Cómo lograr que Wall Street deje los combustibles fósiles y adopte energía limpia

La modificación de las reglas de capital para dar prioridad a la inversión verde, un precio global del carbono y la financiación público-privada podrían lograr que los bancos movilicen su dinero

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Bloomberg — El costo de la reconfigurar la economía mundial para que funcione con energías limpias será superior al producto interior bruto de todo el mundo.

Los responsables de formular las políticas y los activistas que se dedican a recaudar los US$100 billones que, según se calcula, se necesitarán en las próximas tres décadas, saben que los gobiernos por sí solos no pueden pagar esta factura: Wall Street tiene que sumarse a la transición energética. Las posibilidades de descarbonizar el mundo dependen en gran medida de que los banqueros se dejen convencer para que sus dólares se alejen de los combustibles fósiles y se dirijan a las energías renovables.

Ya sean zanahorias o palos, las opciones que se barajan son múltiples, según entrevistas con banqueros actuales y antiguos, organizaciones sin fines de lucro y académicos. Incluyen desde la introducción del precio del carbono hasta el ajuste de las reglas de capital y el fomento de las asociaciones de financiación con capital de origen público y privado. Y la urgencia todo no hace más que aumentar, al tiempo que los científicos advierten de que el mundo se está calentando a un ritmo cada vez más rápido. Además, la guerra de Ucrania subraya los peligros de la dependencia de los combustibles fósiles.

“El reto de cómo incentivar a los bancos para que pasen de las actividades con alto contenido de carbono a las ecológicas es en realidad un reto de cómo incentivar a los banqueros”, dijo Rhian-Mari Thomas, exbanquera de Barclays Plc (BCS) que ahora dirige el Instituto de Finanzas Verdes de Londres, respaldado por el gobierno británico.

“Cambiar los comportamientos en el sector de los servicios financieros tiene que ver con las personas: Se trata de la visión, el liderazgo y, en última instancia, la valentía de renunciar a hacer el negocio que entiendes por operaciones que no te resultan familiares, todo ello dentro de una cultura en la que se recompensa el éxito y se retiene el talento a través de las primas.”

El dinero es el lenguaje de las grandes finanzas, y conversar en la lengua materna de Wall Street es una necesidad para los que proponen ideas sobre cómo se pueden suprimir las emisiones de carbono. Las primas de los banqueros se determinan en función del rendimiento de los fondos propios, una medida de rentabilidad que a su vez se ve influida por los ingresos que genera el banco y la cantidad de capital que se le exige, dijo Thomas, antigua directora mundial de banca verde en Barclays.

El seguimiento de los dólares y las emisiones hasta los requisitos de capital es una idea que los inversionistas y los reguladores han barajado durante algunos años, y, en opinión de Thomas, las normas son una palanca potencial que “podría tener un impacto para cambiar los comportamientos”.

Si se exigiera a los bancos que mantuvieran menos activos frente a los préstamos a empresas y proyectos ecológicos que a los combustibles fósiles, este tipo de préstamos sería más atractivo. Los bancos han ayudado a organizar unos US$175.000 millones en préstamos y ventas de bonos para empresas de petróleo, gas y carbón en lo que va de año.

Pero los criterios son divergentes. En un informe de octubre, el Banco de Inglaterra echó un balde de agua fría a la idea de utilizar el llamado “factor de apoyo verde”, que reduce los requisitos de capital para ciertas inversiones respetuosas con el clima, como las hipotecas de bajo consumo o los autos eléctricos, y un “factor de penalización marrón” que sometería los préstamos a los combustibles fósiles a una mayor carga de capital.

El marco regulatorio del capital “no es la herramienta adecuada para abordar las causas del cambio climático (las emisiones de gases de efecto invernadero)”, argumentaba el informe, y aunque los requisitos de capital podrían utilizarse para afectar directamente a las decisiones de financiación e inversión, “no es probable que sean eficaces a menos que se calibren a niveles muy altos” que provoquen una amplia erosión del capital en el sistema o la acumulación de riesgos en otros ámbitos.

Sin embargo, la idea sigue viva. Justo el mes pasado, la Autoridad Bancaria Europea pidió opiniones sobre un nuevo documento sobre “el papel de los riesgos medioambientales en el marco prudencial”, que analiza cómo pueden o deben ajustarse las reflas de capital a la luz de la crisis climática.

