Mariangel Molina y María Carolina Rondón son dos de los rostros que constituyen actualmente la directiva de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Venezuela (AJE), que por primera vez en 20 años eligió a sus representantes en unas elecciones inéditas, y quienes se permiten contar como un éxito el aumento de agremiados desde su instalación.
Cuando Mariangel, fundadora de Leather Heart y María Carolina, directora de Movilizarte inscribieron su plancha en la carrera por encabezar la junta de AJE, la organización contaba con 50 miembros, entre ellos empresas de reconocimiento y trayectoria en el país, como KMPG y PwC, dedicadas a la consultoría y asesoría. En la actualidad, a 7 meses de haber sido electas, suman 150 integrantes.
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Podría ser ello el punto de honor en su gestión, pero estas dos venezolanas prefieren hablar del esfuerzo que han alcanzado junto a las iniciativas que le acompañan en la asociación para impulsar y desarrollar estrategias, desde cada trinchera, con propósito social.
Venezuela, un país que recién ha salido del ciclo hiperinflacionario, y que tuvo una caída cerca del 80% de su PIB a lo largo de 8 años, era el menos apostable en términos de inversión y emprendimiento. Aún así, un grupo de jóvenes emprendedores venezolanos, algunos de ellos ya miembros de AJE, estaba dispuesto a mantenerse de pie, y reconocía que unido y agremiado era el mejor camino.
Los cientos de problemas en la nación suramericana ya se habían convertido en una motivación para impulsar o redireccionar sus compañías, que han optado por poner un tilde en el desarrollo y creación de soluciones. Y es así, como al menos 17 de estas empresas miembros están enfocadas en tener un impacto social.
Ya sea Ridery, con servicios de traslados, que se ha convertido en la app número 1 de Venezuela en movilidad, o Rapisalud, Mi Doctor 24h y Movilizarte, dirigidas a la atención médica primaria, o incluso Leather Heart, primera BCorp venezolana, que con residuos textiles crea peluches que generan empleos y cuyas ventas atienden las necesidades de alimentación de niños en situaciones vulnerables, la nueva generación de empresarios jóvenes venezolanos demuestra con decisiones y acciones, que son capaces de generar ese factor de cambio, que permita reconectar a Venezuela, a través del reconocimiento social y empresarial.
“Nuestro objetivo es posicionar a Venezuela en el mapa empresarial y económico latinoamericano nuevamente. Trabajar en espacios que conecten al empresariado venezolano es uno de nuestros caminos. Espacios de conocimiento que ofrezcan oportunidades de compartir experiencias comunes que nutran”, comenta Rondón, en conversación con Bloomberg Línea.
La asociación cuenta con agremiados en una edad promedio de 29 años, siendo la mínima requerida 23 años y la máxima 42 años. Ha logrado realzar su nombre, como principal reto en los últimos meses, y espera lograr sustentabilidad y aumentar en un 100% el número de afiliados. Buscan cerrar con 300 miembros este 2022.
El liderazgo femenino, el networking, generar confianza con asesoría y capacitación resultan claves en este proceso, que los nuevos y más antiguos miembros evalúan con positivismo, teniendo como objetivo seguir construyendo país, de manera consciente y racional.
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“Elevar las posibilidades de articular alianzas entre líderes que ejecuten acciones y comportamientos conscientes y comprendan que la conexión entre la humanidad, los negocios el planeta es irrefutable”, explica Mariangel Molina, resaltando la necesidad de co-creación.
Son jóvenes venezolanos, que a pesar de las múltiples oportunidades en el exterior, siendo parte además de compañías reconocidas, como ellas lo explican, se inspiraron por ser útiles en Venezuela y crecer a la par del nuevo funcionamiento económico, que va más allá de las políticas que pueda implementar un gobierno.