Occidente debe moverse hacia el este de Europa para que la OTAN sobreviva

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Bloomberg Opinión — La cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) más importante en una generación está teniendo lugar en Madrid. La OTAN parece haber superado el chantaje diplomático de Turquía y conseguido la incorporación de dos nuevos miembros, Suecia y Finlandia. Deberá aprobar un nuevo concepto de seguridad transatlántica en medio del ataque de Rusia a Ucrania.

Además, la alianza (y Estados Unidos) se enfrentarán a una desagradable realidad: aunque la guerra de Ucrania le pase factura a Rusia, la OTAN necesitará mantener una presencia más fuerte en Europa del Este de la que poseía antes del conflicto.

A partir de la invasión inicial rusa de Ucrania en 2014, la OTAN mantuvo una estrategia de “cable trampa” para defender a sus miembros en el extremo este. La organización ha desplegado unos cuantos miles de soldados en Polonia y los países bálticos. Ha optado por hacer una rotación de esas fuerzas en lugar de estacionarlas permanentemente, por el costo y por el respeto a un acuerdo de 1997 con Rusia que Moscú ya había violado flagrantemente.

Esa modesta fuerza no resistiría un gran ataque por parte de Rusia. Pero podría asegurar la muerte de tropas estadounidenses y de otros países de la OTAN, lo que activaría una respuesta occidental más amplia y decisiva.

Como consecuencia de la invasión de Ucrania en febrero, el Pentágono envió fuerzas adicionales a Europa del Este: ahora tiene alrededor de 10.000 soldados en Polonia, 2.500 en Rumania y 2.000 en los Estados bálticos. También se ha reforzado el mayor contingente estadounidense, ubicado en Alemania, que ahora cuenta con aproximadamente 40.000 efectivos. La intención era asegurar que Rusia, quizás envalentonada por lo que muchos analistas pensaban que sería un fácil sometimiento de Ucrania, no tuviera la tentación de llevar su agresión a territorio de la OTAN.

No obstante, Rusia se encontró inmersa en un sangriento desastre, al sufrir pérdidas masivas de infantería, blindados, fuerzas de operaciones especiales y otras capacidades. La equivocación del Kremlin en cuanto al desarrollo de la invasión también planteó dudas sobre la valoración de las tropas restantes.

Las equivocaciones rusas han llevado a determinados miembros de la OTAN, como Francia e Italia, a considerar innecesaria una mayor presencia avanzada en el este. Por otra parte, con los países europeos aumentando el gasto en defensa, también se oyen argumentos de que EE.UU. debería dejar cualquier medida de seguridad adicional en Europa a los europeos y culminar su perpetuamente pospuesto " pivote hacia Asia”

Son malas ideas. El desenlace en Ucrania sigue siendo una incógnita debido a los avances de Moscú en el este y en el sur y al fuerte desgaste de las fuerzas armadas de Kiev. Puede que Rusia aún logre un objetivo reducido de apoderarse de gran parte de Donbás y lograr un “puente terrestre” hacia Crimea; de una manera u otra, Vladimir Putin ha mostrado que puede infligir un daño terrible incluso con un ejército terriblemente deteriorado.

También hay analistas bien informados que han alertado que a Rusia le podría ir mejor en un conflicto con la OTAN, la batalla para la que ha entrenado y alentado a sus fuerzas, de lo que le ha ido en Ucrania.

El actual conflicto nos recuerda, además, que todavía desconocemos lo que pasa en la mente de Putin. Hace años que su forma de arriesgarse sorprende incluso a los más inteligentes observadores del Kremlin.

Y lo que es más importante: lo que sucede en Ucrania ha demostrado por qué no basta con una defensa de “cable trampa” en Europa del Este: requiere que los Estados de primera línea vean conquistadas partes clave de su territorio y después esperen pacientemente su liberación.

Este escenario siempre ha sido peligroso, porque podría permitir a Rusia apoderarse de un trozo de territorio y luego utilizar las amenazas nucleares para impedir que la OTAN contraataque. El panorama es aún más desagradable ahora que el mundo sabe exactamente los crímenes que cometen las fuerzas rusas: violaciones, asesinatos, torturas y otros horribles abusos. Según declaró la semana pasada la primera ministra Estonia, Kaja Kallas, el problema de una estrategia de cable trampa es que ser atacado por Rusia significa “la destrucción completa de los países y de nuestra cultura”.

Independientemente de todo lo que se diga sobre la mejora de la defensa europea, no hay una buena alternativa a que EE.UU. tome la iniciativa. La guerra de Ucrania ha sido una lección objetiva sobre el valor del liderazgo estadounidense: En los meses anteriores al 24 de febrero, Washington advirtió en repetidas ocasiones, basándose en su inigualable capacidad de inteligencia, que Putin iba muy en serio con la invasión, pero muchos líderes europeos se mostraron escépticos.

Si Estados Unidos decidiese que Europa puede cuidarse a sí misma, el resultado sería una OTAN más débil y dividida por las disputas entre los Estados de primera línea que temen, con razón, a Putin y los Estados de Europa occidental, como Francia, que todavía esperan algún tipo de acuerdo diplomático.

Ya no hablamos de los niveles de compromiso militar de EE.UU. durante la guerra fría. Supondría el posicionamiento permanente de entre 15.000 y 20.000 soldados estadounidenses adicionales en Europa oriental y el Báltico, con las correspondientes adiciones de otros países de la OTAN. Tanto Polonia como otros países de primera línea deberían sufragar los costos de la base permanente, y de hecho ya han aceptado hacerlo.

La OTAN también necesitará, y ha señalado que desarrollará, una mayor capacidad de reacción rápida, como equipos preposicionados que las fuerzas más grandes puedan utilizar rápidamente en caso de crisis. El objetivo es crear una capacidad que pueda frenar un asalto inicial ruso hasta que la caballería llegue y haga retroceder a los invasores, el tipo de defensa eficaz que fortalece la disuasión al hacer difícil imaginarse que la agresión pueda tener éxito.

Y después de 30 años de centrarse en operaciones “fuera del área” como Afganistán y la lucha contra la piratería frente a África, el organismo está redescubriendo su identidad como alianza consagrada a la defensa colectiva. Los dirigentes reunidos en Madrid tienen que asegurarse de que cuenta con la fuerza desplegada en Europa oriental para llevar a cabo esa misión crucial.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Miriam Salazar