Mientras la inflación no cede, Moody’s alerta por más malestar social en LatAm

El alto costo de vida continuará hasta el próximo año, por lo que el consumo privado se verá golpeado y afectará el crecimiento económico, dijo la calificadora en un informe

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Bloomberg Línea — Las protestas que se han esparcido por Panamá, Perú y Ecuador, con manifestaciones en las que se les ha exigido a los distintos gobiernos una disminución en los precios desde los combustibles hasta los alimentos, se podrían intensificar en el resto de América Latina, según consignó un análisis de Moody’s Investor. En esta línea, la calificadora alertó que el alto costo de vida continuará presionando el bolsillo de los consumidores al menos hasta el próximo año.

El informe aseguró que la inflación no solo permanecerá lejos de los objetivos de los bancos centrales en las cinco mayores economías de América Latina, sino que también podría convertirse en una de las razones para que el crecimiento se ralentice en lo queda del año.

Para Moody’s, las tasas de inflación en toda la región comenzarán a disminuir solo en 2023, por lo que este año continuarán estando bajo presión por la subida en los alimentos y la energía.

Lucas Viegas, vicepresidente de Moody’s y autor del informe, destacó el impacto que ha tenido el incremento en los precios de los alimentos en países como Colombia, donde la inflación de este segmento se disparó hasta un 26,2% anual en abril, o el de la energía en países como Perú, que ha visto una subida del 22,3% en mayo.

El analista aseguró que mientras sigan las presiones externas será “dudoso que las subidas agresivas de los tipos de interés por sí solas reduzcan significativamente la inflación a los rangos objetivo” de los bancos centrales.

Aunque Viegas destacó que el incremento en las tasas de referencia ayudará a reducir el exceso de oferta monetaria que se dio para contrarrestar la crisis de liquidez durante el Covid-19, insistió en que no será suficiente para reducir la inflación.

Más malestar social

Por esto, el reporte alertó en que, por un lado, ante un mayor costo de vida los salarios reales seguirán disminuyendo. Esto redundará en un golpe al consumo privado y, en consecuencia, la actividad económica. Por otro lado, agregó el informe, otra de las consecuencias será “la intensificación del malestar social a medida que aumenta el costo de las necesidades básicas para la población en general”.

El malestar social ya se ha manifestado a lo largo de la región. Los casos más visibles de los últimos meses. A principios de abril Perú tuvo una ola de protestas que, incluso, llevaron al presidente Pedro Castillo a decretar el estado de emergencia y la inmovilización social en Lima y Callao para tratar de aplacar los reclamos a raíz del incremento de los precios de combustibles, alimentos, fertilizantes, entre otros insumos.

Lo mismo sucedió en Ecuador, donde las manifestaciones se extendieron durante más de dos semanas luego de que el movimiento indígena promoviera bloqueos para que se rebajara el precio de la gasolina. El mismo panorama vive Panamá, en donde continúan las mesas de diálogo después de la decisión del presidente Laurentino Cortizo de reducir el costo de los combustibles tras días de protestas.

“El aumento de la inflación en la mayoría de las economías latinoamericanas se debe en parte al fuerte incremento de los precios de la energía y los alimentos. Estos tienen un efecto desmesurado en el bienestar de los hogares, afectando de manera desproporcionada a los de menores ingresos y provocando la ebullición del descontento social. Además, los hogares vulnerables que gastan una mayor proporción de sus ingresos en alimentos y energía corren el riesgo de caer en la pobreza”, dijo el informe.

La Cepal alertó el mes pasado que casi ocho millones de latinoamericanos podrían caer en la pobreza extrema este año si el incremento de la inflación se mantiene en el segundo semestre.

Este contexto hará que las tasas de pobreza extrema y pobreza total se eleven encima de los niveles estimados para 2021: mientras que el primer indicador alcanzaría un 14,5% (o 0,7 puntos porcentuales más que el año pasado), el segundo alcanzaría un 33% (0,9 puntos porcentuales más que el año pasado).

Más presiones para la economía

Esta no es la primera advertencia de este tipo. En abril, el Fondo Monetario Internacional ya había sugerido que los gobiernos de la región deberían brindar ayudas a las familias más pobres para amortiguar la posibilidad de que se presenten protestas.

“Para garantizar la cohesión social y reducir el riesgo de tensión social, los gobiernos deberían proporcionar apoyo focalizado y temporal a los hogares vulnerables y de bajo ingreso, y dejar que los precios internos se ajusten en función de los precios internacionales”, indicó un pasaje de un análisis liderado por Ilan Goldfajn, director del Hemisferio Occidental del Fondo.

El desafío, añadió el informe de Moody’s, es que la respuesta de los gobiernos podría traer nuevos problemas pues las medidas que se han tomado son regresivas y suponen un costo mayor de lo justificado.

No obstante, más allá de esto, la verdadera presión para las cuentas nacionales podría venir del aumento de los costos de financiación mientras los bancos centrales de todo el mundo suben sus tasas de interés.

Los países menos afectados, según el análisis, serán aquellos que hicieron esfuerzos de consolidación fiscal y tienen déficit fiscales relativamente menores (como México, Perú y Uruguay), mientras que los más golpeados son los que ya arrastran problemas de deuda como Brasil, Costa Rica y República Dominicana.