Bloomberg — Justin Brain, un vendedor de seguros en el sur de Florida, vio una rara oportunidad de hacer una fortuna. Brain, de 37 años, compró US$40.000 en acciones del gigante de la cosmética Revlon Inc. (REV) que caía hacía una semana en espiral hacia la bancarrota.
El inversor pensaba en empresas como Hertz Global Holdings Inc. (HTZ), la cual se declaró en bancarrota en 2020 y después se convirtió en una de las preferidas de los operadores minoristas, o en GameStop Corp. (GME), la empresa de videojuegos que personificó la manía de las acciones memes.
“Me dije, al diablo, quizás lo haga a lo grande”, dijo Brain.
Entonces se produjo la bancarrota de Revlon: su propietario, Ron Perelman, se acogió finalmente a la protección judicial con una deuda de unos US$3.500 millones, lo que provocó que Brain entrara en pánico y se deshiciera de su participación sufriendo una pérdida de US$8.000.
Sin embargo, en un momento que asombró a los operadores de deuda y recordó la locura de las acciones meme en el apogeo de la pandemia de Covid-19, Revlon avanzó. El martes, Brain quiso volver a invertir US$31.000 dólares en acciones que deberían ser casi inservibles. Y en 24 horas duplicó su dinero.
En los últimos seis días, las acciones de Revlon han subido un 596%, un incremento que no tiene mucho sentido para los operadores profesionales, y que también resulta sorprendentemente contradictorio con el mercado en general, donde todo, desde las empresas consolidadas hasta las criptomonedas, está siendo aplastadas en medio de la preocupación por la inflación y una Reserva Federal más agresiva. Cuando el dinero fácil y las enormes ganancias de las acciones están desapareciendo de la memoria, la medida muestra cómo algunos operadores minoristas, animados por los foros de Reddit, todavía son capaces de mover los mercados.
El precedente de Hertz
El analista de Bloomberg Intelligence Phil Brendel dijo que el repunte de Revlon era “extraño”. Para que los accionistas se recuperen, habría que vender la empresa o valorarla en más de US$ 4.000 millones, agregó en una entrevista. Las ganancias inesperadas tendrían que pagar las deudas de Revlon más los intereses acumulados, además de cualquier préstamo de la empresa para financiar su quiebra, sin mencionar a los costosos asesores que supervisan una reestructuración.
La cotización de los bonos no garantizados de Revlon era de aproximadamente 12 centavos por dólar. Eso quiere decir que los operadores de bonos no esperan recuperar gran parte de su dinero, aunque estén por encima de los accionistas de la empresa. Desde el punto de vista de las matemáticas de los bonos, el capital debería estar arruinado.
Pero existen precedentes de este tipo de situaciones.
En mayo de 2020, la deuda de Hertz se desplomó luego de que la empresa de alquiler de automóviles solicitara la protección del Capítulo 11, y una de las acciones cayó a casi 10 centavos de dólar en su punto más bajo. En las semanas y meses siguientes, los operadores minoristas hicieron que las acciones de Hertz se dispararan, con una ganancia de más del 500% en la primera mitad de 2021.
La empresa trató de aprovechar el rally emitiendo más acciones en la quiebra, un movimiento inédito entre los asesores de insolvencia. Llegó a obtener la aprobación del juez de la quiebra, aunque los reguladores estadounidenses expresaron sus dudas sobre la idoneidad de la medida, echando por tierra el plan.
La gente de Reddit que pujó por Hertz fue finalmente reivindicada. Los acreedores de Hertz fueron reembolsados en su totalidad y los accionistas también recibieron un pago, cuando la demanda de coches usados se disparó por la escasez de chips de los fabricantes de automóviles y los viajeros volvieron a las carreteras. En la recta final de la quiebra se produjo una guerra de ofertas que aumentó el valor de la empresa. Actualmente, las acciones cotizan en US$17,25.
El futuro de Revlon
Aunque se parecen, ya que ambas empresas eran muy conocidas, las bancarrotas no son para nada similares. Hertz era una empresa relativamente sana desde el punto de vista financiero, que se vio rápidamente mermada por una pandemia mundial. Consiguió sacar provecho de la escasez de automóviles y del resurgimiento de la economía estadounidense en el momento oportuno.
Revlon, en cambio, lleva años trabajando bajo una gran carga de deuda, sufriendo el descenso de las ventas y luchando por seguir siendo relevante frente a la creciente competencia online. En repetidas ocasiones ha llegado a acuerdos con los prestamistas en un intento de mantener la viabilidad y ha emprendido una agresiva maniobra de financiación que puede hacer que su bancarrota resulte más amarga.
No obstante, la posibilidad de que se produzca una guerra de ofertas por la empresa no está descartada, en opinión de Brendel. La competencia en el sector de la cosmética podría estar interesada en comprar un rival, que ha tenido un buen rendimiento si se considera sin los costosos gastos de intereses, dijo. Reliance Industries Ltd., controlada por el multimillonario indio Mukesh Ambani, está sopesando una oferta.
“Es un obstáculo alto, pero realmente nadie ha puesto esta empresa en venta durante 37 años”, dijo. “Va a ver algún interés en ella”.
Pero las perspectivas de futuro de la empresa no son el único factor, al menos a corto plazo.
Un estudiante universitario de 18 años de la zona de la bahía, Leonardo Espinoza, invirtió unos US$800 en acciones de Revlon y ya ha ganado US$1.200. Piensa seguir manteniéndolas mientras otros operadores impulsen el precio.
“Es una situación coordinada en la que se unen las plataformas de las redes sociales”, dijo. " Hay un montón de inversores minoristas que son jóvenes como yo y tratan de buscar un hueco en el mercado. La gente está viendo realmente el potencial de esto”.
Este artículo fue traducido por Miriam Salazar