Javier de Haedo: “Situación fiscal de Uruguay es buena pero no es óptima ni mucho menos”

El economista analizó los desafíos del gasto público, el proyecto de reforma de la seguridad social, y las expectativas de inflación desancladas

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Montevideo — En la antesala de una nueva Rendición de Cuentas, la instancia presupuestal anual que enfrenta el gobierno uruguayo, el economista Javier de Haedo asegura que la situación fiscal “es buena” pero “no es la óptima ni mucho menos”, y al mismo tiempo anticipa que sumará tensiones en lo que resta del quinquenio. “No soy tan optimista de que la situación fiscal pueda seguir mejorando tanto como ha mejorado hasta ahora”, dijo en entrevista con Bloomberg Línea.

En su opinión, además, una mejora estructural requiere “hacer cosas que hace muchas décadas no se hacen” durante el armado del Presupuesto, entre las que señaló la mirada con lupa de la composición de la plantilla y las funciones públicas.

Asimismo, el consultor independiente, que fue subsecretario de Economía y director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto en el gobierno nacionalista de Luis Lacalle Herrera (1990-1995), y es el actual director del Observatorio de la Coyuntura Económica de la Universidad Católica del Uruguay, señala como imprescindible una reforma de la seguridad social que reduzca el desequilibrio del gasto previsional entre generaciones.

“¿Sirven los caminos del medio?”, cuestionó sobre el punto. Además dijo que en su opinión el presidente Luis Lacalle Pou “debería mandar el mejor proyecto que crea que puede haber”, y que luego en todo caso dirima el Parlamento.

El economista también analizó otros desafíos en materia de gasto público y los motivos de las expectativas de inflación desancladas, más allá de las siete subas de tasas consecutivas definidas por el Banco Central del Uruguay.

La siguiente entrevista fue editada por motivos de extensión y claridad.

¿Qué se puede esperar en la economía uruguaya a raíz del aumento de tasas del BCU y los anticipos de nuevas subas?

Cuando aumenta la tasa de política monetaria todas las otras tasas de interés deberían acompañar y eso encarece el crédito. Por lo tanto posibles decisiones de tomar crédito para el consumo o para otras cosas se puedan postergar. El Banco Central lo hace con el propósito de anclar las expectativas de los agentes económicos; hasta ahora no lo ha logrado. Al contrario, han subido reiteradamente la tasa y las expectativas están cada día más desancladas. Es cierto que a lo largo de este período desde que en agosto empezó a subir las tasas se dio el shock de guerra en Europa, que tuvo un impacto en algunos precios de alimentos y energía relevantes, pero también es cierto que si uno ve la evolución de la inflación en Uruguay, sin saber lo que está pasando en el mundo, la gráfica no es muy distinta a lo normal. Uruguay es un país de inflación de 7% a 9%, con expectativas ancladas entorno al 8%. Esto tiene mucho tiempo. No ha cambiado en lo que va de este gobierno. Ahora sí el horizonte de política monetaria está algo por debajo del 7%, pero por encima del 6%, que es el techo además. Porque cuando uno dice del 3% al 6%... en realidad otros países lo presentan distinto: 4,5% +/- 1,5%. O sea, el centro de la meta es 4,5% y el gobierno se había planteado, creo que ya la abandonó, la meta de 3,7% para el último año. O sea que nuevamente hay un fracaso en materia de inflación, que yo no creo que haya que atribuirlo a Rusia como hacen en Argentina, que culpan por todo de cosas que pasan afuera. La inflación esencialmente es un tema nuestro y es un tema de no anclaje de las expectativas porque los agentes económicos perciben que, si bien el BCU puede volverse más duro, hay otras políticas que siguen siendo iguales. La indexación salarial, por ejemplo, que hace que si la inflación se acelera eso realimenta el proceso inflacionario. Yo como agente económico veo al Banco Central subiendo la tasa y veo que al mismo tiempo se mantienen las reglas en materia de indexación salarial, y que el gobierno insta a los empresarios privados a adelantar ajustes, ¿entonces por qué voy a creer que porque el Banco Central suba la tasa va a bajar la inflación? Mi expectativa sigue estando en 9% para este año y 8% el año que viene.

¿Qué recomendaría como un camino deseable para buscar ese descenso?

Dar señales consistentes. Yo entiendo el propósito político del salario real. Eso no lo vamos a discutir. Pero habría que buscar alguna fórmula más ingeniosa que permitiera que no estuviera jugando ese paracaídas que tiene la inflación, que es la indexación. Por supuesto no es para aplicarlo siempre, porque tampoco hay que desconocer que tenemos una inflación alta y eso requiere algún tipo de corrección. El año puente que hubo entre julio de 2020 y junio de 2021 fue una buena decisión en un momento complicado, donde se quería preservar el empleo, y si el salario seguía indexado el empleo lo iba a pagar mucho más. Fue lo que pasó en el último período de (el expresidente Tabaré) Vázquez. Allí el salario real siguió indexado y subiendo, mucho menos pero siguió subiendo, subió más que la economía, y bajó el empleo. Porque en definitiva quien acompaña el producto no es el salario. Es la masa salarial. Entonces si el producto crece al 0,8% anual en cinco años, y el salario real crece más que eso, evidentemente la presión para que se pierdan puestos de trabajo es relevante, y fue lo que pasó cuando se perdieron más de 50 mil puestos de trabajo en ese quinquenio.

