Bloomberg — Los metales básicos están en camino a sufrir la peor caída trimestral desde la crisis financiera mundial de 2008, luego de que la economía china se recuperara sólo gradualmente y se intensificara el temor a una recesión mundial.
El índice de la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés) se ha desplomado un 23% desde finales de marzo, aunque el descenso se ha visto magnificado por el repunte de los precios de ese mes tras la invasión rusa a Ucrania. El estaño ha tenido el peor rendimiento con un desplome del 38%, mientras que el aluminio ha bajado alrededor de un tercio y el cobre ha caído aproximadamente en una quinta parte. Será el primer descenso trimestral de todo el índice desde el inicio de la pandemia.
Un indicador de la actividad de las fábricas chinas se expandió en junio por primera vez desde febrero, al relajarse los controles impuestos por los brotes de Covid-19. Sin embargo, la mejora fue bastante tenue, y la debilidad del mercado inmobiliario del país sigue pesando en la demanda de metales. Además, la política de Cero Covid sigue en pie a pesar de la relajación de ciertas normas de cuarentena, lo que significa que existe un riesgo constante de más restricciones si el número de casos volviera a aumentar.
Los confinamientos de China también han causado graves repercusiones en Japón, donde la producción industrial se desplomó un 7,2% en mayo, superando con amplitud las estimaciones de un descenso del 0,3%. El país es el mayor importador de aluminio de Asia, y las existencias de este metal en los principales puertos han aumentado hasta alcanzar el nivel más alto en más de seis años, a medida que la demanda de automóviles se reduce debido a las limitaciones de la cadena de suministro.
La creciente amenaza de que se produzca una recesión en EE.UU., y tal vez incluso a nivel mundial, también sigue pesando sobre el mercado. El presidente de la Fed, Jerome Powell, y otros banqueros centrales advirtieron que el mundo está cambiando a un régimen de mayor inflación en el foro anual del Banco Central Europeo en Portugal. Como mínimo, las principales economías se encaminan hacia una desaceleración que frenará la actividad de la construcción.