Si bien es cierto que los servicios digitales como Netflix han empujado la adopción de servicios financieros en la región por la necesidad de acceder a ellos, no en todos los casos. El efectivo sigue siendo el rey en la región.
En Latinoamérica casi el 80% de los suscriptores accede a Netflix a través de tarjetas de regalo o de prepago, que se consiguen en las tiendas de conveniencia y que funcionan igual que el prepago de los servicios de telefonía celular, apuntó Hernando Rubio, CEO y cofundador de MOVII Colombia, en el marco del 4to Congreso latinoamericano de innovación, banca digital y tecnología, celebrado en la Ciudad de México.
Pero los wallets (billeteras digitales) están logrando que los desbancarizados accedan a productos y servicios digitales, y por ende, cambiar las cifras negativas de inclusión financiera.
Aunque las startups que ofrecen wallets aún tienen una gran tarea si se considera que hoy 1 de cada 10 personas en Latinoamérica cuenta con una billetera, mientras que en Asia la cifra es de 8 de cada 10.
Además, según el Banco Mundial, solo el 55% de los adultos latinoamericanos tiene al menos una cuenta bancaria. La infraestructura bancaria también es deficiente en la región, donde las sucursales bancarias son solo 15 por 100,000 habitantes. En EE.UU. la cantidad es el doble que eso y en cuanto a cajeros automáticos, hay tres veces en ese país que en Latinoamérica.
En todo esto, el efectivo no es el enemigo dijo el CEO de MOVII, los enemigos son la falta de educación financiera y la poca inclusión en los países de Latinoamérica.
¿Los latinos aman el efectivo o es que no tienen opciones?
“Las wallets están ayudando a las personas a mover su dinero en el mundo digital, que es donde mayoritariamente se encuentran las cosas buenas, bonitas y baratas, que pueden costar alrededor de 35% menos”, calculó Rubio.
“La inclusión financiera es la puerta de acceso a la formalidad de los comercios y eso para la productividad es un tesoro”, afirmó el emprendedor que ya tiene 4 millones de usuarios en su wallet. Según la OCDE, América Latina tiene una de las tasas de economía informal más altas del mundo, con más del 60% de los trabajadores considerados informales, con una brecha cada vez mayor entre los grupos socioeconómicos más desfavorecidos.
Las billeteras electrónicas están siendo un primer canal de acceso para la inclusión financiera. Y facilitan mucho el proceso para hacerlo en pocos minutos sin necesidad de ir a una sucursal bancaria, resaltó Rubio.
Según proyecciones recientes, publicadas por ReseachLab, se espera que los gastos en billeteras digitales aumenten de US$5,5 billones de dólares en 2020 a US$10 billones de dólares en 2025 a nivel mundial.
Sin embargo, la adopción aún es poca en América Latina. Panamá es el país que lidera la adopción con 33%, le sigue Colombia con 24% y Perú con 19%. Y pese a ser la segunda economía más grande de América Latina, México ocupa sólo el 3%, señaló Rubio citando un estudio reciente.
Si bien el acceso es importante, el uso de las billeteras es lo que realmente define la inclusión, que para que sea inclusivo de verdad se debe realizar mínimamente una transacción al mes.
La oportunidad de inclusión financiera es enorme si se considera que más de la mitad de la población en Latinoamérica cuenta con un smartphone y una conexión a internet por lo que tienen la posibilidad de ver opciones de productos y servicios online, pero no tienen cómo pagarlos, lamentó Rubio.
“Con inclusión financiera una persona en un pueblo remoto puede acceder a educación pagando por cursos online en Platzi o Coursera”, ejemplificó el emprendedor y aseguró que los siguientes pasos después de tener una billetera digital es que las personas puedan ahorrar y acceder a créditos.
En suma, Rubio recalcó que: “No estamos diciendo que no uses efectivo, sigue usándolo para lo que sea útil en el mundo físico, pero también úsalo para comprar en internet”.
El efectivo seguirá siendo necesario hasta que los comercios acepten pagos digitales, que según Rubio es sólo alrededor del 8% de los formales en Colombia, el país con el porcentaje más bajo en aceptación de pagos digitales.