Bloomberg — Michael Nacke, una figura popular de YouTube con sede en Lituania, dijo que su teléfono comenzó a estallar con mensajes de texto una noche de mayo preguntando si era un “agente extranjero”.
Amigos y familiares habían visto su nombre en un artículo de prensa en el que se afirmaba que Nacke, de origen ruso, había sido acusado de difundir información falsa sobre la “operación militar especial” de ese país en Ucrania. La acusación se derivaba de un vídeo del 16 de marzo sobre un supuesto ataque ruso a una central nuclear ucraniana en Zaporizhzhia, un incidente que el Kremlin negó.
Resulta que Nacke no fue designado agente, sino que fue acusado en virtud de una nueva ley rusa que prohíbe a cualquier persona criticar las operaciones militares en Ucrania. Si regresa a Rusia, Nacke se enfrenta a 10 años de prisión.
“Esta ley es la cosa más estúpida de la historia”, dice Nacke. “Si dices algo sobre que los militares son culpables de algo, intentarán destruirte”.
Nacke es uno de los varios influenciadores de las redes sociales nacidos en Rusia que viven fuera del país y que Moscú está tratando de censurar utilizando una combinación de cargos penales y presión sobre las empresas de tecnología, según una serie de entrevistas y documentos judiciales rusos obtenidos por Bloomberg News.
El esfuerzo por silenciar a los expatriados críticos que viven fuera de las fronteras rusas coincide con una represión más amplia de la disidencia más cerca de casa.
Las autoridades han detenido a más de 16.300 personas en Rusia por expresar su oposición a la guerra, según el grupo ruso de derechos humanos OVD-Info, por presuntos delitos como colocar folletos contra la guerra en una tienda de comestibles y sostener carteles que dicen “Mir”, la palabra rusa para “paz”.
Aunque es difícil cuantificar el número exacto de rusos acusados en ausencia, Moscú ya está utilizando la ley de noticias falsas, aprobada en marzo, para reprimir las voces independientes en las plataformas de los medios sociales, donde muchos jóvenes consumen sus noticias, según Stanislav Seleznev, abogado de Net Freedoms Project.
Además de Nacke, Rusia ha acusado a otros expatriados que han criticado la guerra en las redes sociales. La periodista Izabella Evloeva, por ejemplo, que vive en Letonia, fue condenada a tres años de prisión por decir que el signo “Z” (abrazado por los partidarios de la guerra en Ucrania) era “un sinónimo de agresión, muerte, dolor y manipulación descarada” en su canal de Telegram en marzo.
Violetta Grudina, aliada del crítico del Kremlin Alexey Navalny que abandonó Rusia en 2021, fue acusada en junio de difundir presuntamente información falsa sobre las fuerzas armadas en las redes sociales. El periodista Alexander Nevzorov, que ha llegado a tener una media de 2,5 millones de visitas en cada vídeo de YouTube, fue detenido en ausencia en marzo con los mismos cargos.
Otros expatriados que han sido acusados en virtud de la ley de noticias falsas son el escritor de ciencia ficción Dmitry Glukhovsky, la influencer de estilo de vida Veronika Belotserkovskaya y el periodista Andrei Soldatov.
Soldatov, que vive en Londres, sólo se dio cuenta de que había sido acusado cuando empezó a recibir textos extraños de los bancos donde tenía una cuenta en Rusia, que pensó que eran ataques de phishing (un ataque de ciberseguridad a través del cual se imita una página web o una marca para engañar al usuario).
Sólo gracias a que el banco le pasó la información se enteró de que se enfrentaba a diez años de cárcel por “difundir noticias falsas sobre la Guardia Nacional de Rusia” en YouTube. Soldatov había criticado recientemente la eficacia del ejército ruso durante las primeras fases de la invasión ucraniana en el canal de YouTube de otro periodista. Sin embargo, cree que estaba siendo investigado por sus informes críticos sobre el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), pero que utilizaron su figura en YouTube como excusa para perseguirle.
“Hay una reacción psicológica normal para tratar de encontrar esto divertido, pero no lo es”, dice Soldatov. “Mi familia sigue en Moscú, y mi padre de 70 años está siendo investigado. Me han robado el dinero, y tengo que tener cuidado con los lugares a los que viajo”.
Soldatov fue aconsejado por un abogado para que no viajara a Serbia, Hungría, Turquía o Georgia, dijo. Su caso será juzgado en las próximas semanas, pero espera ser declarado culpable.
