Trigo y maíz: ¿en qué momento Colombia prefirió importar más que producir?

Mientras la producción de trigo local es casi inexistente, la de maíz tiene más oportunidades, pero el país es altamente dependiente de las importaciones

El maíz se cosecha en un campo.
21 de junio, 2022 | 03:00 AM

Bogotá — Prácticamente la totalidad del trigo y cerca del 80% del maíz que se consume en el país en la actualidad es producto importado, por lo que la crisis logística global y la guerra en Ucrania ha puesto más presión a los precios de los productos de consumo diario que requieren de cereales como el pan, cuyo precio mínimo podría dispararse a $1.000 por unidad a finales de año, según pronósticos del sector.

“De acá a final de año no tendremos pan de $700. Llegamos a los $1.000″, dijo en entrevista con Bloomberg Línea el gerente general de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), Henry Vanegas.

La inflación fue de 9,07% anual en mayo pasado en Colombia, un aumento de 5,77 puntos porcentuales (pps) frente al mismo mes de 2021 (3,30%).

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El alza en el precio de los insumos, principalmente de los fertilizantes, ha afectado a los productores de cereales -en un país que consume cerca de 25 kilogramos por persona al año de pan- y pasaron de pagar unos $80.000 a $242.000 por el bulto de urea - fuente de fertilización nitrogenada-.

“Normalmente, el costo de la fertilización en el caso del maíz, que es uno de los (cereales) más sembrados, está en $1 millón, hoy está en $3 millones”, advirtió el directivo, quien expone la alta dependencia que existe en el país a las importaciones.

Los mejores años para la producción del maíz fueron hasta la década de los 90, cuando Colombia llegó a producir 760.000 hectáreas, mientras que en la actualidad son apenas 400.000 a medida que se ha ido aumentando la proporción de maíz tecnificado y se ha ido disminuido la producción tradicional.

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La dependencia a las importaciones

Un vendedor prepara productos en el mercado de Silvia en Cauca, Colombia, el martes 10 de mayo de 2022.

Desde la apertura económica del 90 “no hubo en paralelo una política que estimulara la producción local, ni de alimentos, ni de materias primas, ni de productos para exportar. Los puertos nuestros están llenos no de la oferta de Colombia ante el mundo, están llenos de importación”, comentó el gerente general de Fenalce.

“La industria sustituyó el sorgo en la industria de balanceados y empezaron a utilizar maíz a partir de la apertura. Se abandonó la materia prima del sorgo, que la misma industria había traído en la década del 60, y quedamos dependiendo solamente de maíz, eso hace que hoy en día el 80% del maíz que se consuma en el país sea importado”, agregó.

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De acuerdo a Fenalce, la totalidad del maíz que utiliza la industria de balanceados es producto importado, lo que ha vuelto insostenible, a su juicio, producir pollo, huevos, cerdo, pescado, leche, alimento para las mascotas, entre otros productos, en medio de la escalada de la inflación y la crisis logística según explica.

“Nosotros éramos autosuficientes del maíz hasta el 91, pero se empezó a estimular fue la importación. Estamos beneficiando a los productores de otras latitudes y no al productor local”, comentó Vanegas.

Incentivos a la industria local

En este sentido, Vanegas abogó por una política que incentive la producción local e incluso consideró oportuno revisar los TLC, como lo han mencionado ya los actuales candidatos a la Presidencia Gustavo Petro, de Colombia Humana, y Rodolfo Hernández, de Liga de Gobernantes Anticorrupción.

“Sin necesidad de cerrarnos debemos tener opciones de producción competitiva, crédito mucho más barato, más asequible y con mayor cobertura. Y que exista por parte del Gobierno una infraestructura de secamiento y de almacenamiento para lograr los básicos agroalimenticios porque todo eso desapareció”, afirmó.

Henry Vanegas resume que se requieren incentivos para la capitalización rural y un programa de reactivación de la producción local, al menos de los granos básicos agroalimenticios, lo que define como una política de seguridad alimentaria.

“Hay que volver a tener la infraestructura de postcosecha, para secar y almacenar, y luego los molinos, que ya hoy están en desuso y en obsolescencia. Entonces el problema es que el Gobierno y la industria creyeron que esto era temporal, de ‘todo lo que sube baja’, dicen muchos de los conocedores del mercado, pero resulta que llevamos dos años y no baja”, lamentó.

