Bloomberg — El descenso histórico de las emisiones de gases de efecto invernadero y del consumo de energía durante el auge de la pandemia de Covid-19 se revirtió de forma rápida el año pasado, cuando el combustible fósil más contaminante volvió a aparecer, señala el gigante petrolero BP Plc (BP).
Los resultados revelan la dificultad de cumplir los compromisos asumidos en las conversaciones sobre el clima de la COP26 del año pasado, en las que los delegados alcanzaron un acuerdo histórico para contener el uso del carbón en un esfuerzo por limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados con respecto a la época preindustrial, que según los científicos es el nivel necesario para evitar un calentamiento de proporciones catastróficas.
“Desde que se acordaron los objetivos de París, las emisiones de carbono han aumentado en todos los años” menos en 2020, dijo Spencer Dale, economista jefe de BP. “El mundo sigue en una senda insostenible”.
El año pasado la demanda de energía primaria repuntó un 5,8%, superando los niveles de 2019, según el informe anual Statistical Review of World Energy de BP (Revisión estadística anual de energía mundial de BP), que se publicó el martes. El consumo de combustibles fósiles se mantuvo en los niveles anteriores a la pandemia, con un 82% del uso total de energía y el consumo de carbón se incrementó en más de un 6%. Todo ello a pesar de las importantes subidas de precios en Europa y Asia.
Entretanto, según BP, la demanda mundial de petróleo se incrementó en 5,7 millones de barriles al día, aunque todavía se situó 3,7 millones de barriles al día por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, pues el sector de la aviación, en particular, se esforzó por restablecer las cifras de pasajeros.
También el consumo mundial de gas natural se incrementó un 5% interanual, mientras que los precios se cuadruplicaron hasta alcanzar niveles récord en Europa y se triplicaron en el mercado al contado de Asia.
Con el levantamiento de las restricciones por Covid-19 alrededor del mundo y el repunte de la actividad económica, “el consumo de energía se está ampliando considerablemente, lo que aumenta la necesidad de los suministros energéticos disponibles y pone de manifiesto la vulnerabilidad del sistema”, afirma Dale en el informe.
Como resultado de la guerra en Ucrania, los países se han apresurado a asegurar suministros alternativos de petróleo y gas en un intento de sustituir la energía rusa. El Grupo de los Siete (G-7), que finaliza el martes una reunión en Alemania, está estudiando cómo frenar los precios del crudo de Moscú para reducir los ingresos que obtiene el gobierno del presidente ruso Vladimir Putin. Por otra parte, el grupo está dispuesto a aceptar que la financiación pública de proyectos de combustibles fósiles en el extranjero continúe en circunstancias limitadas como consecuencia de la crisis.
El año pasado, el incremento global del consumo de energía se tradujo en un repunte de las emisiones de gases de efecto invernadero, que en 2020 experimentaron un fuerte descenso. Ahora bien, hay señales esperanzadoras de crecimiento de las energías renovables, señaló Dale, con una fuerte ampliación de la eólica y la solar, que representan el 13% de la generación total de energía.
“Actualmente existen las fuentes de energía bajas en carbono y las tecnologías necesarias para alcanzar una descarbonización rápida y profunda”, dijo Dale. “El desafío es que se apliquen a un ritmo y una escala sin precedentes”.
Este artículo fue traducido por Miriam Salazar