Bogotá — A las 8:00 de la mañana se abrieron las urnas en Colombia para que se elija al próximo presidente. Los candidatos de la segunda vuelta representan el voto antisistema, pero también son reconocidos como populistas, aunque de corrientes distintas.
Si bien el origen empresarial de Rodolfo Hernández lo hace ser percibida como un candidato promercado, varios expertos han cuestionado muchas de sus propuestas para los próximos años porque no parecieran tener un sustento fiscal.
Del otro lado, Gustavo Petro, un líder de izquierda ex guerrillero que dejó las armas hace más de 30 años, ha sido senador por varios años y también fue alcalde de Bogotá. Entre sus propuestas hay varias que generan preocupación porque generarán gasto del Estado, aumentando su tamaño.
Para comprender por qué los dos son asociados con posturas populistas hay que partir de la base que el populismo se refiere a una postura política que pretende hablar en nombre del pueblo y defender su interés común de supuestos enemigos.
Con este pretexto, los populistas intentan suprimir la oposición y desconocer los límites de sus mandatos. Este tipo de regímenes suelen adoptar una postura populista en todas sus plataformas, pero no siempre.
Pueden tener una agenda de este tipo en algunas cuestiones y una visión ortodoxa en otras. Los populistas pueden inclinarse por el liberalismo o el conservadurismo y tener un sesgo de derechas o de izquierdas.
Uno de los temas que llama la atención con respecto a los dos candidatos es su capacidad de conformar equipo. En el pasado, cuando fueron alcaldes, Petro en Bogotá, y Hernández en Bucaramanga, tuvieron dificultades para relacionarse con sus secretarios, al punto que fueron calificados de prepotentes y soberbios incapaces de escuchar a técnico expertos en diferentes temas.
Al respecto, Germán Camilo Prieto, profesor asociado del Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Javeriana, aseguró con respecto a Hernández que “ha demostrado desconocimiento del funcionamiento del Estado y también una incapacidad técnica”.
Sobre su temperamento y su capacidad de relacionarse con las instituciones en caso de que encuentre en ellas trabas para ejecutar su programa de Gobierno dice Prieto que “lo preocupante no es lo que haga a las instituciones, sino que lo hace con un nivel de populismo muy grande y seguro tendrá el apoyo de mucha gente a la que le parecerá bien que él haga esas cosas a las patadas y de cualquier forma”.
Pese a ello el profesor javeriano asegura que las instituciones en Colombia son lo suficientemente sólidas para sobrellevar las andanadas de un presidente popular. “Creo que la institucionalidad en Colombia es suficientemente fuerte para que así un presidente la quiera tumbar o saltársela esta resista. Fíjese que, en los dos periodos de Álvaro Uribe, que también trató de desbaratar la institucionalidad, hubo muchas coas que no pudo sacar adelante porque las cortes lo pararon, y lo mismo hicieron en otros temas el Congreso y los entes de control, y Uribe era muchísimo más preparado y muchísimo más conocedor del funcionamiento del Estado, Hernández en cambio no”.
Así mismo, Felipe Hernández, del equipo de Bloomberg Economics, dice que “los populistas buscan socavar otros poderes del Estado y los partidos políticos que desafían sus acciones. También buscan un mayor control de los medios de comunicación para minimizar las críticas y controlar el discurso. Muchos intentan prolongar su gobierno, normalmente a costa de procesos electorales transparentes”.
Además, el experto de Bloomberg Economics dice que “una ola de populismo ha recorrido cuatro de las mayores economías de América Latina en los últimos cuatro años, en medio de un creciente descontento con la política de siempre y la distribución de los ingresos, todo ello exacerbado por la pandemia. El panorama político de la región es preocupante. El populismo es intrínsecamente malo para las instituciones democráticas, que ya eran débiles y estaban siendo atacadas en muchos países”.
Así mismo, Wilson Tovar, jefe de Investigaciones Económicas de Acciones y Valores recuerda que “el caso de Petro y Hernández es más de lo que ya hemos visto. Pasó con Boric en Chile, y Castillo en Perú, y del otro lado con Bolsonaro en Brasil. Los políticos tradicionales no se han dado cuenta que no pueden regresar al escenario prepandemia porque la gente quiere cambios y, además, ahorita están las persona tratando de levantarse de lo que pasó”.
Hernández complementa diciendo que “las perspectivas económicas también están en peligro, ya que la incertidumbre política suele ser un lastre para la inversión y el crecimiento. Algunos populistas han adoptado políticas fiscales y monetarias responsables, lo que ha supuesto un alivio y ha limitado los inconvenientes a corto plazo. Pero la creciente tendencia a una mayor intervención gubernamental es un riesgo para el crecimiento y la economía en general a largo plazo”.
Uno de los grandes problemas que enfrentará el próximo presidente, independientemente de quién sea el ganador, es su falta de mayorías en el Congreso. El Pacto Histórico, afín a Gustavo Petro, es la principal fuerza en Senado y Cámara, pero en ningún caso cuenta con los votos suficientes para aprobar leyes sin necesitar el respaldo de otros partidos. Hernández, por su parte, no cuenta con una bancada que los respalde en Congreso, a pesar de que en segunda vuelta recibe el apoyo de varios partidos tradicionales.
“Los que tienen suficientes votos en el congreso se sienten cómodos utilizándolos para hacer las reformas necesarias para consolidar su poder. Los que cuentan con un amplio apoyo popular lo utilizan para presionar a los legisladores o recurren a los referendos para avanzar en los cambios y legitimar sus acciones. Una vez afianzado el poder, el cambio de régimen puede resultar cada vez más difícil”, concluye Hernández.