A medida que se acerca el verano del hemisferio norte, hay un tema que no deja de surgir: ¿Irse de vacaciones en julio o agosto?
La temporada de “viajes de venganza”, que ha visto a los consumidores de ambos lados del Atlántico gastar sus ahorros en vacaciones indulgentes luego de dos años de no poder moverse libremente por el Covid-19, se ha visto ensombrecida por un sector de la aviación que cruje bajo la presión de la escasez de personal y las huelgas.
Con la cancelación o el retraso de miles de vuelos en Estados Unidos durante el fin de semana del 4 de julio y el fin del curso escolar en Gran Bretaña a finales de este mes, que amenaza con convertirse en el siguiente punto de tensión en toda Europa, existe ahora el peligro de que algunas personas decidan no viajar este verano. Aunque los próximos meses seguirán siendo fuertes para las compañías aéreas y los operadores turísticos, la agitación puede restarle brillo al repunte.
EasyJet Plc (EZJ), que el lunes anunció la salida de su director de operaciones, Peter Bellew, dijo hace dos semanas que iba a reducir su capacidad después de que los aeropuertos de Londres Gatwick y Ámsterdam Schiphol, sus dos mayores bases, limitaran los vuelos para hacer frente a la escasez de personal. No es la única en tomar una postura de esta naturaleza.
En toda Europa, los aeropuertos y las compañías aéreas están reduciendo sus horarios. British Airways (IAG) no llevará a cabo unos 800 vuelos más este verano del hemisferio norte para reducir las cancelaciones de última hora, según informó el martes Bloomberg News (el miércoles informó que removería otros 10.300 vuelos). Por su parte, la aerolínea escandinava SAS AB (SAS) anunció que se había acogido al capítulo 11 de la ley de quiebras en Estados Unidos un día después de que su sindicato de pilotos anunciara que iniciaría una huelga con efecto inmediato.
TUI AG (TUI1), el mayor operador mundial de paquetes turísticos, está viendo cómo la demanda supera los niveles anteriores a la pandemia. Thomas Cook, ahora renacida como agencia de viajes británica en línea, sigue aceptando reservas para este verano boreal. Sin embargo, hay indicios de que los retrasos están reduciendo el entusiasmo de algunos consumidores.
Aunque todavía con niveles muy por encima de los niveles de 2019, se produjo una desaceleración de la demanda en junio en Estados Unidos y Reino Unido, tanto para viajes internacionales como nacionales, según un análisis de los datos de Google travel insight realizado por Sanford C. Bernstein & Co. El tráfico en Booking.com (BKNG) y TripAdvisor Inc. (TRIP) también se desaceleró en junio, según Bernstein.
La caída de la demanda de viajes internacionales en el Reino Unido a principios de junio fue especialmente pronunciada, y se dio luego de las escenas en los aeropuertos a finales de mayo, cuando muchos británicos se dirigieron a climas más soleados luego de que un feriado de dos días coincidiera con las tradicionales vacaciones escolares de mitad de período y la final de la Liga de Campeones de fútbol en París. Pero Richard Clarke, analista de Bernstein, dice que junio también se compara con un período de alta actividad de reservas en 2019.
El aumento de los precios también puede estar pasando factura. Este año habrá pocas ofertas en el llamado mercado “sobre la hora”, ya que habrá poco exceso de capacidad hotelera o de vuelos. Mientras que los viajes regulares de verano boreal que se ofrecen se habrán negociado con mucha antelación, precios de los vuelos y el alojamiento ya fijados, los operadores turísticos tendrán que pagar más para comprar habitaciones extra o asientos en los aviones en el mercado “spot”. Y también lo harán sus clientes.
Y las presiones sobre los precios no acaban ahí. Michael O’Leary, CEO de Ryanair Holdings Plc (RYAAY), pionera de los vuelos de bajo costo en Europa, advirtió que las tarifas subirán durante los próximos cinco años porque volar se ha vuelto “demasiado barato” como para generar beneficios.
En EE.UU., un estudio de Destination Analysts, que ha estado monitoreando la opinión de los viajeros desde el comienzo de la pandemia, muestra que algunos estadounidenses están empezando a reevaluar sus planes en medio de la disparada de los costos.
En mayo, alrededor del 30,1% de los 4.000 viajeros estadounidenses encuestados afirmaron que la inflación les había llevado a cancelar un viaje futuro, frente al 23,2% de abril. Cuando se les pidió que clasificaran los costos que disuadían de viajar, los dos primeros fueron los precios de la gasolina y las tarifas aéreas.
Parte del problema en los aeropuertos, puertos de transbordadores y trenes que conectan Gran Bretaña y Francia se debe al aumento de la demanda. Por tanto, un poco de suavidad en los márgenes puede no ser mala cosa en este momento.
Pero no será tan bienvenida cuando las aerolíneas y los operadores turísticos se adentren en las temporadas más tranquilas de otoño e invierno en el hemisferio. La mayor incertidumbre llegará cuando la gente haya agotado los ahorros de las vacaciones de este verano y se enfrente al aumento de los costos de la comida, el combustible y la calefacción. Las excursiones de fin de año podrían no ser tan festivas a menos que algunas de las personas que pospusieron sus viajes en julio y agosto vuelvan a reservar para Navidad.
Unas vacaciones son un gran gasto, y son vulnerables a ser eliminadas del presupuesto. Hasta ahora, el ansia de viajar de los dos últimos años ha protegido a la industria de los viajes de los estragos de la inflación. Pero eso puede estar a punto de cambiar.
Si los europeos y los estadounidenses siguen reservando vacaciones durante los meses de junio y julio en 2023, pueden ser reacios a añadir una segunda escapada, por ejemplo, un viaje durante las celebraciones de año nuevo o las vacaciones de primavera. También es posible que cambien a la baja el alojamiento en hoteles de lujo y los vuelos en clase de negocios que han caracterizado los “viajes de venganza” de este año.
Así que, aunque los consumidores mantengan la calma y sigan de vacaciones durante los próximos meses, puede que sea el último en mucho tiempo.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.
Este artículo fue traducido por Andrea González