Bloomberg — Existe descontento en ciertas compañías y agrupaciones del sector industrial por el plan de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de requerir la publicación de información vinculada al cambio climático. Están en lo cierto al afirmar que supondrá una carga de trabajo mayor, aunque es un pequeño precio que se paga a cambio de información importante para los clientes sobre los costos y los riesgos.
En marzo, cuando la SEC presentó su propuesta sobre las nuevas normas de divulgación, debió prever que generaría reacciones fuertes en un momento en el que la polarización está a flor de piel.
En definitiva el cambio climático continúa siendo un tema polémico aún dentro de la misma SEC, y como lo indicó Hester M. Peirce, comisionada de la agencia, “esta no es la Comisión de Valores y Medio Ambiente”.
Y eso fue antes de la decisión de la Corte Suprema (por 6 votos contra 3) en la que se cuestionó hasta qué punto la SEC podía obligar a las empresas a divulgar información sobre la contaminación generada por sus actividades. Si bien la agencia no se pronunció sobre este caso, otros muchos actores hicieron lo propio, afirmando que sin el permiso del Congreso de EE.UU., la SEC no podrá seguir adelante con las normas.
Inclúyanme en el grupo de los que consideran que dicha propuesta, así como la mayor parte del trabajo que hace la SEC cuando se trata de elaborar nuevas normas, consiste esencialmente en mejorar la información para los inversores, algo que es esencial para el cumplimiento del mandato de la agencia, que se remonta a los años treinta. Como mínimo, en principio, la decisión de la Corte Suprema es poco relevante, aunque es probable que se produzcan numerosos pleitos y retrasos en su aplicación.
Mientras se desarrollan estas disputas, la agencia tendrá que enfrentarse a la controversia que rodea su iniciativa de proporcionar más información sobre el impacto medioambiental de las empresas.
La divulgación de información sobre el clima propuesta por la SEC se centró en dos áreas: la contribución de las empresas a la contaminación, y la de sus clientes y proveedores; así como la vulnerabilidad de las empresas a las amenazas del cambio climático, por ejemplo, tormentas más frecuentes y severas, que puedan afectar a su negocio.
En cartas enviadas a la agencia, las empresas y los grupos de presión se quejaron de que la información adicional requerida por los reguladores era exagerada y costosa de recopilar. Otros, como Exxon Mobil (XOM), alegaron que algunas partes de la información deberían estar protegidas de responsabilidad.
Las compañías tienen inquietudes válidas sobre las nuevas normas, empezando por la necesidad de analizar una propuesta de aproximadamente 500 páginas. El abogado Jay Knight, que preside el comité de regulación de valores del Colegio de Abogados de EE.UU. (ABA, por sus siglas en inglés), señaló que se estima que las nuevas normas supondrían 70 horas adicionales de trabajo por presentación.
Sin embargo, ya es evidente que todo tipo de compañías se están viendo perjudicadas por el cambio climático, desde el encarecimiento de las materias primas hasta la creciente vulnerabilidad a las inundaciones, o el posible aumento del gasto en la transición hacia una energía más limpia. Obligar a las empresas a facilitar información más detallada explicando los riesgos relacionados con el clima que podrían tener un impacto material parece de sentido común.
Las nuevas normas tratarán el actual entramado de información, donde algunas empresas divulgan mucho y otras prácticamente nada. Esta situación se debe a que las empresas se rigen por las directrices vigentes de la SEC, establecidas en 2010, que dejan un amplio margen de interpretación y pocos detalles sobre la información que deben revelar las empresas.
Al no existir información estandarizada, no hay forma para los inversores de saber por qué una empresa ha revelado relativamente poco sobre su impacto climático. ¿Se debe a que la empresa no cree que el tema sea importante para su actividad? ¿O hubo alguna otra razón?
Para los inversores es muy desconcertante que las prácticas de divulgación de información difieran entre las empresas del mismo sector, o que las empresas empleen diferentes parámetros o lenguaje para medir la misma cosa.
Consideremos dos importantes minoristas, Home Depot Inc. (HD) y Lowe’s Cos (LOW). El primero comenzó a hablar de los riesgos relacionados con el clima en un 10-K que presentó para 2017 y ha aumentado significativamente sus revelaciones en los últimos cinco años para incluir los pasos que ha planificado para reducir su huella de carbono. Al contrario, Lowe’s no empezó hasta 2019 y su divulgación fue esencialmente una simple mención de las palabras “cambio climático”. Lo más lógico es esperar que dos empresas de sectores similares se vean afectadas de forma similar y es aquí donde entran en juego mejores normas.
Hace tiempo que soy partidario de que más información, aunque sea en cursiva en una nota a pie de página de una presentación 10-K, es mucho mejor que nada. Aún cuando la mayoría de los inversores no se molesten en leer esa información, esto ayuda a los que sí desean tomar decisiones más informadas sobre sus inversiones.
Está claro que la mayoría de las empresas son afectadas de muchas maneras cuando se trata de situaciones relacionadas al clima. Los inversores en esas empresas tienen derecho a recibir información unificada para poder evaluar mejor el impacto. Esperemos que la agencia esté a la altura de la tarea y de la reacción.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.