Bloomberg — El Banco Central Europeo dejará de comprar activos a gran escala en tres semanas, un paso clave para hacer frente a una inflación en niveles récord. La decisión también prepara el terreno para la primera subida de tasas en la zona del euro en más de una década.
Ante las nuevas previsiones que apuntan a una trayectoria más rápida de los precios en la zona del euro de lo que se creía, junto con una recuperación más débil de la pandemia, los funcionarios acordaron detener la compra neta de bonos a partir del 1 de julio en el marco de un programa de la era de la crisis que comenzó en 2015.
El tipo de depósito, actualmente en el -0,5%, se elevará en un cuarto de punto el mes que viene, y de nuevo en esa cantidad o más si la inflación justifica una postura más dura.
Los movimientos en las dos próximas reuniones pondrían fin a una racha de ocho años donde los costos de endeudamiento han estado por debajo de cero, en línea con un plan establecido anteriormente por la presidenta Christine Lagarde.
“Más allá de septiembre, y sobre la base de su evaluación actual, el Consejo de Gobierno anticipa que será apropiada una trayectoria gradual pero sostenida de nuevos aumentos de tasas”, dijo el BCE en un comunicado.
El euro cayó hasta un 0,2% frente al dólar tras la decisión, hasta los 1,0692 dólares, después de haber cotizado con pocos cambios antes del anuncio.
Si bien las decisiones del jueves cristalizan el fin años de estímulo, todavía lo ubican por detrás de los más de 60 otros bancos centrales mundiales que ya han subido sus tasas este año.
Los anuncios se producen tras otro inesperado aumento de la inflación en la zona euro, que se situó en el 8,1% en mayo, más de cuatro veces el objetivo oficial. El aumento de los precios está afectando a los hogares a lo largo del continente, y los gobiernos están gastando miles de millones de euros para proteger a los ciudadanos de la subida de los costos de energía, provocados en buena medida por la invasión rusa de Ucrania.
La incesante inflación está alimentando un intenso debate entre los funcionarios del banco central sobre la magnitud de la subida de tasas de julio. Un contingente considerable está presionando para que se considere una subida de 50 puntos básicos, igual a la más reciente de la Reserva Federal.
Los halcones pueden sentir que tienen el impulso en la actualidad y se han manifestado en las últimas semanas en favor de un movimiento de tasas para mantener las expectativas de inflación bajo control. Aunque Lagarde y su vicepresidente, Luis de Guindos, se encuentran entre los funcionarios que no han descartado una medida de este tipo, la mayoría parece estar a favor, por ahora, de un aumento menor.
Para subrayar la sensación de incertidumbre, los inversores valoraron esta semana la posibilidad de una subida de medio punto en julio en un 50%. Mientras las presiones sobre los precios persisten y la economía pierde impulso, las nuevas perspectivas del BCE mostraban una inflación a medio plazo por encima o en el rango objetivo.
Esta semana, las previsiones del Banco Mundial y de la OCDE han reforzado los temores de estanflación, ya que la guerra de Ucrania mina la confianza y las interrupciones de la cadena de suministro en Asia frenan las fábricas. Aunque el pico de inflación mundial puede haber pasado, Barclays predice una leve recesión en la zona euro después de que desaparezca el derroche en vacaciones de verano.
Los economistas encuestados por Bloomberg son menos pesimistas, aunque esperan fuertes recortes en las perspectivas del BCE para los próximos dos años. Durante ese tiempo, el bloque monetario está a punto de ampliarse a 20 miembros con la incorporación de Croacia el 1 de enero.