Presidente de ANCAP: “Si precio internacional achica la brecha” combustibles bajarán “sin dudas”

Alejandro Stipanicic habló en entrevista con Bloomberg Línea sobre la exploración de petróleo y gas offshore, el hidrógeno verde, y la necesidad de más competencia entre las estaciones de servicio

Por

Montevideo — La petrolera estatal ANCAP, monopólica en la importación de combustibles, está cada fin de mes en boca de todos los uruguayos. Y la reciente caída del precio internacional del petróleo abre la posibilidad de que, tras subas de las tarifas de nafta y gasoil entre febrero y junio, el precio de paridad de importación (PPI), referencia que ha venido en ascenso, empiece a revertir su tendencia.

En ese escenario, el presidente de ANCAP, Alejandro Stipanicic, afirmó en entrevista con Bloomberg Línea que el combustible “sin dudas” va a bajar una vez revertida “la brecha” generada hasta ahora entre el PPI y las tarifas fijadas al público de nafta y gasoil. “Estamos con un atraso de casi $9 en el gasoil y $8,25 en la gasolina. Si en los próximos meses el PPI achicara esa brecha o revirtiera su signo, sin dudas va a haber un traslado a la población”, dijo el directivo, que evitó comprometer un plazo específico.

Stipanicic, ingeniero industrial y funcionario de carrera en la empresa, donde ocupó diversas gerencias, y que a nivel político integra el sector Ciudadanos del Partido Colorado, también habló sobre la regulación de la comercialización de combustibles y del subsidiado mercado del supergás.

Además el presidente de ANCAP detalló las características de los contratos con las empresas que exploran la posibilidad de encontrar petróleo y gas offshore en Uruguay, y explicó qué papel tendrá la empresa en un futuro negocio del hidrógeno verde.

La siguiente entrevista fue editada por motivos de extensión y claridad.

¿Qué probabilidad de éxito tiene la exploración de gas y petróleo offshore adjudicada recientemente a Shell y Apache?

En la exploración de petróleo y gas la probabilidad de éxito está muy condicionada por la capacidad geológica que tengan las cuencas que se están analizando. Pero además está condicionada por la posibilidad de que el yacimiento sea comercializable. Entonces es una probabilidad compuesta, y la probabilidad en nuestro caso es baja, porque la comercialidad del yacimiento depende de la conexión que haya con centros de consumo o la posibilidad de transporte, y el mercado uruguayo es muy chico, entonces no es atractivo. La capacidad de comercializar un eventual yacimiento depende de la colocación en otros mercados. Después está la posibilidad de acierto geológico, que es muy difícil de estimar. De alguna manera estaba entre un 8% y 11%, y subió a un 15% o 18%. En el mundo petrolero son probabilidades interesantes. No son ni altas, ni despreciables. ¿Por qué subió? Por descubrimientos que hubo en Namibia. Podemos decir que en cuencas análogas ya hay yacimientos, por lo tanto es más probable que en las cuencas uruguayas haya algún descubrimiento.

Usted ha dicho que esto al gobierno no le sale un peso. En caso que se descubra un yacimiento, ¿qué parte del negocio le quedaría a Uruguay? ¿Hay alguna estimación de cuánto puede aportar al PIB?

Si hay un yacimiento, Uruguay se puede llegar a quedar con entre el 50% y el 60% de las ganancias netas de esa producción. Los ingresos tienen dos fuentes: una es la parte que el Estado cobra al productor, que es parte de la oferta del productor hoy. Porque cuando Shell o Apache presentan su oferta, una de las cosas es el profit que le van a dar al Estado en caso de que haya un yacimiento explotable. La segunda es que, en caso de que haya un yacimiento explotable, el operador propone a ANCAP hasta un máximo de participación como cooperador. En ese caso, ANCAP tiene que decidir en el futuro si participa y con qué porcentaje. En ese momento ANCAP tendría que desembolsar su porcentaje de todo lo que se haya invertido hasta ese momento y a partir de ahí tiene que acompañar las inversiones que se hagan.

