Bolivia — Hace pocos días, con gran satisfacción, Armin Dorgathen, presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), dijo que esta planta generó 100 millones de dólares solo en estos cuatro meses del año. Comparó el resultado con otros años y lo calificó de ser un récord histórico. Dorgathen aseguró que la planta está a su 75 % de producción y que llegará al 100 % en esta gestión. Según el funcionario, hay interés de mercados como los cañeros de Argentina, el agro peruano y muchos otros países vecinos que precisan de la urea producida en el país.
Pero según el analista gasífero, Álvaro Ríos Roca, el panorama no es así de alentador y los números aún están en rojo para la urea en Bolivia.
“Los ingresos apenas representan cerca a 300 millones y de ahí se deben sacar para costos operativos y pagar el gas natural. Estamos seguros de que no se ha cubierto ni el costo operativo aún. Por eso es que debe operar a capacidad ahora que los precios están elevados”, explica Ríos.
A pesar de estos números negativos, Bolivia puede aprovechar el contexto de alza del precio internacional y el interés de países vecinos. Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), los requerimientos de Perú llegaron a 178.000 toneladas durante el año pasado y el 60% de esa urea fue importada.
Para Álvaro Ríos, Ingeniero Químico graduado de la Universidad de Texas A & M y socio director de Gas Energy Latin America, la planta de amoniaco y urea no podrá satisfacer la demanda peruana y debería concentrarse en el mercado brasileño. Ríos considera que para sacar mejor provecho de la planta primero debería operar al 100 % y se deberán superar una serie de “problemas técnicos, de almacenaje y logística, además de tener una mejor gestión comercial de YPFB y sobre todo cumpliendo contratos”.
Recordemos que en septiembre de 2017, cuando se inauguró la PAU (planta de amoniaco y urea) en la población de Bulo Bulo, Cochabamba (justo al centro del país), se celebró en Bolivia la entrada a una era de industrialización del gas que cambiaría para siempre el agro y la economía nacional.
“Hasta ahora se han gastado más de 1.110 millones de dólares en esta planta y de ninguna manera se han logrado recuperar aún la inversión”, dice Ríos. La planta estuvo parada durante 22 meses por la crisis social que se vivió en los pasados periodos electorales y el inicio de la pandemia. Según datos oficiales de YPFB, ese tiempo de paro de actividades generó pérdidas a las arcas del Estado de, al menos, 450 millones de dólares.
Pero el conflicto bélico de Rusia con Ucrania puso en alza los precios de este fertilizante y ahora todos los países vecinos miran con interés la producción de urea boliviana. Por otro lado, el consumo interno de urea en Bolivia ha subido de 19 mil toneladas (2017) a 30 mil toneladas (2018) según datos de YPFB.
Para entender su importancia, “la urea es el fertilizante nitrogenado más popular y de mayor uso en el mundo entero. Su alto contenido en nitrógeno permite el crecimiento de las plantas ayudando en su nutrición y en mejorar el rendimiento de los cultivos. A nivel mundial la Urea es utilizada principalmente en la producción de: arroz, maíz, trigo, caña de azúcar, sorgo, papa, pasturas, frutales, hortalizas y otros”, indican datos publicados por YPFB.
Ríos fue secretario ejecutivo de Organización Latinoamérica de Energía (OLADE) entre 2006 y 2007 y actualmente dirige servicios de consultorías en energía en toda la región con mucho énfasis en la cadena de gas natural, energía eléctrica y petroquímica. Con su amplio conocimiento del sector habiendo sido ministro de Hidrocarburos entre 2003 y 2004, analiza el sector en exclusiva para Bloomberg Línea.
¿Cuál es la situación de la planta de amoniaco y urea (PAU) boliviana y del mercado regional?
La oferta de urea por los problemas de la invasión de Rusia a Ucrania está limitada y los precios están triplicados de los históricos promedio. Por ello, todos los países vecinos necesitan urea. La demanda actual podría definirse como infinita ya que toda la región es importadora de este nutriente para sus cultivos. La demanda interna no llega ni al 10 %, así que queda casi el 90 % para mercado internacional. La planta en Bolivia debería producir 760,000 toneladas por año, a capacidad (64,000 ton/mes). Pero por problemas operativos y de logística solo puede operar al 70% de su capacidad, es decir alrededor de 44,000 ton/mes. Esto cuando no se tiene paros que han sido constantes desde la puesta en funcionamiento de la planta.
¿Cómo ve la situación financiera de la planta de amoniaco y urea (PAU)?
El 2018 los ingresos por la comercialización de urea llegaron a US$ 69 millones, en la gestión 2019 alcanzaron a US$ 75,1 millones, en 2020, la Planta de Amoniaco y Urea permaneció paralizada, en 2021 la estatal petrolera alcanzó recaudar US$ 37,4 millones y sólo en el primer cuatrimestre de la presente gestión las recaudaciones llegaron a US$ 103,4 millones, de acuerdo al monto ya conciliado con los respectivos clientes. Hasta ahora se han gastado más de 1.110 millones de dólares en esta planta y de ninguna manera se han logrado recuperar aún la inversión.
Perú necesitará de 25.000 toneladas mensuales de urea de Bolivia. Pero según la presidenta de la Cámara Peruana de Productores y Comercializadores de Fertilizantes Orgánicos (Capeo), Rosa Urbina Novoa, “es poco probable” que Bolivia “pueda atender las necesidades del mercado peruano”. ¿Qué lectura tiene de esto?
Urbina tiene razón, la urea boliviana debería priorizar el mercado interno y luego enviarse preferentemente al mercado de Brasil. A no ser que los demandantes (peruanos) quieran pagar precios más elevados. Además, se debe dejar claro que YPFB debe tener contratos establecidos y que no puede abastecer todos los países que demandan la urea. Mandar urea al Perú tiene una logística aún más complicada y costosa que mandar al gran demandante mercado brasileño que incluso tiene evacuación vía férrea. Ojalá, después del paro que se anuncia a mediados de año, se pueda producir continuamente y sin interrupciones tan seguidas para abastecer al mercado en este momento aprovechando los precios altos.
La ubicación de la planta siempre fue motivo de polémica y críticas, ¿qué análisis le merece?
La planta no tiene para nada la mejor ubicación porque está lejos del gas, de los mercados internacionales, y además es complicada para operar: sobre todo para hacerle llegar servicios básicos. Creo que hay problemas en las tomas de agua para alimentar la planta y eso ha generado problemas en otros equipos. Se deben resolver una serie de elementos para no tener los paros frecuentes que se tienen para poder llevarla a capacidad plena de producción y así aprovechar los excelentes precios actuales.
¿Qué oportunidades tiene Bolivia actualmente?
Los precios en el mercado internacional están bordeando los 900 dólares por tonelada, triplicando el precio promedio histórico de muchos años que es de 300 dólares por tonelada. Esto actualmente está ocurriendo con muchas materias primas, y es por eso que la planta debería operar al 100% y no al 70% como lo ha estado haciendo en los últimos meses.