Bloomberg — Bolivia dice que finalmente está en camino de unirse el próximo año a las filas de los productores comerciales de litio. Sería un gran acontecimiento, ya que cuenta con los mayores recursos del mundo de este metal utilizado en las baterías en un momento de escasez de oferta.
Pero los analistas no esperan que este país sin salida al mar realice envíos significativos en el corto plazo. Una mirada a su incipiente industria del litio y a su historia reciente muestra por qué.
Mientras sus vecinos Chile y Argentina se benefician de un aumento de ocho veces en los precios del litio, impulsado por el auge de la demanda de vehículos eléctricos, Bolivia ha tenido dificultades para comercializar el metal blanco y en polvo atrapado bajo sus gigantescos salares. Las bajas concentraciones y las elevadas impurezas ayudan a explicar el motivo, así como las condiciones menos favorables para la evaporación de la salmuera cargada de minerales. Las normas onerosas, las incertidumbres legales, las deficiencias de infraestructura y la oposición de las comunidades se suman a las dificultades.
Como resultado, después de 14 años y más de US$800 millones, Bolivia todavía no tiene producción industrial. Eso debería cambiar el próximo año con el inicio de las exportaciones, dijo la semana pasada a la prensa el ministro de Hidrocarburos y Energía, Franklin Molina, desde La Paz. El plan es que las lagunas de evaporación existentes alimenten una planta con capacidad para 15.000 toneladas métricas.
Luego, “antes de 2025”, el país pretende comenzar a utilizar nuevos métodos de extracción que solucionen los factores que han dificultado la evaporación convencional. Para ello, las autoridades han preseleccionado seis empresas para que desarrollen tecnología de extracción directa de litio, o EDL.
Pero los contratiempos sufridos hasta la fecha en los esfuerzos de evaporación y el hecho de que la EDL apenas se utiliza comercialmente en todo el mundo y aún se está probando en Bolivia, ponen en tela de juicio los últimos plazos, al igual que los retrasos y las acusaciones de falta de transparencia en el proceso de licitación de la EDL, así como los interrogantes sobre el papel que desempeñaría el ganador o los ganadores.
La implementación de la tecnología de evaporación ha sido un fracaso, pero no hay certeza de que la tecnología de EDL genere los resultados que el país espera, dijo Carlos Arce, especialista en litio del centro de investigación Cedla.
Funcionarios del Ministerio de Hidrocarburos y de YLB, la entidad estatal que supervisa el desarrollo del litio, no respondieron a las solicitudes de comentarios.
Sin duda, Bolivia tiene un enorme potencial. Unos 21 millones de toneladas de litio yacen en el suelo del país, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, más del doble de lo que tiene Chile y un 10% más que los recursos de Argentina, que le siguen en importancia.
Pero la falta de visibilidad de las riquezas minerales del país y de sus planes de desarrollo hacen que grupos de investigación como Fastmarkets y BloombergNEF no den por hecho que el país vaya a producir litio en los próximos años.
“Actualmente no tenemos ninguna mina en Bolivia dentro de nuestras proyecciones de suministro a largo plazo hasta 2032”, dijo Jordan Roberts, analista de materias primas para baterías de Fastmarkets.