¿Cómo cuadra la exploración offshore con las metas ambientales del gobierno? Si el camino es hacia la energía verde, ¿no hay un contrasentido?

No. No lo hay. Por el contrario, se alimentan mutuamente y ayuda a la transición. La transición energética supone un proceso largo, de transformación paulatina. No es inmediato. ¿Por qué no es incompatible con la estrategia del gobierno? Primero porque las exigencias ambientales de la industria del petróleo han aumentado muchísimo en el correr de los últimos 20 o 30 años. Hoy se puede aspirar a que la producción de gas o de petróleo podría llegar a ser neutra en carbono. Por otro lado, estas inversiones son necesarias para seguir alimentando el prestigio del país en contratos de largo plazo. En el caso de Uruguay la certeza y la estabilidad política y económica es un plus muy grande. ¿Qué le falta al país? Le falta mostrar inversiones de tan alta envergadura. Para el país es muy importante que empresas como Shell se instalen. Es como que rompen el miedo inicial.

El precio del petróleo ha caído en las últimas semanas, ¿esto puede dar lugar a una baja de los combustibles?

Sin dudas que sí, cuando el Precio de Paridad de Importación (PPI) sea menor al precio que cobra ANCAP. ¿Qué ocurre? Estamos con un atraso de casi $9 en el gasoil y $8,25 en la gasolina. Si en los próximos meses el PPI achicara esa brecha o revirtiera su signo, sin dudas va a haber un traslado a la población. No puedo anticipar qué es lo que va a pasar con el informe de la Ursea para los precios de agosto, pero si la Ursea mostrara que el precio de la gasolina debería bajar más de $8,25 o el gasoil más de $9, si el precio de la Ursea bajara eso, sin dudas vamos a tener una baja en los precios de los combustibles en el país.

¿Entonces lo que falta para operativizar una rebaja sería que se recuperara la brecha?

El tema es que nosotros no estamos a paridad. Si estuviéramos a paridad, cualquier baja en el mercado internacional se tendría que reflejar en el mercado local. Como ANCAP está muy por debajo de la paridad, primero el precio internacional tiene que cubrir esa brecha, y luego sí va a haber una repercusión en el mercado local.

Cuando presentaron los números del primer trimestre hablaron mucho de los subsidios al combustible. ¿A la empresa le gustaría que el subsidio lo asuma otro inciso del Estado?

¿Estás hablando del subsidio del supergás en particular?

La nafta y el gasoil también de cierto modo.

Lo que pasa que a la diferencia que hay entre la nafta y el gasoil, con el precio de paridad que recibe ANCAP, lo denominamos brecha. Porque entendemos que eso es circunstancial. Es la necesidad que tiene el país de utilizar las ganancias extraordinarias de la refinación para contener los precios locales. Es una brecha circunstancial. Lo del supergás (GLP) lo llamamos subsidio porque es demasiado grande y es estructural. Estructuralmente por fórmula viene creciendo desde el año 2008. Eso para nosotros es un subsidio. No es un subsidio legalmente establecido, pero desde el punto de vista contractual está establecido que cada mes que pasa se ajustan los costos de la cadena del envasado y la distribución en detrimento de los ingresos de ANCAP. Por eso hoy de los $63 el kilo que se vende el supergás al público, ANCAP recibe solamente $17.

Lo pongo en un paraguas en el sentido de que la nafta y el gasoil al final son una decisión política que termina asumiendo la empresa. ¿Eso lo tendría que asumir Rentas Generales por ejemplo?