“No creo que la estrategia de Putin sea eficaz, porque los rusos que son críticos y quieren saber lo que ocurre realmente en Ucrania confían en los periodistas en el exilio y se pasan a YouTube y Telegram”.
La embajada rusa en Washington no respondió a una solicitud de comentarios.
Las detenciones relacionadas con la libertad de expresión en Rusia han aumentado de forma constante desde 2006, según Oleg Kozlovsky, investigador centrado en Rusia de Amnistía Internacional. Sin embargo, desde la invasión de Ucrania, la escala y la severidad de tales persecuciones han superado cualquier esfuerzo de censura anterior, dijo.
En total, desde la invasión de Ucrania en febrero, las autoridades rusas han detenido, multado o impuesto restricciones a más de 2.170 personas dentro y fuera del país, según Seleznev, de Net Freedom, que analizó sudrf.ru, el portal web de los tribunales de la Federación Rusa.
Algunas de estas acusaciones se enmarcan en la nueva ley de noticias falsas, junto con las leyes que prohíben “las acciones públicas destinadas a desacreditar” a las Fuerzas Armadas rusas y a pedir la retirada de las tropas, afirma.
Mientras tanto, se ha restringido el acceso a Internet.
El gigante tecnológico ruso VK Co Ltd. (VKCO) ha bloqueado los medios de comunicación independientes y los grupos de derechos humanos. Yandex NV, una de las principales fuentes de noticias para los ciudadanos rusos, ha eliminado contenidos similares de su motor de búsqueda y agregador de noticias. TikTok, propiedad de Bytedance Ltd., dejó de subir vídeos a todos los rusos tras la entrada en vigor de la ley el 6 de marzo.
Las empresas occidentales también están bajo escrutinio, y al menos una plataforma de medios sociales con sede en EE.UU. ha instado a los expatriados rusos a eliminar los vídeos críticos con la guerra, a instancias del Kremlin.
El gobierno también etiquetó a Facebook e Instagram de Meta Platforms Inc. (FB) como organizaciones “extremistas”. Aunque muchos rusos utilizan redes privadas virtuales para ocultar sus conexiones con el sitio, la designación de “extremista” hace que sea especialmente arriesgado publicar cualquier cosa en los sitios.
YouTube, de Google (GOOGL), retiró en Rusia los vídeos de la influencer Svetlana Sokova, una rusa afincada en España que critica habitualmente al gobierno, luego de que Roskomnadzor, la agencia de censura de medios del Kremlin, pidiera que la desconectaran. Los vídeos siguieron siendo visibles fuera de su país natal. Más tarde, Sokova recibió un mensaje de un abogado en el que se le advertía que había sido acusada de extremismo e incitación a la violencia contra el gobierno en ausencia y que debía esperar la fecha del juicio.
YouTube restableció el canal de Sokova luego de que Bloomberg News cuestionara el motivo de su retirada.
Los correos electrónicos del equipo jurídico de YouTube, vistos por Bloomberg News, muestran cómo la empresa ha pedido a algunos rusos que critican al ejército que retiren sus vídeos cuando Roskomnadzor lo solicite. En los mensajes, YouTube advierte a los usuarios de que sus vídeos pueden ser bloqueados si no los eliminan ellos mismos. Un portavoz de YouTube dijo que la empresa elimina los contenidos que violan las leyes locales rusas tras una petición legal y una revisión interna.
Nacke ha recibido decenas de correos electrónicos de YouTube desde marzo de 2021 pidiéndole que borre sus vídeos debido a las peticiones de Roskomnadzor, dijo. Danila Poperechny, una comediante rusa y personalidad de YouTube, reveló recientemente solicitudes similares para eliminar sus propios vídeos en Telegram, diciendo a sus seguidores que cumpliría porque necesitaba volver a Rusia y temía que le metieran en la cárcel.
“La respuesta es muy sencilla: para mí, ‘Rusia’ no son las decisiones del Estado, las leyes y las pegatinas en los autos”, dijo Poperechny. “Es la gente cercana, querida y entrañable para mí, la mayoría de la cual está en este país para siempre”.
“¿Merece la pena perder la oportunidad de verlos por un vídeo que no ha gustado a nuestras autoridades y que todos ustedes ya han visto?”.
YouTube eliminará los contenidos que infrinjan las leyes locales rusas sólo después de que se presente una solicitud legal válida y se complete una revisión exhaustiva, dijo Ivy Choi, una portavoz de YouTube. Google fue multado con 14 millones de rublos, o US$255.000, por no cumplir con las peticiones de Rokomnadzor en abril.