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¿Qué pasó con el trigo?

Espigas de trigo en un campo del Reino Unido Fotógrafo: Chris Ratcliffe/Bloomberg

A pesar de los esfuerzos que se realizaron hasta la década de los 60 para aumentar su producción en el país y las investigaciones para avanzar en la materia, “el cultivo de trigo en Colombia siempre ha sido poco eficiente, ha mostrado bajo rendimiento y por eso a través de los años ha bajado su producción, que nunca ha sido buena, pero ahora está en su más mínima expresión”, explicó a Bloomberg Línea la directora de la Cámara Fedemol de la Andi, Pilar Ortiz.

Según Fedemol, que representa los intereses de la industria de molinería del trigo en Colombia, en el país hay apenas 2.400 hectáreas sembradas con ese cereal, que equivalen a 6.800 toneladas, mientras que hace 20 años la producción alcanzaba las 56.674 toneladas.

De cualquier forma, la producción nacional de trigo no ha tenido mayor peso en el mercado local y en la actualidad Colombia importa 1,9 millones de toneladas, lo que cubre todo el consumo de las personas en el país.

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“El Gobierno en un momento hizo el ejercicio de traer semillas e innovación, pero realmente la vocación del suelo no nos da para que el trigo sea un cultivo de alto rendimiento en Colombia. Creo que esa ha sido la razón por la cual año tras año cada día se disminuyen las hectáreas cultivadas en Colombia, cosa que no pasa con el maíz”, afirmó Ortiz.

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Pero dada la dependencia que existe con las importaciones, en un escenario de alta inflación Colombia también se ha visto impactada por la guerra en Ucrania, dado que ese país y Rusia exportan el 30% del trigo que se consume a nivel mundial, lo que ha generado volatilidad e inseguridad sobre la disponibilidad del producto de ambos mercados.

A esto se suman los impactos de la logística marítima internacional y los efectos climáticos, que también han generado estragos y han disminuido el volumen de importantes productores como Canadá, que redujo su cosecha en un 33%, mientras que EE.UU. también está presentando efectos.

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¿Revivir el trigo o impulsar el maíz?

Colombia ha desarrollado más su vocación en la industria molinera, que se encargan de producir 1,3 millones de toneladas de harina de trigo fortificada que se destinan para la elaboración del pan artesanal e industrial, galletas y pasta.

En total, el país tiene 40 plantas molineras distribuidas en Bogotá, Cauca, la Costa Atlántica, Cundinamarca, Nariño, Risaralda, Santander y Valle del Cauca que generan 120.000 empleos directos e indirectos. En 2021, el país exportó US$121,8 millones en productos derivados del trigo.

Desde Fedemol ven muy complicado que Colombia pase a ser productor de trigo, pues se requieren grandes extensiones de tierra en clima frío y toda una infraestructura logística con la que el país no cuenta en la actualidad.

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Henry Vanegas, de Fenalce, también señala que cambió la cultura del pan en Colombia y ahora el trigo importado cumple con las funciones de la demanda actual: “Simplemente, lo remojan, le ponen levadura y lo meten a hornear”.

“El trigo nacional es más para galletería, para mezclarlo en parte y rendirlo con el importado, y para cuchucos y sopas, que es una tradición cundiboyacense”, por lo que en cualquier caso se requeriría comprar en otros mercados, añadió.

Aun así, ve posible que para estos usos se sustituya un 25% o 30% de las importaciones, lo que implicaría producir de 500.000 o 600.000 toneladas de trigo al año en rotación con la papa para que fuera viable económicamente.

Pero ante estos desafíos “no necesitamos hacerle mucha fuerza al trigo, lo que necesitamos es impulsar el maíz, que es el llamado a sustituir gran parte de ese consumo”, dijo.

“El maíz tiene muchos más usos y eso lo hace mucho más competitivo, no va a seguir el mismo camino que el trigo”, proyectó Vanegas, para quien “los granos básicos agroalimentarios van a ser la base de la economía. Nos van a tener que enseñar economía con granos básicos y sin granos básicos, así como antes nos enseñaban economía sin café o con café”.

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