Bolivia: un país de jóvenes gobernados por viejos

Los parlamentarios más jóvenes se preocupan por temas como la falta de transparencia en la gestión pública, el empleo informal, el censo y los símbolos de los pueblos indígenas.

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Santa Cruz — En Bolivia el 40 % de la población está en los tramos de edad considerados como la juventud (de 10 a 15 años y de 16 a 29 años). En 2012, según datos del último censo, esta franja etaria ascendía a 3.980.449 personas.

Hay 2,9 millones de jóvenes de 15 a 29 años y cerca del 21% son jefas/es de hogar, o sea que están a cargo de la toma de decisiones e ingresos de sus núcleos familiares.

De este número, 1,5 millón de jóvenes tienen algún tipo de ocupación pero la mayor parte trabaja por cuenta propia. Estos datos generan mucha incertidumbre laboral en la población joven boliviana que además no se siente representada políticamente en el país. En las pasadas elecciones de 2020, solo 8 jóvenes menores de 28 años ingresaron como diputados, es decir el 4,57 %. En comparación, la población de adultos mayores (más de 60 años) dentro de la Asamblea Legislativa obtuvo casi el doble de representatividad con 15 parlamentarios.

Este patrón se ha mantenido en los últimos 40 años de la historia política boliviana y actualmente el promedio de edad de los parlamentarios es de 44 años. Bloomberg Línea habló con tres de los parlamentarios más jóvenes de la Asamblea Legislativa Plurinacional para conocer sus preocupaciones y los temas que están trabajando en sus agendas.

“Hay un cuerpo de Asambleístas que aún es mínimo. Todavía estamos en el camino a avanzar para la integración de la juventud dentro de la toma de decisiones del país y espero que en las próximas elecciones se le dé la oportunidad a más jóvenes”, dijo la diputada Kalhine Moreno, que tiene 26 años y que ingresó hace dos años a las filas de la agrupación política Creemos.

“En el caso de Comunidad Ciudadana es donde más apertura ha habido a la juventud, el 40 % de los parlamentarios somos menores de 35 años. Pero hay que reconocer que lamentablemente en las tres fuerzas políticas (MAS, Creemos, Comunidad Ciudadana) la toma de decisiones importantes sigue en manos de gente muy mayor”, explicó la diputada Luisa Nayar, de 27 años.

Para Nayar, una de las propuestas principales de los jóvenes parlamentarios es la búsqueda de un gobierno abierto a través del acceso a la información pública que garantice la transparencia, el control social y la participación ciudadana.

“Nosotros estamos esperando que se pueda dar la participación de los jóvenes en distintas esferas pero sobre todo ahora en la coyuntura del censo porque el MAS a través de la ministra de planificación dejó claro que esto es una cuestión privativa del nivel central del Estado y están tratando de llevar a cabo un censo entre 4 paredes poniendo barreras a los jóvenes actores que buscan transparencia desde lo político pero también desde las plataformas ciudadanas y otros espacios”.

Nayar expresó su preocupación por los resultados del censo que darán cuenta de cómo se comporta la población joven y en qué condiciones está trabajando y viviendo. Para ella, no es suficiente con que se invite a jovencitos de colegios a levantar los datos el día del censo. “Nos están limitando y no tendremos participación en poder generar propuestas a la boleta censal. Los jóvenes no podrán ser parte del control de la tabulación de datos y deberían poder ser parte en todas las etapas”.

Para Fernando Llápiz, diputado por la sigla Creemos, es difícil que se abran espacios en los partidos políticos para personas que nunca han estado en política y que no tienen un “padrinazgo o influencia familiar”. Él es el más joven de todos los diputados nacionales. Hizo su ingreso a las listas de candidatos con apenas 21 años. “Yo en lo personal he presentado cerca de 15 proyectos de ley, pero todos han sido rechazados. Es difícil para uno hacer gestión siendo joven y encima nos vetan por ser de oposición. Lo mismo le pasa a todos los otros colegas. Por eso estamos tratando de ver cómo hacer gestión mediante instituciones y onegés que apoyan ciertos temas”, dijo.

Llápiz busca impulsar un proyecto de ley para agilizar las respuestas de los PIEs (Petición de Informe Escrito) que generan como asambleístas y que pueden tardar meses y hasta años en ser respondidos. “No podemos trabajar sin los datos que solicitamos, ese es un tema principal para nosotros como jóvenes. Otro tema que vengo impulsando es el proyecto de ley para que se reconozca la bandera del Patujú como símbolo nacional porque queremos que esté presente en todas las instituciones públicas de Bolivia. Ya tenemos como símbolo a la whipala que es de los pueblos indígenas andinos y se necesita dar igual importancia a la que representa a los pueblos indígenas de tierras bajas y amazónicas. Es algo que no entendemos porque se ha rechazado, es un doble discurso del gobierno sobre lo indígena ya que algunos pueblos se visibilizan más que otros”, explicó el joven parlamentario.

Estos tres parlamentarios consultados coinciden en que hay muchos temas que preocupan a la juventud pero que la mayoría todavía prefiere mantenerse al margen de los partidos políticos tradicionales. Para ellos, los jóvenes han encontrado un espacio para expresarse en el activismo de distintos tipos o en las plataformas ciudadanas. En cuanto a lo económico, la situación del empleo informal es lo más preocupante.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, para 2012, las actividades económicas de mayor oferta para la población joven urbana fueron: comercio al por mayor y menor (22,5), manufactura (13,2%), construcción (11,3%) y transporte y almacenamiento (6,5%). Las actividades de mayor oferta para la población joven rural fueron: construcción (6,5%), comercio (5,7%), manufactura (4,6%) y transporte y almacenamiento (2,7%).