Los fiscales rusos también están señalando a los influencers de las redes sociales como “agentes extranjeros” por hacer públicas sus críticas.
Entre las personas designadas como agentes extranjeros desde febrero están la politóloga Ekaterina Schulmann, el periodista Alexey Pivovarov, el bloguero Yuri Dud, la activista LGBTQ Karen Shainyan y Alexey Venediktov, antiguo director de una emisora de radio cerrada por las autoridades. Juntos, tienen unos 15 millones de suscriptores en YouTube. Ellos o estaban fuera del país cuando fueron acusados, o bien se marcharon como consecuencia de ello.
Las personas marcadas como agentes extranjeros están obligadas a incluir un descargo de responsabilidad de 24 palabras en cada publicación en las redes sociales y en los vídeos de YouTube, Instagram y TikTok o se enfrentan a cargos penales y a la detención a su regreso a casa.
“El objetivo es destruir la confianza del público, ya que el término ‘agente extranjero’ está estrechamente asociado a las represiones estalinistas, y poner en peligro sus ingresos publicitarios, ya que los anunciantes se ponen menos en contacto con ellos”, afirma Maria Kuznetsova, portavoz del grupo de derechos humanos OVD-Info.
Los expertos señalan que las cláusulas de exención de responsabilidad alejan a los anunciantes, que proporcionan unos ingresos cruciales a los creadores de vídeo rusos, tanto dentro como fuera del país, y se han convertido en una forma eficaz de que el Kremlin corte las fuentes de ingresos vitales para las voces independientes.
Aunque no hay datos actuales que sugieran cuánto han perdido los creadores de contenido como resultado, Meduza, un medio de comunicación independiente que opera desde Letonia, dijo recientemente que ha perdido el 90% de sus ingresos publicitarios luego de ser designado como agente extranjero en 2021, dice Kuznetsova.
“Definitivamente, Rusia quiere provocar la autocensura”, dice Christopher Paul, científico social senior de la Corporación RAND. “Las autoridades también parecen estar más dispuestas ahora a perseguir a sus críticos no políticos, como los blogueros, incluso si se corre el riesgo de alienar a sus seguidores”.
Roskomnadzor, la agencia de censura rusa, está utilizando algoritmos e investigadores humanos para rastrear los comentarios compartidos en las plataformas tecnológicas en busca de contenidos ilegales, según Seleznev, del Net Freedoms Project. Los rusos acusados in absentia en virtud de la ley de noticias falsas se añaden a una lista de búsqueda internacional y a menudo se les confiscan sus propiedades en Rusia, dice Seleznev.
Las tácticas de autocensura de Rusia han sido especialmente eficaces durante la guerra en Ucrania, según Nacke, Kozlovsky de Amnistía y Paul, de RAND.
Mikhail Petrov, estudiante de la Universidad de San Petersburgo, reservó un billete para salir de Rusia en la primera semana de marzo, cuando se introdujo la nueva ley. El joven, de 23 años, había conseguido un gran número de seguidores en TikTok e Instagram. Acababa de subir un clip en el que comparaba la guerra de Ucrania con la Segunda Guerra Mundial, que acumulaba casi un millón de visualizaciones y le hacía correr el riesgo de ser detenido. Ahora vive en casa de un seguidor de Instagram en Tiflis, Georgia.
Lo que se suponía que iba a ser un viaje de un mes se ha prolongado indefinidamente, y Petrov está buscando un apartamento en medio de la subida de precios, ya que los rusos inundan el mercado de alquiler en los países vecinos. Algunos propietarios no están muy dispuestos a alojar a sus compatriotas, dice Petrov. Los ingresos generados por el blog de Petrov son en rublos y las sanciones le dificultan la extracción de sus ganancias.
“Sales de tu país y nunca sabes qué vas a hacer y si vas a volver”, dice Mikhail Petrov.
Para Nacke, las acciones de las autoridades rusas podrían suponer una oportunidad.
Espera que los rusos sigan viendo sus canales, a través de redes privadas virtuales si es necesario, para escuchar una versión diferente de la historia. Es muy consciente de que la Federación Rusa quiere ser querida por su pueblo.
“A menudo me he preguntado si haciendo vídeos en YouTube podría realmente hacer algo para detener a Putin y si, en cambio, debería dedicarme a la ayuda humanitaria o a algo más útil”, dice.
“Pero mi caso supone un riesgo para ellos, que la gente me crea, y seguiré subiendo vídeos con la esperanza de que eso ayude a parar esta guerra”.
Este artículo fue traducido por Andrea González