Bloomberg — En noviembre, escribí que Elon Musk parecía estar entrando en una fase de Ícaro. Tesla (TSLA) y SpaceX estaban en racha, la riqueza de Musk estaba alcanzando cifras enormes -su patrimonio alcanzó un máximo un día después de la publicación de esa columna: más de US$340.000 millones- y estaba volando casi demasiado cerca del sol.
Desde entonces, Musk ha actuado de forma aún más imprudente que de costumbre, aventurándose más allá de los golpes de efecto en Twitter y las críticas al presidente de EE.UU., Joe Biden. Esto al punto de que su credibilidad se está viendo minada.
Dejemos a un lado el acuerdo con Twitter, valorado en US$44.000 millones, del que Musk está tratando de renegar, y consideremos el drama de Tesla, causado enteramente por su CEO.
El pasado jueves por la noche, Reuters informó que Musk había enviado un correo electrónico a otros ejecutivos de la compañía de vehículos eléctricos diciendo que tenía un “súper mal presentimiento” sobre la economía, y que quería despedir al 10% de los empleados de la compañía.
Fue una gran primicia que ninguna otra organización de noticias fue capaz de igualar. La abrumadora postura de Tesla en los últimos años ha sido la de no interactuar con los principales medios de comunicación. No hubo ninguna publicación en de blog, ni presentación regulatoria, ni confirmación, ni desmentida, ni aclaración, ni elaboración de lo que informó la agencia de noticias.
El viernes, las acciones de Tesla se desplomaron. Observadores que han seguido a la compañía desde sus albores imaginaron que seguramente llegaría un correo electrónico de Musk al respecto, y estábamos en lo cierto. Se dirigió a todos los miembros de la empresa, y dijo que los recortes que había conjurado sólo alcanzarían a los puestos asalariados (es decir, no a quienes perciben un sueldo por hora).
No había terminado. Respondiendo a uno de sus mayores fans que dijo que el número de empleados de Tesla aumentará en los próximos 12 meses, Musk tuiteó el sábado que, efectivamente, el número total de empleados de Tesla aumentará, y que sus filas asalariadas “deberían mantenerse bastante planas.” Para que no se le critique por esta marcha atrás, ese fanático y otros comenzaron a atacar a Reuters y su informe inicial. Incluso la madre de Musk se metió en el asunto.
Hay grandes diferencias entre recortar el 10% de los empleados de Tesla, recortar el 10% de su plantilla asalariada y mantener el personal asalariado bastante plano. ¿En qué momento el cambio de tono de uno, a otro, a otro, en un lapso de tres días lleva a la gente a dejar de tomar en serio al mensajero? Esto es más que torpe para el CEO de una empresa que ha dejado de ser una startup y es uno de los miembros más valiosos del S&P 500.
Los admiradores de Musk han sido indulgentes con sus errores, a menudo porque sus declaraciones de este estilo podían explicarse como objetivos optimistas para motivar a su equipo. En mayo de 2019, por ejemplo, Tesla recaudó miles de millones de dólares de Wall Street después de que Musk dijera a los inversores que la tecnología de autoconducción se había convertido en la nueva vocación de la empresa. Afirmó que el fabricante de automóviles tendría 1 millón de robotaxis en la carretera al año siguiente. Algunos clientes están probando ahora las funciones de autoconducción total (FSD, por sus siglas en inglés), pero se trata de una denominación errónea: la propia Tesla reconoce que el FSD no es más que un producto de asistencia al conductor.
Es más difícil ser magnánimo cuando Musk escribe con ligereza sobre el destino de los aproximadamente 100.000 empleados de Tesla. Comunicar de forma tan descuidada llevará incluso a los partidarios más acérrimos de Musk a ser más circunspectos sobre lo que dice que harán sus empresas a continuación.