Claramente si fuera un subsidio legal debería provenir de otra fuente. La diferencia que yo hago es que la brecha que hay entre el precio que recibe ANCAP, y el que debería recibir en la gasolina y el gasoil, es una resolución comercial. La corporación económica Estado uruguayo decide hacer un descuento a los clientes. Ese descuento no es por siempre, está muy bien definido, se anuncia cada vez cuál es esa diferencia, y se sabe que es transitorio. Y es transitorio para amortiguar en el mercado local el efecto de la suba impresionante que tuvieron los precios internacionales. Pero eso va a tender a cero. Está así anunciado, así definido, y hacia eso nos encaminamos. Por eso tu pregunta: ¿Si baja en el mercado internacional va a bajar en Uruguay? Mirá, no va a bajar enseguida porque todavía estamos muy por debajo, pero una vez que el precio internacional encuentre el nivel del precio local, van a seguir juntos. Si baja, va a bajar. Y si sube, tendrá que subir. En el supergás no. Ahí la decisión más que política, ya se transformó en inevitable. Tiene que haber un subsidio. Que ese subsidio provenga de otra fuente, sin duda. Tendríamos que transformarlo en ley y venir de otro lado. Pero lo que estamos trabajando es en achicar ese subsidio.

¿Qué falta para avanzar en cambios en la comercialización de los combustibles?

Eso está fuera de la órbita de ANCAP. Lo que pasa fuera de ANCAP no corresponde que lo diga la empresa. No voy a esquivar la pregunta y voy a responder desde el punto de vista estrictamente personal. Yo creo que hay que aumentar la intensidad competitiva en el sector de distribución de los combustibles generando nuevas condiciones para que aparezca la figura del gran consumidor, que pueda saltearse toda la cadena de distribución sin canibalizarla. Tiene que haber condiciones muy objetivas y razonables para que alguien vaya a comprar a una planta de distribución de ANCAP. Tiene que haber más competencia en el punto de venta y por el punto de venta.

¿Se podría por ejemplo eliminar las restricciones de distancia para instalar estaciones?

Esas restricciones son muy puntuales y creo que no hacen a la cosa. Creo que eliminar o modificar la distancia mínima entre estaciones de servicio lo tiene que regular el mercado de forma distinta. Pero hay una historia. Nosotros no estamos regulando un sistema de cero. Estamos sobre un sistema que tiene muchos años, con muchas virtudes y algunos defectos. Entre las cosas que debemos reconocer es que hay inversiones realizadas. Para una estación de servicio hoy instalada hay un respaldo de un sello y de un empresario privado que puso mucha plata en su negocio. Alterarle de golpe las condiciones no es razonable y no es esperable en un país que se jacta de tener condiciones de negocio estable. Eso no quita que hoy se anuncie que dentro de “x” años, van a empezar a cambiar esas reglas. Creo que por ahí pasa, por ir anticipando algunas de las medidas. Creo que también hay que regular de forma diferente los contratos que vinculan las estaciones de servicio con las distribuidoras. Allí hay un tema de equilibrio de poderes. Hay que establecer un sistema con nuevos equilibrios entre los participantes en el mercado. Tu conocerás muchas estaciones de servicio que cerraron, muchas que cambiaron los colores porque cambió el dueño de la distribuidora. De Shell pasó a Petrobras, de Petrobras a Disa. De Esso a Axion. De Texaco a ANCAP. Pero no viste estaciones que cambiaran de ANCAP a Disa, o de Axion a ANCAP. No es razonable en las posibilidades de hoy que un estacionero se libre del sello y se cambie a la competencia. Eso yo creo que está mal.

¿Cómo definiría la relación de ANCAP con Acodike y Riogas por la envasadora de supergás Gasur?

¿En qué sentido?

La pregunta es si los cambios previstos en el mercado del supergás pueden generar tensión entre las empresas.