Para James Vaccaro, antiguo banquero especializado en energías renovables que ahora dirige la Red de Préstamos Seguros para el Clima, que trata de alinear las políticas y acciones de préstamo de los bancos con un futuro en el que el aumento de la temperatura global se mantenga por debajo de los 1,5 grados centígrados, las ponderaciones de capital podrían ser más eficaces para desalentar los préstamos fósiles que para estimular los negocios verdes.

Kolman dijo que, aunque los reguladores probablemente no lleguen a prohibir directamente que los bancos financien la expansión de los combustibles fósiles, podrían exigir a los bancos que mantuvieran el 100% del capital contra ese préstamo, en lugar del requisito típico de alrededor del 8%.

“Desde el punto de vista del comportamiento, eso cambia realmente la dinámica de los bancos y parece una píldora venenosa sobre los precios”, dijo Vaccaro. “Desde el punto de vista de la estabilidad financiera, lo que sabemos es que cuanto más aumenta la cantidad de combustibles fósiles, mayor es el riesgo sistémico. No puede haber estabilidad financiera cuando hay inestabilidad planetaria”.

Cuando se trata de incentivar los préstamos para proyectos verdes (un área de financiación que, según el exgobernador del Banco de Inglaterra y defensor de la financiación climática, Mark Carney, necesita más del doble de los niveles actuales), Vaccaro sugiere que los ajustes de capital pueden no ser el mejor enfoque. En su lugar, afirma que la financiación combinada sería una mejor herramienta para canalizar grandes sumas hacia las energías renovables. La financiación combinada, también conocida como “de-risking” (reducción del riesgo), se refiere a un enfoque en el que los gobiernos se comprometen a asumir las primeras pérdidas de un préstamo si los bancos aceptan proporcionar una pila de dinero para un acuerdo. La financiación combinada fue un tema clave en la COP26, la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que se celebró en noviembre de 2021, pero todavía no se han materializado muchos acuerdos importantes.

Para Rama Variankaval, responsable mundial del centro de transición del carbono de JPMorgan Chase & Co. (JPM), la mejor manera de acelerar la transición sería desarrollar un sistema de fijación de precios del carbono que los bancos puedan aplicar a sus operaciones. “Lo que hay que cambiar es el precio relativo entre las iniciativas intensivas en carbono y las verdes, y las normas de capital de los bancos lo seguirían de forma natural”, dijo Variankaval, con sede en Nueva York. “De repente, eso empezaría a manifestarse en la forma de hacer el análisis del crédito y de evaluar los proyectos verdes”.

El llamamiento de Variankaval se hace eco de otro tema de la COP26 que aún no ha cobrado fuerza. Un precio global del carbono requeriría la voluntad y la coordinación de los líderes mundiales en un momento en el que las tensiones geopolíticas son las más altas de los últimos años.

“No es de extrañar que los bancos exijan “incentivos” para ser social y ambientalmente útiles en la transición”, dijo Agnieszka Smolenska, profesora adjunta de la Academia de Ciencias de Polonia e investigadora asociada del Instituto Bancario Europeo. “Todos los esfuerzos tras la crisis financiera (de 2008) no han erradicado el cortoplacismo en el sector financiero”.

Para Smolenska, la mejor solución para presionar a los bancos a apoyar la reforma energética podría ser simplemente exigirles que detallen cómo van a cambiar sus operaciones y actividades de financiación de acuerdo con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC. El año pasado, el gobierno de Reino Unido fue el primero en obligar a las empresas e instituciones financieras del país a publicar planes de transición. Los responsables políticos europeos están debatiendo planes que identifiquen en qué medida las operaciones de una empresa repercuten y se ven afectadas por el cambio climático, además de exigirles que publiquen objetivos cuantificables para hacer frente a cualquier desajuste con el objetivo de 1,5 ºC.

Tales planes “darían fuerza significativa” a los compromisos de los bancos con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática y son “la vía más prometedora para un compromiso a largo plazo y con visión de futuro de los bancos con la economía real con vistas a lograr la neutralidad climática”, dijo Smolenska. Esto se debe, en gran medida, a que los bancos con planes de transición que se consideren inferiores a la norma requerida pueden enfrentarse a requisitos de capital adicionales y a más intervenciones reguladoras, dijo.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.