Crédito Real: del auge de los créditos a la crisis del impago en 30 años

A casi 30 años de haber iniciado operaciones, la prestamista no bancaria mexicana deja alertas a los inversionistas

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Ciudad de México — Crédito Real, una financiera mexicana que hace unos años buscaba convertirse en un banco, ahora no puede pagar sus deudas y lucha por mantener sus operaciones.

El camino de la prestamista inició hace tres décadas, cuando se estableció como el brazo crediticio de Mabe, el fabricante de línea blanca de la familia Berrondo. El experimento inicial, encabezado por Ángel Francisco Romanos Berrondo, duró poco. El golpe de la crisis de 1994 casi la lleva a desaparecer.

Tras un letargo de años, el negocio de créditos que son pagados vía nómina abrió una nueva oportunidad para la financiera en la década del 2000, una apuesta que le permitió convertirse en el mayor prestamista no bancario de México.

El negocio atrajo al inversionistas Nexxus Capital en 2007, un impulso que permitió perfilar a Crédito Real a su debut en la Bolsa Mexicana de Valores en 2012 y la emisión de deuda en mercados nacionales e internacionales.

Los recursos obtenidos impulsaron a Crédito Real a poner en marcha una estrategia para consolidar su posición mediante adquisiciones.

En la década de 2010, Crédito Real logró crear un conglomerado que brinda diversos servicios financieros, desde créditos automotrices, grupales, a pequeñas y medianas empresas (Pymes) y asesoría a personas con problemas para responder a sus obligaciones financieras.

Las operaciones de Crédito Real ya no sólo se enfocaban en México, sino en Estados Unidos y varios países de América Latina, como Costa Rica, Nicaragua y Panamá.

La posición de Crédito Real escaló y permitió que en 2015 se planteara la posibilidad de adquirir un banco, de acuerdo con una entrevista realizada por Forbes México a Ángel Francisco Romanos Berrondo, quien encabezó la compañía por varios años.

Los resultados de la prestamista no bancaria generaban ganancias por lo que Romanos Berrondo consideró en algún momento que podían ser la novena institución financiera en México.

Del sueño a la realidad

Luego del auge de mediados de la década pasada, el panorama de Crédito Real cambió los últimos meses.

Las calificadoras Standard & Poor’s (S&P) y Fitch Ratings redujeron sus calificaciones crediticias a finales de 2021 ante las condiciones adversas de mercado en la región, argumentando que podrían seguir minando la confianza de los inversionistas globales, debilitando la posición de fondeo y liquidez.

Meses después, Crédito Real incumplió el pago de un bono emitido en franco suizos y de la deuda bancaria que tenía con el banco francés BNP Paribas en abril.

“Consideramos que la entidad mostró una ejecución deficiente para desacelerar el ritmo de originación de crédito a fin de mejorar su liquidez a través del repago de créditos y la acumulación de fondos internos”

escribieron analistas de S&P en una nota en febrero de 2022.

La situación ha llevado a algunos directivos y a casi todos los consejeros a dimitir en los últimos días, prendiendo las alarmas de los inversionistas, algunos de los cuales tienen congeladas sus inversiones, ya que las acciones de la empresa se encuentran por ahora suspendidas de la Bolsa Mexicana de Valores.

Entre los movimientos se encuentra la salida de la presidencia del Consejo de Administración de Ángel Francisco Romanos Berrondo. La empresa defiende que busca una reestructuración ordenada de sus operaciones que garanticen su continuidad.

Los planes de realizarlo bajo el Capítulo 11 del Código de Bancarrota de Estados Unidos fueron descontados luego de que la compañía dio por terminada su relación con sus principales asesores.

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