Bloomberg — Boris Johnson dice que ya es momento de dejar atrás el “Partygate” y que no “gastará ni un segundo más en hablar de esas cosas”. Pero el flujo ininterrumpido de disidentes dentro de su partido, el conservador, continúa aumentando en volumen.
Veintiocho diputados conservadores han dicho explícitamente que creen que debería dimitir de su puesto como primer ministro. Otros 13 lo han criticado públicamente. Si 54 presentan cartas formales pidiéndole que renuncie, se enfrentará a una votación de confianza entre los diputados de su partido.
Si bien el esperado informe sobre las fiestas ilegales no contenía ninguna prueba determinante cuando se publicó finalmente la semana pasada, las coloridas historias sobre el incumplimiento de las normas en el número 10 de Downing Street agriaron el ánimo entre sus diputados, que contemplan la posibilidad de tener que defender las acciones de Johnson. Muchos de ellos ya están hartos de lo que consideran una serie de errores no forzados y de giros de 180° que los ha avergonzado repetidamente. Las acciones de Johnson equivalen a dejar pilas de leña por todo Westminster. Una chispa podría ser suficiente para que todo arda en llamas.
Estos son algunos de los peligros que enfrenta:
El estado de ánimo del partido es malo
La reacción de los tories al Partygate muestra que no hay un consenso sobre Johnson entre los 359 diputados del partido. Sus aliados consideran que el escándalo ha sido inventado por la oposición, y hablan de que el primer ministro ha acertado en las “grandes decisiones” sobre la pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania. En el lado opuesto, algunos consideran a Johnson una vergüenza.
Tampoco son solo las fiestas. Algunos tories están molestos porque se les pide que defiendan las políticas del gobierno, sólo para que esa posición se revierta horas después. El intento fallido de Johnson el año pasado de salvar a un diputado conservador (que se descubrió que había infringido las normas éticas) continúa socavándolo.
Divisiones sobre el creciente costo de vida
La respuesta de Johnson a la crisis del costo de la vida en Reino Unido ofrece una instantánea de cómo el primer ministro ha dividido a su partido. El paquete de ayudas de 15.000 millones de libras (US$19.000 millones) anunciado 24 horas después del informe sobre el Partygate fue considerado por muchos como una búsqueda de hacer frente a la reducción del nivel de vida. Sin embargo, los conservadores tradicionales, favorables de las políticas amistosas con las empresas, acusaron a Johnson de abandonar los principios del partido al imponer un impuesto inesperado a las empresas de petróleo y gas, poniendo en peligro la pretensión de los conservadores de ser competentes en materia económica.
Para empeorar las cosas, la decisión se produjo días después de que se ordenara a los parlamentarios conservadores que se opusieran públicamente a la medida presentada por el Partido Laborista. El debate alimenta las críticas de los conservadores de que no está claro lo que Johnson y su gobierno defienden: habla de ser un conservador fiscal pero aumentó los impuestos a su nivel más alto en décadas.
Los votantes tienen la palabra
Las dos elecciones parlamentaria del 23 de junio, desencadenadas por escándalos sexuales que involucran al diputado conservador en funciones, son un riesgo. Las encuestas de opinión muestran que los conservadores corren el riesgo de devolver el antiguo escaño del “muro rojo laborista” de Wakefield, West Yorkshire, al partido de oposición.
Mientras tanto, el tradicional escaño parte del “muro azul” tory de Tiverton y Honiton, en el suroeste de Inglaterra, está siendo fuertemente disputado por los liberal-demócratas. La derrota en estos escaños reforzaría la opinión de los diputados de escaños similares de que el enfoque de Johnson en el norte se está produciendo a expensas de las circunscripciones conservadoras tradicionales.
Perder ambas circunscripciones tan pronto después de una derrota en las elecciones locales socavaría la opinión de que Johnson sigue siendo la mejor apuesta del partido para luchar en las próximas elecciones generales, previstas para 2024. Las más recientes proyecciones de YouGov muestran a Johnson perdiendo su propio escaño en una aplastante derrota frente a los laboristas.
Los votos de confianza pueden cambiar las cosas rápidamente
Por ahora, la pregunta es si los tories rebeldes pueden reunir suficiente apoyo para desencadenar un voto de confianza. Pero mucho puede cambiar entre la convocatoria de una votación y la emisión de los votos.
Si un peso pesado como el ministro de Hacienda Rishi Sunak o la ministra de Asuntos Exteriores Liz Truss dejaran claro que buscarían el puesto, la dinámica podría cambiar rápidamente. Ganar la votación dejaría (en teoría) a Johnson inmune a otra contienda de este tipo durante un año. Pero no es una garantía de seguridad: su predecesora, Theresa May, ganó una votación de confianza en diciembre de 2018 y, sin embargo, debió dejar Downing Street meses después, mientras el partido tory se destrozaba a sí mismo por el Brexit.
...Y el Partygate sigue retumbando
Johnson se negó a renunciar incluso después de convertirse en el primer primer ministro en funciones al que se le descubre que ha infringido la ley. Así que, después de que el informe de Gray sacara a relucir poco que no fuera ya de dominio público, estaba decidido a seguir adelante.
Pero Gray no investigó la llamada fiesta Abba, por ejemplo, que supuestamente tuvo lugar en el departamento de Johnson e incluyó a su esposa y asesores especiales la noche en que el controvertido asistente del primer ministro, Dominic Cummings, dejó su puesto. El lunes, el portavoz de Johnson se negó a negar que hubo otra fiesta (aún no investigada), en el departamento el día del cumpleaños primer ministro en 2020, horas después del evento por el que fue multado junto con Sunak.
Una comisión parlamentaria investiga ahora si Johnson engañó deliberadamente a los diputados sobre las fiestas, una ofensa que normalmente merecería su renuncia. Se espera que la comisión no presente su informe hasta octubre, como muy pronto. Eso podría ser justo cuando el Partido Conservador se reúne para su conferencia anual.
Con la asistencia de Joe Mayes.
Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.