Hambre en Latinoamérica: este es el impacto económico en personas, empresas y países

La desnutrición crónica implica para una persona hasta 14 puntos menos de coeficiente intelectual, cinco años menos de escolaridad y 54% menos ingresos. La situación en la región

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El fantasma del hambre cobra cada vez más fuerza a nivel global a medida que los precios de los alimentos básicos siguen disparándose. El año pasado se registró un aumento del 25% en la inseguridad alimentaria, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que espera que este año la situación “se deteriore aún más”.

El índice de precios de los alimentos calculados por la FAO, la agencia de la ONU, ya estaba cerca cerca de máximos históricos a principios de año como consecuencia del impacto económico de la pandemia, los elevados costos de fertilizantes y combustibles, efectos de cambio climático que afectan miles de cultivos en países productores como Brasil y retrasos en las cadenas de suministro. La invasión rusa a Ucrania, uno de los principales proveedores de granos y aceite vegetal, aceleró la tendencia alcista. Desde entonces el índice marcó sucesivos récords hasta retroceder ligeramente en su última lectura de mayo.

Según la Organización de Naciones Unidas, es precisamente este cúmulo de factores (sin contar la guerra en Ucrania) el que elevó hasta 193 millones la cantidad de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda en 53 países del mundo en 2021. Este concepto implica que la falta de alimentos representaba una amenaza inmediata para sus vidas, y la cantidad de personas en esta situación aumentó en casi 40 millones entre el año pasado y el anterior.

Expertos señalan que la desnutrición crónica durante la niñez tiene consecuencias irreversibles que incluyen un crecimiento físico limitado, un nivel educativo más bajo, deficiencias cognitivas y una productividad laboral reducida. El problema no se circunscribe a unas pocas regiones del mundo, y está sumamente presente en América Latina.

En concreto, ¿Cuál es el impacto del hambre y la desnutrición en una persona, un país y una empresa? Este es el panorama.

Los efectos a largo plazo de los platos vacíos

Pérdidas para el sector privado

El retraso en el crecimiento infantil (baja estatura para la edad), un indicador clave de desnutrición, le cuesta al sector privado de los países de ingresos bajos y medianos miles de millones de dólares en ventas y ganancias para la fuerza laboral.

Un estudio publicado recientemente por la revista The Lancet, que evaluó por más de 30 años a distintos países, entre ellos Perú y Brasil, así como cientos de empresas, y que arrojó estimaciones hasta 2021, señala que en 95 naciones de ingresos bajos y medianos el retraso en el crecimiento infantil o desnutrición crónica le cuesta al sector privado al menos US$135.400 millones en ventas al año; las empresas de las regiones de Asia Oriental y el Pacífico (US$65.900 millones) y las de los países de América Latina y el Caribe (US$46.800 millones) son las que se llevan las mayores pérdidas.

Los países cuyas empresas vieron las mayores pérdidas son China (US$57.900 millones), Perú (US$21.300 millones), Brasil (US$11.000 millones), México (US$8.200 millones), Colombia (US$4.200 millones), Filipinas (US$2.600 millones), Vietnam (US$2.200 millones) y Tailandia (US$1.400 millones).

Estas pérdidas para el sector privado suponen una proporción significativa del PIB anual de un país. En ese sentido, el informe indica que las pérdidas totales acumulan entre el 0,01% y el 1,2% del PIB anual perdido por el retraso en el crecimiento en los países abarcados por el estudio. Aunque hay algunos valores atípicos con estimaciones superiores, como en el caso de Perú, donde asciende al 10,1%.

En todas las regiones, según la investigación, los sectores más afectados por la desnutrición son los de manufacturas (minerales no metales, metales fabricados, otros), confección de prendas de vestir y alimentación.

Las pérdidas de ventas son más altas para las empresas privadas de mayor tamaño de América Latina y el Caribe, con una mediana regional anual que alcanza los US$91.125, mientras que del otro lado del espectro están las pequeñas empresas del África subsahariana (US$421,57).

Pérdidas para los trabajadores

En cuanto a los ingresos mensuales perdidos por los individuos afectados por la desnutrición, el estudio señala que estas oscilan entre los US$2 dólares en Tanzania y los US$113 en Brasil. Aunque las pérdidas pueden aumentar, según el sector.

A nivel general, el porcentaje de pérdida de ingresos para estos empleados fue aproximadamente de un 15% sobre el posible total. Asia Oriental y el Pacífico, seguida de América Latina y el Caribe registran las mayores pérdidas totales de ingresos mensuales para la mano de obra.

