Bloomberg Línea Ideas — Desde hace poco más de dos años, Latinoamérica vive un entorno de acelerado cambio, con velocidades poco vistas en las últimas décadas. A la profundización de las necesidades sociales generada por la pandemia del Covid-19, se suman la transformación de los hábitos de consumo, de trabajo y de interacción de los ciudadanos con nuestras organizaciones, así como fenómenos globales con implicancia local como la reciente tendencia inflacionaria o la guerra en Ucrania. Por si fuera poco, la región vive también una serie de transiciones de gobierno que vuelven menos claro el rumbo que tomarán las distintas administraciones gubernamentales.
En este escenario aún cambiante, la industria financiera tiene la gran oportunidad de ratificar el rol fundamental que ejerce como principal fuente de inversión y financiamiento de los negocios en la región. Frente a la volatilidad e incertidumbre -e independientemente de dónde provenga esta-, nuestra industria puede ser aquella que trace una perspectiva que tenga como foco el lograr economías cada vez más inclusivas y sostenibles en la región. Un propósito de largo plazo, con la capacidad de trascender países, visiones de gobierno o preferencias políticas.
Es indudable que, incluso con los sólidos fundamentos macroeconómicos mostrados por los países de Latinoamérica, el contexto regional presenta aún grandes desafíos, con más de 200 millones de latinoamericanos afectados por la pobreza durante el 2021, según cifras de la CEPAL. Pero solo el impulso de una mirada de largo plazo nos permitirá abordar dichos retos de forma estratégica, teniendo a la inclusión financiera como nuestro más poderoso aliado para seguir generando bienestar. Porque la inclusión financiera, con mirada de largo plazo, puede impactar de forma directa en la mejora de la calidad de vida de las personas, en su inclusión dentro del círculo virtuoso de la formalidad -a través del acceso a nuevos mecanismos de ahorro y financiamiento, de un mejor manejo de riesgos financieros, de un impulso al desarrollo de negocios, entre otros- y, por consiguiente, en la reducción de la pobreza.
Bajo un entorno complejo como el actual es cuando nuestra industria regional debe acelerar ese propósito de incluir financieramente a cada vez más ciudadanos. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, según las últimas cifras del Índice de Inclusión Financiera (IIF) de Credicorp, elaborado por Ipsos en siete países de la región (Perú, Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia, México y Panamá), apenas 4 de cada 10 ciudadanos está plenamente incluido en el sistema financiero formal de Latinoamérica. Y, en países como México, Bolivia, Perú y Colombia, esta cifra puede incluso descender hasta 1 de cada 10.
En la aceleración de ese propósito de inclusión, la tecnología será el principal catalizador que nos permitirá llegar más rápido, estar más cerca y hacerles la vida más simple a los ciudadanos de nuestra región. Hoy, esa palanca digital que a nosotros nos permitió, por ejemplo, incluir financieramente a más de 1.6 millones de peruanos durante el 2021, puede hacer la diferencia entre lograr o no el tan ansiado despegue de la inclusión financiera en Latinoamérica. Por ello, es indispensable que como industria sigamos profundizando en nuestros servicios y productos digitales para alcanzar a ese 64% de ciudadanos que, según el Estudio de Inclusión Financiera y Digitalización, todavía no usa plataformas digitales para transacciones financieras.
La ardua tarea de inclusión de nuestros ciudadanos en la formalidad y en el desarrollo no puede parar, ponerse en pausa o depender de vicisitudes políticas. El sector privado y, en particular la industria financiera, tienen la oportunidad de seguir asumiendo ese reto y liderando esta valiosa tarea de inclusión, mientras las nuevas administraciones gubernamentales elegidas en la región definen sus prioridades, estrategias y banderas. Todo ello, en beneficio de los ciudadanos de nuestra región.
--Los puntos de vista y opiniones expresados en este artículo son de Gianfranco Ferrari. El contenido no debe ser tomado como un consejo de inversión.
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