En su última columna en El País realizó un análisis del debate que asoma por la Rendición de Cuentas, donde distintos sectores del oficialismo piden aumento de gasto. ¿Cómo definiría hoy la situación fiscal de Uruguay?

La situación fiscal de Uruguay ha mejorado considerablemente. El déficit que hoy tenemos de 3,5% del PIB, si lo ajustamos por factores extraordinarios como el fondo Covid, da algo menos. En 2019 era bastante más alto, y si lo ajustábamos por factores extraordinarios daba más alto todavía. O sea que, depurando de aspectos extraordinarios, entre 2019 y hoy hubo una mejoría fiscal importante. Eso hay que destacarlo. Tenemos una ministra de Economía que trabajó muchos años en la deuda y sabe que la deuda no es una cuestión de hoy para mañana, sino que hay una inter temporalidad que es relevante. Cuando muchos le pedían el año pasado ‘endeudate que hoy hay crédito barato’, ella como experta sabe que esa deuda un día hay que pagarla o refinanciarla en condiciones que no son las de hoy. Entonces con buen criterio fue prudente y eso con el paso del tiempo creo que todos lo van a tener que reconocer. La situación fiscal es buena pero no es la óptima ni mucho menos. ¿Cuál es la situación fiscal óptima para mí? Un déficit global del sector apenas superior al 2% del PIB. No mucho más que 2%. Eso es lo que permitiría que la deuda pública total se mantuviera estable a lo largo del tiempo. Hay bastante camino a recorrer para llegar al 2% y tenemos los pedidos desde dentro de la coalición para la Rendición.

¿Cuáles son los factores que a su criterio debe contemplar o no el Poder Ejecutivo en la discusión de la Rendición de Cuentas?

En los números del mercado de trabajo veo que en 2020, 2021 y lo que va de 2022 hay unos 50 mil nuevos inactivos. Hoy tenemos una tasa de desempleo muy baja, pero no es porque el empleo haya volado sino que bajó la cantidad de población activa. Hay poca mano de obra ociosa porque hay mucha mano de obra que no busca trabajo. Lo que hay que ver es por qué son esos 50 mil nuevos inactivos. Si uno ve los grandes números se encuentra que dentro de los ocupados también hay 50 mil menos que eran informales y ahora no son más ocupados. Mi presunción es que es muy probable que muchas personas estaban trabajando en la informalidad antes de la pandemia, se quedaron sin trabajo, y ahora no lo tienen. No son desempleados porque no buscan trabajo. Eso, más los jornales solidarios (N de R: un plan de trabajo estatal que inició en la pandemia), son una población objetivo con la que hay que trabajar para darles capacitación. Ahí hay cosas para hacer y no creo que las instituciones de recalificación previas a la pandemia sean suficientes, porque es un fenómeno nuevo y son muchos miles de personas.

¿Cómo cree que se puede dirimir la tensión política que siempre ocurre entre Economía y algunos sectores del oficialismo?

Hay varias batallas en la discusión presupuestal. Yo tuve mi experiencia hace algo más de 30 años y hay una primera batalla que es hacia adentro del gobierno con los ministerios. Economía siempre es el malo de la película. Después hay una batalla un poco más dura con los organismos del artículo 220 de la Constitución, que tienen autonomía para mandar su propio texto presupuestal. Y después está la discusión en el Parlamento, donde a su vez está la oposición jugando. Es una batalla complicada. Si yo tuviera que apostar, lamentablemente no creo que sea como espera el MEF que termine con incremento cero del gasto. La misma lógica que llevó a que el lunes después de Semana Santa el gobierno tomara ciertas decisiones en materia fiscal y salarial, ese mismo espíritu, que para mí lo hicieron para mantener cohesionada a la coalición, va a pasar algo de eso de nuevo. No sé cuál es el número que hay que ponerle a esto pero creo que va a ir por el lado de alguna situación intermedia. La situación fiscal ha mejorado mucho pero por delante tenemos que los salarios y las jubilaciones ya no van a bajar en términos reales. Van a subir; por más que el producto va a subir también y eso genere más ingresos. Hay promesas de bajar algunos impuestos y está la discusión de la Rendición de Cuentas con la que alguna cifra hay que sumar al déficit. Yo no soy tan optimista de que la situación fiscal pueda seguir mejorando tanto como ha mejorado hasta ahora.

Desde el gobierno señalan que la meta fiscal del año pasado se cumplió con margen y eso da de cierta flexibilidad para un mayor gasto. ¿Esto para usted es una decisión correcta o a largo plazo es algo que no ayuda en materia fiscal?

