Bloomberg Línea — El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, aseguró en el evento New Economy Forum Gateway, de Bloomberg, que hoy finaliza en Panamá, que el contexto mundial -la guerra de Rusia en Ucrania y las dificultades que vive China para mantener con buena salud las cadenas de suministro- ha creado una situación única: “El realineamiento más grande de las cadenas de valor que hemos visto en nuestras vidas”.
En esta coyuntura, América Latina puede ser la ganadora, dijo el directivo, debido a que hoy la región luce como un “lago de paz” en el mundo y también de oportunidades que deben ser aprovechadas tanto por gobiernos como por la empresa privada.
En entrevista con Bloomberg Línea, el directivo -quien fue elegido en septiembre del 2020 y reemplazó al colombiano Luis Alberto Moreno- amplió los conceptos de nearshoring, regionalización y también puso el retrovisor al cuestionar que al llegar al cargo encontró un “banco ineficiente” y “un cementerio” de proyectos inconclusos.
América Latina vive no solo depreciación de su moneda, sino una alta inflación. Además de la acción de los bancos centrales, ¿qué herramientas tienen los gobiernos para frenarla?
No subestimemos lo importante que han sido los bancos centrales de la región. Han sido clave. Esto podría ser mucho peor si los bancos centrales no hubieran actuado. Hoy se podría argumentar, y este es un debate en los Estados Unidos, sobre si la FED ha sido muy gradual en las tasas de interés. Ese argumento no se puede decir en Latinoamérica. En Brasil, el banco central ha tenido un rol excepcional. Los más impactados son los más vulnerables por el alto precio de los alimentos. Lo que estamos trabajando con los gobiernos es que, a pesar de la presión fiscal, cómo podemos buscar espacio para atender a las poblaciones.
Además de las tasas, que son muy importantes para frenar la inflación, qué otras herramientas hay. Por ejemplo, algunos gobiernos trabajan en control precios o reducir aranceles a fertilizantes…
Es un problema global y lo que hay que hacer es producir. Hay que incrementar la producción. Y, para eso, hacen falta incentivos. Sí eres Argentina y pones control a la exportación es un desincentivo. Pero Brasil, por ejemplo, está creando incentivos para la producción. Sí hay problemas de fertilizantes, pero estamos viendo alianzas para ver cómo financiar la traída de fertilizantes de otros países porque Brasil dependía el 80 % de Rusia en este punto.
En este contexto complejo, ¿dónde están las oportunidades para América Latina?
Estamos viendo el realineamiento más grande de las cadenas de valor que hemos visto en nuestras vidas. Empezó con los cierres por Covid en Asia y ahora se le ha sumado escasez de recursos debido a la invasión rusa. Por primera vez en la historia, estamos viendo que hay un recalibramiento de cómo los inversores asumen el riesgo. Antes yo creo que había un juicio equivocado de lo que los inversores creían que era el riesgo político en América Latina. Hoy, comparando lo cierres en la China, comparado con la invasión rusa, Latinoamérica y el Caribe se ven como un lago de paz y estabilidad. Y en eso se deben enfocar los gobiernos en esa oportunidad y en esos incentivos. De ahí hay que hay que aprovechar el nearshoring.
Usted ha hablado bastante del nearshoring, pero qué necesita la región para avanzar…
Los gobiernos deben invertir en logística, en infraestructura y en cómo minimizar los costos en el transporte, que en América Latina es 60% más caro que Asia. En el BID estamos no sólo hablando del nearshoring, sino financiándolo. El año pasado invertimos 4.000 millones de dólares, mitad para gobiernos y mitad para empresas que estén en China u otras partes y que quieran mudarse para América Latina y el Caribe. Un estudio de McKinsey de noviembre del año pasado reveló que el 90% de los empresarios americanos están viendo y priorizando la regionalización más que la globalización. Este fenómeno es muy importante. Esa mirada de la regionalización va a facilitar que la integración sea práctica. Porque de la integración se habla en la región desde el punto de vista político y así obstaculiza más que facilita.
