Bloomberg — Dirigida por una empresaria de 35 años de San Francisco, Vanta se convirtió en un unicornio con una valoración de US$1.600 millones el miércoles, a menos de un año de haber recaudado su primer capital institucional, un logro poco frecuente incluso en tiempos de bonanza. En algunos aspectos, la compañía parece una startup de un tiempo más “espumoso” (de capital abundante en los mercados).
La fundadora y CEO Christina Cacioppo quiere que todo el mundo sepa que no está gestionando la típica empresa tecnológica que despilfarra dinero. La compañia ha tenido el cinturón ajustado desde que fundara la empresa en 2016. Se ha negado a servir café gourmet en la oficina (compra café a granel en Costco). La empresa pagaba para que los empleados tuvieran acceso a múltiples herramientas de chat en el lugar de trabajo con funciones duplicadas (ahora solo utilizan Slack).
Los capitalistas de riesgo que durante la última década valoraron el costoso arte del crecimiento de los usuarios están de repente encantados con el ahorro y son las cosas que quieren ver en este momento. Aunque la incertidumbre económica se traduce en un menor número de inversiones, impulsa a empresas como Vanta, que esta semana recaudó US$100 millones en una operación liderada por Craft Ventures.
Sequoia Capital, que dirigió la anterior ronda de Vanta y participó también en esta, ve a Cacioppo como una fundadora para este momento. “Ha tomado un conjunto de decisiones a lo largo del camino que les ha permitido mantenerse firmes”, dijo Andrew Reed, un socio de la firma. “El mercado está premiando a las empresas disciplinadas”. El software de Vanta ofrece a las empresas una forma de hacer que sus sistemas cumplan fácilmente las normas de seguridad de datos.
Para hacer llegar el mensaje, Cacioppo invitó al director general sénior de Sequoia Heritage de la rama de gestión de patrimonios de la empresa, Kevin Kelly, a pronunciar el mes pasado un discurso desalentador ante los 250 empleados de Vanta. Kelly adaptaba una discurso que Sequoia dio a los líderes de sus empresas de cartera sobre cómo sobrevivir a los tiempos difíciles.
Cacioppo puso en marcha Vanta en 2016, cuando los días eran más prometedores. Abandonó su puesto de directora de producto en el proveedor de almacenamiento de archivos Dropbox Inc. (DBX), donde conoció las complejidades de la seguridad de los datos de las personas. Hacer posible que las startups logren los mismos estándares que una gran empresa (el montón de acrónimos y números, como SOC 2, ISO 27001, HIPAA y GDPR) les permitiría competir por los mismos clientes preocupados por la seguridad. Además, ejecuta constantemente las herramientas de cumplimiento y permite a las startups demostrar rápidamente a sus posibles clientes que son cuidadosas con los datos. El nombre Vanta es un juego de palabras con la palabra ventaja (advantage, en inglés).
David Sacks, socio en Craft, dijo que reconocía la importancia del cumplimiento de la normativa cuando decidió liderar la inversión en Vanta. Con anterioridad a la cofundación de Craft, se encargó de Zenefits, una startup de recursos humanos, cuando ésta no cumplía con las normas de concesión de licencias de seguros. J Zac Stein, socio de riesgo de Craft y miembro de la junta directiva de Vanta, dijo que “El costo de no cumplir con las normas o de tener una violación de la seguridad es enorme”.
El año pasado, Vanta generaba ingresos a un ritmo anual de US$10 millones, según la empresa. Cacioppo no quiso revelar las cifras de ventas de este año. Vanta no es rentable, aunque lo ha sido en ocasiones en el pasado, dijo, y por ahora ha optado por el crecimiento sostenible en lugar de la rentabilidad.
La nueva financiación eleva el total de Vanta a unos US$163 millones. La empresa considera que el triunfo en la recaudación de fondos se debe a la capacidad de la empresa para crecer sin despilfarrar. “El año pasado, el juego era “crecimiento a toda costa”, dijo Cacioppo. “Este año, es ‘el efectivo es el rey”.
Este artículo fue traducido por Miriam Salazar