Bloomberg — A medida que el tipo de cambio oficial del rublo se aleja de su valor en la calle, los dólares se vuelven más difíciles de encontrar.
Para Boris, un médico afincado en Moscú, la búsqueda se hizo tan desesperada que se planteó un plan de alta tecnología, aparentemente improbable, para el mercado negro que estaba impulsando un amigo.
Después de interactuar con un bot a través de una aplicación de mensajería, su conocido transfirió rublos de manera electrónica para recibir un código de barras que escaneó para poder acceder a una caja de seguridad en un centro comercial de Moscú.
Los $1.000 euros (US$1.040) que había pedido estaban dentro.
“Los bancos no tienen divisas o, si las tienen, las venden a un tipo de cambio muy malo”, dijo Boris, de 35 años, que pidió que no se utilizara su apellido debido a lo delicado del asunto. Aun así, “habría que confiar mucho en el sistema para hacerlo. Yo no me arriesgaría”, dijo.
La guerra de Vladimir Putin contra Ucrania ha puesto a la economía rusa en camino a su mayor contracción en décadas. Sin embargo, la moneda rusa ha subido un 25% frente al dólar estadounidense desde que comenzó la invasión, lo que le ha otorgado el incongruente título de la divisa con mejor rendimiento a nivel mundial.
Aunque esto ha permitido a Putin presumir de que la “Blitzkrieg” (Guerra relámpago) de sanciones de Occidente ha fracasado, los rusos de a pie no pueden aprovechar la fortaleza de la moneda. Los flujos de petróleo y los controles de capital han deformado el tipo de cambio oficial, y el rublo es alrededor de un 20% más débil en los puntos de cambio y en el mercado negro, lo que recuerda a muchos rusos a su predecesor soviético.
Es como tratar de demostrar que la Unión Soviética está ganando a Estados Unidos agitando un ejemplar del periódico Izvestia en la cara de alguien en 1982 y diciendo: “¡Mira, el dólar sólo vale 64 copecs! (unidad monetaria rusa)”, dijo Sergey Khestanov, profesor de finanzas y banca con sede en Moscú y asesor del director ejecutivo de la correduría Otkritie. “Estaría de acuerdo ... si alguien pudiera comprar un dólar por 64 copecs”.
Normas estrictas
Según las últimas normas del banco central, los prestamistas sólo pueden vender los dólares y euros que hayan recibido desde el 9 de abril. Los particulares pueden retirar divisas, pero sólo de cuentas abiertas antes del 9 de marzo y no más del equivalente a US$10.000 antes de septiembre. El límite para llevar físicamente el dinero en efectivo cuando se va al extranjero es también de US$10.000.
En un eco de los cambistas ilegales que operaban a finales del periodo soviético, los intermediarios que trabajan en convivencia con los empleados de los bancos atraen a los compradores con tipos de cambio que superan a los oficiales publicados en las ventanillas.
Como en el pasado, siempre existe el peligro de salir con billetes falsos, según Boris. Al final optó por el intermediario y pagó un 15% más que la tasa oficial para comprar US$2.000 para su exesposa y sus hijos. Necesitaban dinero en efectivo para unas vacaciones en Turquía, ya que las sanciones impiden que las tarjetas de crédito emitidas por Rusia funcionen en el extranjero.
El lunes, los bancos vendían dólares un 20% más caros en promedio que el precio del rublo cotizado en la Bolsa de Moscú, según una encuesta realizada por los sitios web financieros RBC y Banki.ru entre unos 70 bancos y puntos de cambio de Moscú. Los tipos del mercado negro mostrados en los canales de cambio de divisas de las aplicaciones de mensajería oscilaban entre los 73 y los 75 rublos por dólar en Moscú, mientras que el rublo cerró a 63,4 por dólar el lunes en la Bolsa de Moscú.
Eso puede estar muy lejos de la brecha gigante entre las tasas oficiales y las del mercado negro en un país como Zimbabue, pero la discrepancia en Rusia refleja la realidad de una economía que nunca ha estado tan aislada en su historia postsoviética.
Las sanciones que separan a Rusia del sistema bancario mundial y los controles de capital de emergencia en el país están ahogando las importaciones y haciendo imposible la fuga de capitales a gran escala. Al mismo tiempo, las sanciones internacionales se han elaborado cuidadosamente para permitir que los países sigan comprando el petróleo, el gas y otros productos básicos de Rusia, manteniendo el flujo de miles de millones de dólares en las arcas del Kremlin cada semana.
Defendiendo el enfoque unilateral de los Estados Unidos, el secretario de Estado, Antony Blinken, desestimó el repunte del rublo a principios de abril como “no sostenible”. La moneda se ha apreciado un 30% desde que habló Blinken, pero Tatha Ghose de Commerzbank AG (CBK) está de acuerdo con él.
“El tipo de cambio ya no tiene ningún componente prospectivo porque las sanciones y los controles de capital impiden un flujo de capital significativo”, escribió Ghose en un informe. El rublo se mueve por “la demanda y la oferta actuales del comercio de los artículos que todavía se pueden exportar e importar”.
Incluso el Banco de Rusia admitió en su último informe monetario que las sanciones han convertido el tipo de cambio en una expresión contundente de la balanza comercial del país.
Con la entrada en vigor de un embargo de petróleo y gas por parte de los gobiernos europeos a finales de 2022, Ghose predice que el rublo se desplomará un 10% a finales de año y otro 20% a finales de 2023.
Sin duda, alguna debilidad del rublo sería bien recibida por el Ministerio de Finanzas.
El precio en dólares de la principal mezcla de crudo de los Urales de Rusia está cayendo y la apreciación de la moneda significa que el gobierno recauda cada vez menos rublos por barril, poniendo en peligro sus objetivos de ingresos presupuestarios.
Rusia se quedará “prácticamente sin colchón para la recesión económica y las presiones financieras de la guerra prolongada en Ucrania”, escribieron en una nota Christopher Granville y Madina Khrustaleva de TS Lombard.
De vuelta al dólar en Moscú, Sofya, una estudiante de 22 años, consiguió comprar US$550 en un punto de cambio oficial en su tercer intento.
Está reuniendo el dinero para llevárselo a su novio, que se ha marchado a Praga en medio de las constantes especulaciones de que Putin anunciará una convocatoria nacional mientras la guerra se prolonga. Su consejo: salir con tiempo y ponerse en contacto con los bancos con antelación para evitar disgustos.
“El tipo de cambio era malo, mucho más alto que el oficial”, dijo. “Pero al menos no cobraban una comisión del 30% como en febrero”.
Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.