Está demostrado que los niños con desnutrición crónica van a tener 14 puntos menos de coeficiente intelectual, cinco años menos de escolaridad y 54% menos ingresos, si vemos los estudios de The Lancet y Maternal & Child Nutrition”, señaló Juan Carlos Buitrago, director de la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (ABACO), a Bloomberg Línea. Esto representa una “fuga de capital social en un mundo en el que necesitamos personas cada vez más sanas e inteligentes”, dice.

Pérdidas para los países

Por su parte, el Banco Mundial señala que para el 2020, 149 millones de niños sufrían retraso en su crecimiento, lo que se traduce no solo en la imposibilidad de alcanzar su potencial genético en cuanto a altura y complexión física, sino también en limitaciones en su desarrollo cognitivo. Esto redunda en menos oportunidades e ingresos en el futuro, lo que termina impactando las economías de los países.

Buitrago indica que las investigaciones de ABACO han arrojado que “una familia pobre necesita once generaciones” para romper con el ciclo de vida en condiciones de vulnerabilidad. Y esto, insiste, puede llegar a provocar una pérdida significativa del PIB de un país. De hecho, el Banco Mundial señala que los costos económicos para la sociedad de la desnutrición alcanzan los US$3 billones anuales por la disminución de la productividad, que oscila entre el 3% y el 16%, o más, del Producto Interno Bruto en los países de ingresos bajos.

Sara Méndez, gerente de la Alianza por la Nutrición Infantil, resalta que combatir el retraso en el crecimiento durante la infancia podría reducir costos para los gobiernos relacionados con la atención de salud requerida para tratar la desnutrición o enfermedades asociadas, costos de educación por los años de repetición escolar debido a una menor capacidad de aprendizaje, así como reducir la pérdida de capacidad productiva.

Además, señala que también le ahorraría costos a las compañías privadas. “La desnutrición le cuesta a la empresa privada que tiene que trasladar personas de una zona a otra (del país) porque en territorios con altos niveles de desnutrición no hay trabajadores capaces de hacer las tareas que requieren las compañías y esto también afecta el desarrollo de las zonas y perpetua el ciclo de pobreza”, asegura.

En América Latina

De acuerdo con un informe de la FAO y el Programa Mundial de Alimentos, publicado a principios de mayo, 12,76 millones de personas se encuentran en “situación de crisis o peor” en cinco países latinoamericanos y caribeños: El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua. El número supone un aumento de un millón de personas con respecto al año anterior.

El informe precisa que, de esas cinco naciones, Haití tiene lugar la mayor crisis alimentaria de América Latina y el Caribe. Alrededor de un tercio de la cifra total corresponde al país: 4,4 millones. Guatemala ocupa el segundo lugar con 3,73 millones de personas con hambre; le siguen Honduras, con 3,29 millones y El Salvador con 985.000. En cuanto a Nicaragua, las agencias estiman la cifra en alrededor de 400.000 personas.

En 2020, el hambre en la región alcanzó niveles no vistos en dos décadas. De 2019 a 2020, la cantidad de latinoamericanos sin acceso a suficientes alimentos aumentó en 13,8 millones a 59,7 millones, según la ONU. La prevalencia del hambre en la región es ahora del 9,1%, la más alta de los últimos 15 años.

“Hay que decirlo alto y claro: América Latina y el Caribe enfrenta una situación crítica en materia de seguridad alimentaria”, aseguró Julio Berdegué, representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en un comunicado de prensa sobre el estudio. “Ha habido un aumento de casi el 70% en el hambre de 2014 a 2020″, dijo.

Inversiones para combatir la desnutrición

De acuerdo con ABACO, las apuestas por mejorar la nutrición de un país son costo efectivas y tienen las tasas de retorno más altas entre los proyectos sociales. Cada dólar invertido en programas que previenen la desnutrición crónica, devuelve alrededor de US$18 a la sociedad.

Según el Banco Mundial, los retornos por cada dólar invertido para combatir la desnutrición van desde US$4 en el caso de desnutrición aguda, US$11 si son programas de retraso en talla o crecimiento, US$12 si es para combatir la anemia y hasta US$35 si se destinan a lactancia materna exclusiva, que es clave para combatir la desnutrición infantil.

Mientras que el estudio de The Lancet señala que invertir en intervenciones de reducción del retraso en el crecimiento genera ganancias de US$2 a US$81 por dólar invertido anualmente, o de 100% al 8.000% en todos los países.

“Sólo con el trabajo mancomunado vamos a poder lograr superar las terribles secuelas que esta enfermedad trae para el pleno desarrollo de las personas y para la economía del país”, indica Buitrago.