La situación geopolítica dejó en evidencia la necesidad de establecer políticas públicas para evitar una crisis alimentaria, nutricional y humanitaria en la región altamente dependiente de la importación de materias primas.
Durante la IX Cumbre de las Américas, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), presentó un documento con una serie de propuestas que pretenden combatir la inseguridad alimentaria y asegurar el desarrollo sostenible.
La propuesta cuenta con cuatro ejes estratégicos que retoman los consensos alcanzados por los ministros de Agricultura de las Américas -tras varias jornadas de debate coordinadas por el organismo- alrededor de 16 mensajes clave sobre el papel irremplazable de la agricultura, que el continente presentó ante la Cumbre de Sistemas Alimentarios 2021 de las Naciones Unidas.
1. Fortalecimiento y transformación. Los sistemas agroalimentarios deben mejorar sus sistemas de abastecimiento y distribución de manera que cumplan su papel en el desarrollo económico, el empleo decente y las exportaciones, basado en un sector privado dinámico, que incluya a las mujeres, las minorías y los jóvenes.
2. Desafíos y oportunidades. El comercio agroalimentario debe mejorar su desarrollo de manera que promueva y facilite el comercio intrarregional de productos alimentarios, que hoy no está siendo aprovechado en todo su potencial por problemas como la insuficiencia en la infraestructura y logística, y la ausencia de una adecuada convergencia regulatoria.
3. Tecnología e innovación. Las herramientas tecnológicas y en constante innovación deberían ser instrumentos centrales para una producción agroindustrial eficiente y sustentable y para cerrar brechas de productividad.
4. Inclusión económica. la necesidad de facilitar la inclusión económica y social reforzando al sistema cooperativo. En ese sentido, se señala que la crisis está poniendo a la agricultura familiar bajo presiones adicionales a las que ya venía sufriendo.
En palabras de Manuel Otero, director general del IICA “un mal funcionamiento de los sistemas agroalimentarios de la región –agrega- además de afectar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del planeta, también puede acarrear externalidades negativas para el resto del mundo, como la migración en condiciones de estrés y mayor vulnerabilidad social”.