Bloomberg — Después de que Sri Lanka dejara de pagar su deuda, Jack McIntyre, gerente de cartera de Brandywine Global Investment Management, comenzó a observar más de cerca los precios del arroz y los granos.
Para una franja de los mercados que está rastreando, la escasez mundial de alimentos presenta a los gobiernos una dura elección: pagar sus deudas o alimentar a su gente.
Sri Lanka optó por lo último, entrando en default de su deuda externa el 18 de mayo en medio de la falta de dólares para aliviar la escasez de todo, desde alimentos hasta combustible. Y hay muchas apuestas de que otros países puedan seguir ese camino. La deuda de quince naciones de mercados emergentes ahora opera como en dificultades, es decir que tiene una prima de riesgo de más de 10 puntos porcentuales. Cuatro de esas naciones están en África, donde uno de los aumentos más pronunciados en los precios de los alimentos está pasando factura.
“El incumplimiento en Sri Lanka me puso nervioso”, dijo McIntyre. “No tienes que conducir, calentar tu casa, pero tienes que comer”.
Con los recuerdos de los disturbios de la Primavera Árabe a principios de la década de 2010 en mente, los inversores están huyendo de los mercados emergentes amenazados por una escasez de alimentos y manifestaciones. La invasión rusa de Ucrania interrumpió el suministro vital de alimentos básicos, lo que se sumó a los problemas causados por las temperaturas extremas y la lluvia esquiva en los graneros desde las Grandes Llanuras hasta el Cuerno de África.
De hecho, los precios de los alimentos se han disparado en más de un 30% durante el año pasado, según una medida de las Naciones Unidas. Eso es aún más sorprendente si se considera que en las dos décadas hasta 2020 aumentaron un promedio de 4,3 % cada año.
Colapso del mercado
Los países más afectados y menos capaces de hacerle frente a esta situación son los del mundo en desarrollo. Para estas naciones, los alimentos representan casi un tercio de los indicadores de inflación interanual; en los EE.UU., el Reino Unido y gran parte de Europa, los alimentos representan el 10% o menos de medidas similares.
Medidas extremas como la decisión de la India de restringir las exportaciones de trigo, anunciada a principios de este mes, se sumarán a las presiones sobre los precios mundiales, lo que frustrará los esfuerzos de los banqueros centrales para reducirlas. Y las protestas contra el sufrimiento doméstico tienen el potencial de extenderse.
“Los mercados han subestimado firmemente las implicaciones del aumento en los costos de los insumos”, dijo Luiz Eduardo Peixoto, economista de mercados emergentes de BNP Paribas Markets (BNP). “Estamos particularmente preocupados por la inflación de los alimentos. Las repercusiones del aumento en el costo de los alimentos se verán en los próximos meses, provocando un incremento dramático en la inflación global”.
No es que los precios no hayan recibido ya un golpe. La deuda de los países en desarrollo en dólares ha perdido un 15% en lo que va del año, mientras que las obligaciones en moneda local han bajado un 7% y ambas cotizan cerca de los niveles de principios de 2020, según los índices de Bloomberg. El indicador MSCI de acciones de mercados emergentes ha perdido un 14%, cotizando cerca del nivel más bajo desde 2001 en relación con las acciones estadounidenses.
Y cuanto más expuesta esté una nación a la inflación de alimentos, más probable es que su moneda se debilite, con el peso mexicano (MXN), el peso colombiano (COP), el ringgit y la rupia (INR) entre los más vulnerables. Esta semana se publicará un importante informe de inflación en México y los inversores también estarán atentos a las elecciones presidenciales de Colombia , el PIB de Brasil y el PMI (por sus siglas en inglés, Índice de gerentes de compra) de China.
Eso hace que el cumplimiento de la deuda, particularmente la deuda en dólares, sea aún más difícil, lo que aumenta la posibilidad de que las naciones en desarrollo pierdan el acceso a los mercados en el momento en que más lo necesitan. Los rendimientos de sus bonos en dólares están cerca de los más altos en dos años: es de casi el 7%, triplicando los costos de endeudamiento de un país como Túnez. La emisión de eurobonos por parte de prestatarios de mercados emergentes se desplomó un 41% respecto al año pasado.
Mientras tanto, el costo de proteger la deuda de las naciones de mercados emergentes de grado especulativo ha aumentado para igualar los niveles a la par con la taper tantrum (reacción instintiva de los inversores después de que la Reserva Federal anuncie la reducción de sus compras de activos) de 2013, según Bloomberg Intelligence.
“En comparación con las crisis de los precios de la energía, la inflación de los precios de los alimentos tiende a tener un impacto más generalizado y prolongado, y los gobiernos suelen tener menos programas administrativos para amortiguar los efectos en los hogares”, dijo Bryan Carter, jefe de deuda de mercados emergentes en Londres en Gestión de activos de HSBC (HSBC).
Su equipo es cauteloso en los mercados de bonos de Nigeria, India, Kazajstán, Egipto y Pakistán debido a sus grandes componentes de inflación de alimentos y ha aumentado las expectativas de inflación de los mercados emergentes en la mayoría de los países.
Lo que está claro para todos es que no hay una solución rápida, para la escasez de alimentos o las consecuencias en los mercados. Incluso antes de que el conflicto entre Rusia y Ucrania interrumpiera el suministro de alimentos, las redes se habían debilitado por los efectos persistentes de los confinamientos por la pandemia, el cambio climático y la crisis energética.
Es una situación que ha llevado al acaparamiento a escala global, con naciones productoras de alimentos que ahora detienen algunas exportaciones y perpetúan un ciclo de inflación y hambre.
India, el segundo mayor productor mundial de trigo, siguió su prohibición de las ventas del alimento básico con un límite a las exportaciones de azúcar. Malasia ha detenido la venta al extranjero de aves de corral. Indonesia está deteniendo parcialmente los envíos de aceite de palma.
Tailandia y Vietnam, los principales exportadores de arroz del mundo después de India, también podrían tomar medidas que resultarían en mayores costos de alimentos para los consumidores de todo el mundo. Las dos naciones asiáticas deberían subir los precios de forma conjunta para aumentar su poder de negociación, según el primer ministro tailandés, Prayuth Chan-Ocha.
El mismo día en que Sri Lanka incumplió, el secretario general de la ONU advirtió que la escasez mundial de alimentos podría durar años, lo que propagaría la agitación política y el hambre.
“El próximo aspecto de ese ángulo del precio de los alimentos que vamos a monitorear muy de cerca es con respecto a la política, el populismo y el proteccionismo”, dijo Mary-Therese Barton, directora de deuda de mercados emergentes de Pictet Asset Management en Londres. “Es un período muy difícil para los EM (por sus siglas en inglés, mercados emergentes)”.
Con la asistencia de Melissa Cheok, Ronojoy Mazumdar, Atul Prakash, Simon White, Carolina Wilson y Karl Lester M. Yap.
Este artículo fue traducido por Miriam Salazar