación?
Según explican los expertos, para transformar la papa en butanol se adelanta un proceso de tres fases: en la primera se escogen y recolectan los residuos del tubérculo en cultivos del municipio y se llevan al laboratorio, en donde se hacen cortes para obtener trozos pequeños.
En la siguiente fase se aplica la hidrólisis, una reacción química en la que, por medio de agua caliente (sin que llegue a hervir), se extrae el almidón de la papa, molécula fundamental por sus azúcares, necesarios para continuar el proyecto.
Luego se utilizan dos enzimas: amilasa y amiloglucosidasa, que trabajan sobre el almidón y rompen su estructura para obtener los carbohidratos simples presentes allí, teniendo como principal objetivo extraer glucosa. Este azúcar es la materia prima del siguiente paso: una fermentación llamada ABE, sigla que indica los productos que son solventes orgánicos (acetona, butanol y etanol), por medio de bacterias tipo Clostridium.
De estos microorganismos, que se encuentran en los suelos de los cultivos y en las raíces de las plantas, y que por medio de un caldo de nutrientes –como el agar nutritivo, que favorecen su reproducción– se toman muestras en el suelo y raíces para aislar el tipo de bacteria útil para este estudio de producción de butanol.
Por ahora, detallan los investigadores, las fases se adelantan en procesos separados, mientras se identifican con precisión las bacterias; más adelante se pueden llevar a fermentar la glucosa para generar butanol, solvente que se puede combinar en mayor proporción con combustibles fósiles.
Con base en lo anterior indican que “se ha encontrado que el 55% de la producción de solventes por medio de este proceso es butanol, por lo que es un método que permite obtener buenas cantidades del solvente, en contrastado con el 25% de acetona y etanol, que no son igual de productivos por medio de esta técnica”.