Bloomberg — La escasez de fondos, junto con el aumento de la inflación, está obligando a los programas de ayuda contra el hambre en todo el mundo a recortar sus servicios justo cuando más lo necesitan las personas afectadas, creando una situación que erosionará el bienestar humano y posiblemente sembrará la semilla de la inestabilidad política.
Las tensiones en la ayuda alimentaria internacional se producen tanto a nivel gubernamental como en el caso de organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés), el grupo que hace apenas dos años ganó el Premio Nobel de la Paz 2020 por sus esfuerzos en la lucha contra el hambre. La invasión rusa de Ucrania ha tensado aún más el mercado mundial de alimentos, que ya se tambaleaba por la pandemia y el cambio climático. Los futuros del trigo, por ejemplo, han subido más de un 50% este año, haciendo que el grano sea menos asequible para su uso en productos básicos como el pan.
Los niños de algunas zonas de Kirguistán ahora sólo reciben comidas subvencionadas durante la escuela dos o tres días a la semana, en lugar de cinco. En Somalia, el Programa Mundial de Alimentos redujo a la mitad el número de escuelas cubiertas por su programa de comidas. En Siria, el grupo de ayuda recortó recientemente las raciones diarias que suministra en un tercio, hasta las 1.000 calorías diarias.
El Programa Mundial de Alimentos prevé que en los 81 países en los que trabaja otros 47 millones de personas sufrirán hambre aguda a finales de año (un 17% más) si continúa la guerra en Ucrania.
“Cuando hablas con la gente, ya no pueden hacer frente, están realmente en un punto de ruptura”, dijo Corinne Fleischer, directora regional de Medio Oriente y Norte de África del Programa Mundial de Alimentos.
Fleischer prevé que sólo en su región otros seis millones de personas pasarán a sufrir inseguridad alimentaria en los próximos seis meses si la guerra en Ucrania continúa.
“Nos estamos preocupando mucho porque en 2011 fue así como comenzó la Primavera Árabe”, dijo. “El hambre impulsa el conflicto, y el conflicto impulsa el hambre”.
El hambre en el mundo se ha alzado desde el inicio de la pandemia. El año pasado se produjo un aumento del 25% en el número de personas tan privadas de alimentos que suponían una amenaza inmediata para su vida o sus medios de subsistencia, según las estimaciones de la Global Network Against Food Crises (Red Mundial contra las Crisis Alimentarias), una alianza de organizaciones internacionales de ayuda.
Por qué suben los precios de los alimentos
Una combinación de mayores costos de transporte, inflación energética, escasez de fertilizantes, clima extremo y escasez de mano de obra hace que sea más difícil producir alimentos. Y el duradero golpe económico de Covid-19 ha hecho más difícil que los pobres del mundo puedan permitirse una dieta adecuada al dispararse los precios. La guerra está convirtiendo la situación en una crisis total. Rusia y Ucrania son importantes productores de trigo, fertilizantes y alimentos, por lo que las hostilidades están interrumpiendo gravemente la producción y el suministro desde los puertos del Mar Negro.
Desde los tiempos de la Revolución Francesa, la inseguridad alimentaria ha hecho que la gente salga a la calle para exigir mejores condiciones. En 2008 y 2011, el aumento de los precios desencadenó disturbios por alimentos en más de 30 países de Asia, Oriente Medio y África. Por supuesto, es imposible predecir con exactitud cuándo y dónde se producirán los disturbios sociales, y a veces, incluso cuando las condiciones parecen propicias, no se materializan.
Robert Kahn, analista de la consultora de riesgo político Eurasia Group, dijo que por el momento no ve nada tan “sistémico y de gran alcance” como lo que se desarrolló a partir de la Primavera Árabe, al menos no todavía.
“Vemos a los gobiernos en riesgo por su incapacidad de proveer alimentos y para las necesidades básicas de su población”, dijo.
Los organismos internacionales de desarrollo han dado a conocer un plan de acción para hacer frente a la creciente crisis alimentaria. La iniciativa es, en gran medida, un conjunto de compromisos para aumentar los programas de ayuda existentes. Mientras tanto, el Senado estadounidense aprobó el jueves un paquete de ayuda a Ucrania de más de US$40.000 millones que incluye un aumento de US$5.000 millones en ayuda alimentaria y humanitaria global.
Pero es probable que estos esfuerzos se queden cortos ante las necesidades. Sólo el Programa Mundial de Alimentos prevé un déficit de financiación de US$11.000 millones este año.
Los precios récord de los alimentos están afectando especialmente a África, Oriente Medio y partes de Asia que dependen en gran medida de las importaciones de alimentos.
En muchas partes de Kirguistán, donde algunos niños están recibiendo menos comidas escolares, los niños también están recibiendo bocadillos como panecillos y té para las comidas escolares en lugar de alimentos calientes y cocinados. En otros lugares, las escuelas han sustituido la carne por frijoles.
Las comidas escolares son vitales
Para los pobres del mundo, las comidas escolares pueden suponer el equivalente al 10% de los ingresos del hogar por niño, según una estimación del Banco Mundial de 2009. Las comidas son también un importante incentivo para mantener a los niños en la escuela, sobre todo a las niñas, cuyos costos pueden ser descargados de otro modo por las familias con problemas económicos casándolas o enviándolas a trabajar, dijo Carmen Burbano, directora de la división de alimentación escolar del Programa Mundial de Alimentos.
Antes de Covid-19, estos programas cubrían a 388 millones de niños en todo el mundo, la mitad de los niños de primaria. En marzo, 56 millones de niños menos recibían comidas, según el Programa Mundial de Alimentos.
Mehrdad Ehsani, vicepresidente de la Fundación Rockefeller que gestiona la Iniciativa Alimentaria para África de la organización, dijo que los programas de comidas escolares están en mayor peligro a medida que la creciente deuda de los gobiernos se suma a los problemas.
Los países se enfrentan a la subida de las tasas de interés a nivel mundial, además del aumento de los costos de los alimentos y la energía. Esto ya ha llevado a Sri Lanka a un impago de la deuda, mientras que otras economías emergentes corren el peligro inmediato de seguir su ejemplo.
Un gobierno del África subsahariana con cinco millones de niños en su programa de comidas escolares está retrasando los pagos a 10.000 vendedores locales que proporcionan suministros debido a las dificultades de la deuda, dijo Ehsani.
“Me preocupa sinceramente que estos recortes en los programas de comidas escolares sean sólo el principio, y prevemos futuros recortes si no se considera el alivio o la reestructuración de la deuda”, dijo.
“Esto pone en peligro los medios de vida”.
Con la asistencia de Megan Durisin.
Este artículo fue traducido por Andrea González