Ana Sofía y Marta, dos hermanas venezolanas, soñaban de niñas con impulsar el turismo en su adorada isla de Margarita. Esa pasión por resaltar la belleza tropical de Venezuela luego mutó y desde hace 20 años, la transformaron en Tarbay, una marca de moda con sello margariteño.
El primer intercambio se dio entre amigas y conocidas. Y aunque eran solo ellas dos, el primer equipo en aquel negocio, tenían claro la necesidad de expandirse e involucrar manos de mujeres; que como ellas, se criaron en la conocida perla del Caribe.
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Ana Sofía Tarbay, que recién integró la lista de 50 mujeres de Impacto en Latinoamérica elaborada por Bloomberg Línea, recuerda cómo la inspiración se hizo compromiso, usando el concepto de Island Glamour y permitiendo que sus joyas se convirtieran en ‘piezas de conversación’ en cualquier parte del mundo.
Es así, como Ana Sofía reconoce a las mujeres que usan sus artículos y productos, que se desglosan en joyas, zapatos, bolsos y lentes, como embajadoras no solo de la marca, sino también del país.
“La gente siempre se siente muy orgullosa de usar nuestras joyas, porque siempre van a preguntar de dónde vienen, la gente reconoce con orgullo que son piezas creadas a mano, en Margarita, es algo especial”, dice Ana Sofía, regocijándose con la sorpresa que le produce a quienes escuchan sobre la isla de Margarita que su nombre está relacionado con las perlas, dichas en griego.
Y las perlas son principalmente la especialidad de la marca. En todas las colecciones es una fuente infinita de inspiración, que al final habla también del ADN de la marca y símbolo principal de la joyería, que ya cuenta con 8 tiendas comerciales en Venezuela y una en Miami.
El crecimiento de Tarbay es un elemento que ha estado presente como en cualquier negocio, pero que a lo largo de sus 20 años, se ha dado orgánicamente y atravesando los distintos obstáculos que Venezuela a su vez ha experimentado.
“Somos una marca que nació en medio de un huracán, entonces ya creo que nos hemos hecho muy fuerte en sobrellevar las crisis y creo que es algo importante saber que el propósito de la marca es mucho más grande, que vemos lejos, nuestra idea fue hacer una marca que trascendiera fronteras, contar esta sensación de bienestar que da vivir cerca del mar. Es una marca con arraigo e intentamos que todos los productos lo transmitan”, cuenta Ana en videollamada con Bloomberg Línea.
Se refiere con orgullo a esa sensación que también ofrece su taller ubicado en Nueva Esparta, y cómo ello ha contagiado a todo el equipo, que hoy está conformado por 55 personas.
Las gemas preciosas encontradas en el Amazonas venezolano y las perlas que son traídas desde Margarita, las han podido combinar con metales laminados para el desarrollo de piezas artesanales únicas y versátiles. La pasión por ellas es una herencia de sus abuelos, que ahora transmiten a cada uno de los que operan en el taller.
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“Queremos que se conviertan en un ente de cambio dentro de sus comunidades, en forma de inspiración, de crecimiento que han tenido, que las posibilidades y metas se les han ampliado, es nuestra forma d e impactar a nuestra sociedad, al lugar dónde nosotros estamos. Gente que trabaja con nosotros, y también indirectamente, generando sensibilidad, arraigo y orgullo a través de los productos”, confiesa la venezolana, quien no ha dejado de ver oportunidades de crecimiento en el país.
Espera que en los próximos años se escale el modelo de negocios, aunque no están apresurados en ello. Hasta ahora, el crecimiento orgánico los ha caracterizado y se sienten a gusto con tal impulso. Se han fortalecido en las temporadas más oscuras del país, enfocados en esas familias venezolanas que también dependen de una marca, que más allá del glamour y la moda, nació y se erigió con el fin de embellecer a Venezuela y su gente.