¿Cuántos años podría tardar Argentina en bajar la inflación a un dígito?

Expertos señalan que a otros países les llevó entre cinco y 10 años tener éxito con planes de desinflación. ¿Cuáles son las alternativas?

Argentina tardaría años en reducir la inflación a un dígito.
18 de julio, 2022 | 05:00 AM

Buenos Aires — La inflación es una de las principales preocupaciones de los argentinos (la principal, en algunos casos) y no pareciera haber pronósticos alentadores respecto de que se vaya a solucionar en un mediano plazo. No obstante, existe una luz de esperanza y es mirar alrededor: la mayoría de países de América Latina logró que los procesos de alta inflación que se observaban en los años ‘80 y ‘90 terminen convergiendo a un alza de precios anual de un dígito.

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Hoy que que Argentina se encamina a finalizar el 2022 con un Índice de Precios Al Consumidor en torno al 90%, surge la pregunta de si se podrá terminar en algún momento con este flagelo. Y, más aún, cuánto tiempo puede llevar.

Expertos consultados por Bloomberg Línea realizaron distintos diagnósticos. Hay quienes creen que bajar la inflación a un valor inferior al 10% puede demandar entre 6 y 10 años, teniendo en cuenta experiencias cercanas en la región, pero también hay quienes piensan que un plan de estabilización puede hacer caer los niveles de manera mucho más acelerada.

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Velocidad incierta

Las experiencias de desinflación de la región, que se dieron en los ‘90, pero algunos terminando en los primeros años del 2000, les llevaron a los países entre 6 y 10 años”, explicó Matías Surt, director de Invecq a Bloomberg Línea.

Surt explicó que el caso de Argentina, una vez que se decida encarar un proceso de desinflación, el tiempo puede ser diferente, ya que parte de niveles muy elevados y “aún no se sabe en cuánto va a recibir el próximo Gobierno”.

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“Si estás en un régimen de inflación muy alto, puede que tengas que implementar un programa de shock que te la baje de 150% a 30% de golpe y después te lleve algunos años pasar del 30% a una inflación del 5 o 6%”, indicó Surt, quien también mencionó que la alta inflación en Argentina ha derivado en mecanismos de indexación que se requieren desandar.

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Por último, Surt sintetizó: “Casi todo Latinoamérica se embarcó en planes de estabilización a inicios o en algún momento de los ‘90. Argentina lo hizo con la convertibilidad, en un modo más extremo y partiendo de una hiperinflación”.

Por su parte, el director de análisis macroeconómico de la consultora Equilibra, Lorenzo Sigaut Gravina planteó un panorama diferente: “Cuando teníamos inflación moderada, cuando asume Cambiemos, se decía ‘vamos a ir llegando a la inflación de un dígito gradualmente’. Algunos decían en 4 o 5 años se puede, otros decían 10. Pero era una inflación moderada, en torno al 30%. Hoy estamos más cerca de los 3 dígitos anuales”.

A raíz de esa particular, Sigaut Gravina sostuvo que cuando lo que se observa es un régimen de alta inflación como el actual, se combate de otra manera, “con un esquema tipo plan de estabilización”.

En virtud de esta aclaración, el ejecutivo de Equilibra sentenció que los planes de estabilización suelen ser “a matar o morir”.

Los planes de estabilización suelen ser implementados por gobiernos entrantes, con musculatura política para bajar el déficit, sumar reservas, aguantar un poco el tipo de cambio. Muchas veces se necesita tener una devaluación previa, para luego usar el tipo de cambio como ancla”, relató Sigaut Gravina.

Y sentenció: “A veces se necesita más de un plan de estabilización, hasta que funciona. Pero si funciona, en uno o dos años se puede tener una inflación mucho más acotada”.

La experiencia regional

El economista peruano Marco Ortiz, quien es docente e investigador de la Universidad del Pacífico, destacó que en 1990 la inflación peruana había llegado a 7650% y que recién en 1997 se logró que baje a un dígito.

La reforma fiscal debe llegar en un momento y Perú lo hizo de manera muy agresiva”, destacó en primer lugar Ortiz. Y luego añadió que “para lograr credibilidad”, en Perú “se blindó al banco central de ataques del Poder Ejecutivo” en 1992, mediante la protección constitucional a la independencia de la autoridad monetaria

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Ortiz concluyó: “Luego de ello el banco central peruano tuvo la credibilidad suficiente para poder ajustar su oferta monetaria. Esta credibilidad tomó décadas recuperarla y se reflejó en que, a pesar de reducir fuertemente la inflación, las personas seguían prefiriendo ahorrar en dólares. Los ratios de dolarización a inicios de los noventa eran superiores al 90%”.

El economista mexicano Marco Oviedo, quien se ha desempeñado como asesor económico del expresidente Felipe Calderón y fue economista jefe para Barclays México, señaló que “en México tomó casi 12 años” domar la inflación y señaló que tal proceso requiere “corrección fiscal” e “independencia del Banco Central”.

El proceso no estuvo exento de marchas y contra marchas. Oviedo explicó que la crisis de deuda de 1982 llevó a que el gobierno de Miguel de la Madrid conviva con 6 años de inflación alta. En 1988 llegó Carlos Salinas que, con algunas medidas, logró bajar la inflación y que en 1993 llegue a un dígito, pero luego vino el Efecto Tequila y en 1995 la inflación mexicana cerró en 35%. Recién para el 2000 el país logró estabilizar los incrementos anuales de precios por debajo del 10%.

Un caso al que se suele aludir en Argentina es al de Chile. El país trasandino había cerrado el año 1990 con una inflación de 26%, pero un año antes había declarado la independencia de su banco central. En el ‘90 la autoridad monetaria hizo su primer anuncio oficial de meta de inflación y a partir de ese momento comenzó una progresiva desaceleración en el alza de precios, que le permitió a la economía chilena llegar a un dígito en 1995 (8,2%).

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