El gobierno ha sido cauteloso, aún aumentando el gasto excepcionalmente como las medidas de esta semana. Nadie lo va a acusar de mano abierta por hacer estas cosas. Además hay una cosa, que mencioné en mi última columna, sobre una estimación de cuánto se ahorró el gobierno en materia de gasto salarial y de pasividades. Es un ahorro de 1,2% del PIB. Y eso es gracias a que la inflación se aceleró. Gracias a que subió en el primer año y se mantuvo por encima de lo esperado en el segundo y el tercero. Hay un concepto que es interesante que es el de la memoria de ajuste de las distintas variables. Las jubilaciones tienen una memoria de 12 meses porque se corrigen a enero y quedan vigentes hasta enero próximo. Y los salarios lo mismo. En cambio el IVA cada mes va a incorporando el aumento de los precios, con una recaudación mayor porque la facturación fue mayor en términos nominales. Y eso le ha generado recursos importantes al gobierno que no estaban previstos, y por eso en parte la situación fiscal ha mejorado. Ese es el margen que tiene el gobierno. En este caso la inflación no es tan mala.

Usted dice que la economía muestra buenas tendencias pero todavía flojos niveles ¿Qué debería ocurrir para que esos niveles se eleven?

Las buenas tendencias son que el producto viene creciendo desde el segundo trimestre del año pasado más de lo que todos esperábamos. El empleo lo mismo. Pero si uno compara el nivel actual del PIB y del empleo no son sustancialmente mejores que los que había antes de la pandemia. Y los que había antes de la pandemia venían de varios años flacos. Entonces todavía tenemos niveles bajos de actividad y empleo. ¿Qué debe pasar para que eso suba? Es el problema que tenemos en Uruguay. La tasa de crecimiento de la economía es medio floja. El MEF la última vez la estimó en 2,1% y eso es una tasa baja para el estadio de desarrollo económico que tiene Uruguay.

¿Desde su punto de vista en materia fiscal falta ir a fondo en algún punto?

Depende. Si el punto de vista es el de siempre, que las leyes de Presupuesto siempre sumen algún gasto, nunca se analice a fondo…. ¿Tu te enteraste en los últimos años de cierres notorios de oficinas públicas? ¿De una disminución de la plantilla de funcionarios? No. Hasta que no veamos esas cosas no va a haber nada sustancial. Entonces lo que se hace es: ahora se aprovechó un poquito más la inflación, se licuó un poco el gasto, pero mañana vendrán los tiempos políticos y habrá que recuperarlo. Así venimos siempre. Con una mirada tradicional no hay mucho más. Pero si uno lo ve con otra ambición tendríamos que hacer cosas que hace muchas décadas no se hacen.

En las últimas semanas se han suscitado debates sobre el alcance de la reforma de la seguridad social ¿Presupone algún camino del medio como solución?

¿Sirven los caminos del medio? Uno dirá: siempre es mejor algo que nada. Sí. Pero si ese algo hace que te quedes conforme y por 20 años no vuelvas a hablar del tema, o que sea más difícil volver a plantearlo porque ese camino del medio te da para tirar 10 años y no 25 años. Y dentro de diez años te digan que hace un tiempo ya se hizo. Entonces capaz el camino del medio no sirve. ¿Qué es el camino del medio? ¿Implica dejar prendas por el camino? ¿Implica que solamente vamos a ver BPS y no vamos a ver las otras cajas? Hace 27 años se hizo una reforma buena que duró una generación, a pesar de goles en contra que el sistema político hizo como la ley de flexibilización de 2008 y la de los cincuentones. Yo creo que sería bueno hacer una reforma que implique una clara baja del desequilibrio del balance previsional intertemporalmente y que pueda durar otros 25 años. Eso sería lo ideal.

No lo veo muy convencido de que vaya a ocurrir.

No estoy convencido porque no veo unanimidades para hacer algo así. En aquella oportunidad el presidente (Luis Alberto) Lacalle Herrera tres veces mandó al Parlamento proyectos de ley reformando la seguridad social. El tema se estudió a fondo pero no consiguió los votos para poder hacerlo. Y en el período siguiente se pudo hacer, con los votos de Lacalle Herrera que aportó sus votos para que se hiciera. Eso es trabajar para las próximas generaciones.

¿Ha elaborado algún escenario de cómo podría afectar las cuentas públicas hacer una reforma que no sea la esperada?

No lo tengo hecho pero el problema de estas cosas es como la rana en el agua que va calentando. Es tan gradual el deterioro que uno no lo ve de un año para el otro, pero juega. Tendría que ser una reforma global pero para estas cosas se requiere un buen ánimo, o dejar que se aprueben las cosas. Lo peor del caso es que en el gobierno anterior (el exministro de Economía, Danilo) Astori se cansó de decir que había que hacerlo y ahora el Frente no estaría acompañando. El Frente también le dice al gobierno: tú sos mano, mandá el proyecto y lo vemos en el Parlamento. Yo creo que el presidente debería mandar el mejor proyecto que crea que puede haber. Que sea el Parlamento el que discuta y él queda exonerado de responsabilidad porque cumplió con la historia mandando el mejor proyecto posible.

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