¿Cómo romper esa inercia y que se produzca una real integración?
A golpes, región por región, país por país. Hay que unir fuerzas. Tiene que haber voluntad política, analizar temas como aranceles, ver qué obstaculiza y resolver uno por uno.
Por estos días se habla de Venezuela y sus signos de reactivación. Cree que ese país se dirige hacía una recuperación?
Los países en la región que mayor inversión van a tener son los países que tienen estabilidad polïtica y macroeconómica. Ahí a Venezuela le falta mucho para llegar a esta estabilidad. Al fin y al cabo el inversor más grande para Venezuela sigue siendo China. La industria petrolera ha sido el bien y el mal en Venezuela por décadas. Todavía hay mucho que hacer en la arena polïtica y económica para que verdaderamente el país pase la página. Pero eso sí, cuando haya esa transición política y económica en Venezuela nosotros nombramos el primer representante ya para Venezuela, está trabajando desde Washington y ya tenemos una estrategia entera de apoyo a la transición en ese país.
¿Qué lectura hace del giro al izquierda de gobiernos en América Latina?
Yo lo veo más ideológico que antiestablecimiento. En ese sentido, yo soy apolítico. Con Perú y Chile el año pasado creamos las carteras más grandes de la historia del banco. Bajo las transiciones políticas en estos países hemos podido trabajar con los gobiernos y seguimos siendo el primer socio de ellos.
¿Cuánto hay para inversiones este año y el próximo?
El año pasado batimos récord. En el 2021 cerramos en 23.500 millones de dólares. Lo hicimos optimizando los recursos. Hemos presentado un nuevo modelo para originar proyectos y cambiamos un poco el modelo del banco. Anteriormente los préstamos se iban a los países grandes, casi que se les empujaba el financiamiento a México o Brasil. Hemos podido repartir el riesgo para no tener que forzar los préstamos. Este año vamos a batir récord de financiamiento en Centroamérica y el Caribe y a los países pequeños que eran subvalorados por el BID.
¿En qué sectores se harán las inversiones?
Pasamos de los puentes de cemento a los puentes digitales. La digitalización es fundamental. Las energías renovables también son una gran oportunidad. Tenemos que movilizar dinero en el sector privado, que es la clave. Se calcula que hay 25 billones de dólares listos en inversiones ESG. Así que si podríamos movilizar un billón para Latam y el Caribe será transformador. Actualmente tenemos un pipe line de renovables por 300.000 millones. Hay que incrementarlo.
En diferentes países de América Latina hay obras financiadas por el BID que tienen problemas, que no se han terminado. ¿Cómo explicar esto?
Entré a un BID que, estructuralmente, créalo o no, era ineficiente. Muy burocrático y sin mediciones. Nos dimos cuenta que nuestra institución no medía el impacto de lo que financiaba. No seguíamos los proyectos en el ciclo entero: se aprobaba, se financiaba y el proyecto quedaba en una especie de caja negra. Lo que hemos hecho ahora es crear sistemas de medición para toda la vida del proyecto. Entré a un banco con un cementerio de proyectos a medias. El año pasado, hubo más de 1.000 consultas de proyectos que estaban en ejecución.
Uno de ellos fue la represa de Hidroituango en Colombia. ¿Por qué se salieron de ese proyecto?
Ya no somos parte del proyecto. Las hidroeléctricas son complejas. Es un proyecto que tenía y puede tener buenas perspectivas, pero la incertidumbre actual no es el tipo de inversión al que este nuevo BID quiere estar expuesto. Pero déjeme decirle una cosa: yo he sido el primer presidente del BID que he tenido la valentía de decir que si este proyecto no funciona bien, que hay prácticas que no son consistentes con nuestras estándares, yo le debo decir a los accionistas que el BID debe salir. Ya el BID de los favores políticos, de meternos en proyectos por favores políticos, terminó.