No deberían. A ANCAP le han cambiado el rol y yo creo que para bien. ANCAP se transforma. De estar con los pies en el barro, con las demás empresas, pasa a su rol natural y correcto de ser suministrador de supegás a todos. ANCAP tiene a Ducsa como un distribuidor de supergás. Pero se da la paradoja de que ANCAP tiene dos plantas propias y Ducsa tiene que pedir prestado a su competencia que le dejen envasar. Eso no está bien y eso se deriva de los contratos que reperfilaron a Gasur en el año 2008. Son los contratos que en otra época, en otro contexto de presión sindical y del país, generaron los acuerdos que hoy transforman que todo el subsidio que pone ANCAP sea casi equivalente a lo que gasta todo el sector de distribución y envasado en el país. El precio de venta al público es $63 y en el supergás el PPI es de $51,48 por kilo. Osea que de $63,35, hay $51 que sería el costo del producto. Y ANCAP por ese costo del producto recibe $17. La diferencia es prácticamente el precio al público sin IVA, lo que quiere decir que todo el subsidio va para distribución y envasado. Eso es una situación que no tiene que generar rispideces. Las envasadoras y distribuidoras tienen que tener su remuneración y tienen que remunerar sus costos, pero el sistema de contratos vigente, que está denunciado y no va a seguir desde febrero del año que viene, no promueve la eficiencia del sector. En realidad remunera los costos que existen y punto. Asegura un margen y eso está mal. Pero la relación con las empresas del sector es correcta y normal. Es tirante por la oposición de intereses que tiene que haber, pero el cambio de rol de ANCAP creo que libera también a ANCAP de estar en una discusión estéril de empresas que no son pares. ANCAP es el proveedor del supergás y no juega en la misma cancha.

ANCAP tiene a Ducsa.

Pero Ducsa es un distribuidor.

Es parte del grupo ANCAP.

Está bien. Pero ANCAP tiene que desdoblarse. Una cosa es el rol como suministrador y otra cosa es que una empresa del grupo ANCAP sea distribuidor. En el caso de los contratos actuales ANCAP y Ducsa están en desventaja frente a los envasadores y distribuidores. ANCAP no tiene ninguna ventaja por ser el dueño de las plantas y por tener a Ducsa como distribuidor. Se da la paradoja opuesta a lo que podría haber. El nuevo rol que le asigna el gobierno a ANCAP como suministrador limpia y clarifica los roles de cada uno. Entonces ANCAP va a suministrar a todos los envasadores del país.

¿Cómo prevé ANCAP ingresar al negocio del hidrógeno verde teniendo en cuenta que hoy en día las inversiones están siendo mayormente de privados?

ANCAP está actuando como la agencia del gobierno uruguayo para promover la producción del hidrógeno verde offshore. En la hoja de ruta, el gobierno estableció dos grandes capítulos. El onshore tiene plazos más cortos, con una iniciativa que promueve la instalación de algún proyecto piloto, y eventualmente un desarrollo para la exportación. Eso es desde ahora para los próximo ocho o 10 años. Hay otro capítulo que estamos liderando que es el desarrollo de la producción de hidrógeno en el mar, pero con objeto 100% de exportación. Son proyectos de distinta envergadura. Los proyectos offshore son de miles de millones de dólares, de escala mundial, y solamente orientados a abastecer al mundo. Las inversiones que estamos buscando están vinculadas con actores de muy gran porte.

¿Hubo intereses concretos?

Abrimos un data room el año pasado y hemos tenido más de 70 entrevistas con más de 40 empresas. La mayoría que nos contactaron son empresas de petróleo y gas. Y son empresas como Shell, como VP, como Total, que tienen en su cartera un peso casi similar entre petróleo, gas y fuentes renovables.

¿Habrá una ley para regular la actividad?

La oferta de bloques por hidrógeno en el futuro va a ser igual a la de petróleo y gas. Vamos a pedir un plan de trabajo, qué parte de las ganancias de la venta de hidrógeno verde la van a dar a Uruguay, y vamos a pedir que ofrezcan una participación máxima de ANCAP en ese emprendimiento. El modelo de negocios es el mismo. El riesgo geológico no existe en hidrógeno pero existe el riesgo de negocio. El grado de desarrollo de los electrolizadores es muy avanzando pero no es suficiente para que se compense el flete para ir desde Uruguay hasta Europa. Es cuestión de tiempo para que los costos de la tecnología baje, la eficiencia suba un poco más, y los precios del mercado den para pagar la inversión, porque la demanda va a ser muy grande. Cuando eso ocurra Uruguay va a estar ahí.