Bolivia — Cada día, un ejército de ingenieros pone en funcionamiento las turbinas de ciclo combinado de las tres termoeléctricas más grandes en Bolivia que funcionan principalmente con gas natural. Estas son: Del Sur (en Tarija), de Warnes (Santa Cruz) y de Entre Ríos (Cochabamba). Sumado, el consumo de las tres se ha visto duplicado en lo que va del año.
De acuerdo con el Comité Nacional de Despacho de Carga (CNDC), entidad dependiente del Ministerio de Hidrocarburos y Energías, entre enero y marzo de 2022 estas tres generadoras de energía eléctrica absorbieron 10.235 millones de pies cúbicos (MPC) de gas natural; es decir, 4.453 MMPC de más referente al mismo periodo del 2021 cuando consumieron 5.782 MMPC.
Este importante incremento del consumo interno de gas se reportó días antes de que Luis Arce y Alberto Fernández, mandatarios de Bolivia y Argentina, posaran sonrientes mostrando una declaración conjunta y la adenda al contrato original que fija un envío de 14 Millones de metros cúbicos al día (MMCD) de gas natural para los meses de invierno (entre mayo y septiembre) con la intención prioritaria de incrementar hasta 18 MMCD. Por ello, Argentina pagará un Precio Promedio Ponderado (PPP) de 12,18 dólares por millón de BTU (Unidad Térmica Británica).
Mientras tanto, a nivel nacional aparecen nuevas obligaciones que ponen en riesgo el cumplimiento del acuerdo con el país vecino. Por ejemplo, la Siderúrgica del Mutún que, según un anuncio reciente de su presidente ejecutivo, Jorge Alvarado, funcionará con energía eléctrica proveniente de 10 generadores impulsados con gas natural. Por otro lado, está el convenio que tiene Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) de proveer de 11,9 MPC por día de gas a la Fábrica de Cemento ECEBOL y de la reactivación de la Planta de Amoniaco y Urea que no tiene reportes actualizados de consumo de gas.
En 2021, la producción de gas en Bolivia alcanzó los 16.968 Millones de Metros Cúbicos (MMC) en todo el año, por debajo de los 22.187 MMC que se reportó en 2014. Del total que se produjo en 2021, según el informe de “volumen comercializado de gas natural por red de distribución” elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), las termoeléctricas demandan un 43% del gas que se produce, las industrias, un 27%; el Gas Natural Vehicular, un 21% y el restante 9% es destinado al uso comercial y doméstico.
La Fundación Solón, en su informe “Termoeléctricas: sobreoferta de electricidad” indica que las tres plantas generadoras podrían satisfacer toda la demanda interna del país por sí solas más allá del 2025 pero ello no es viable ni rentable porque “el gas natural que consumen está subvencionado y las reservas de gas están en declive. Además, ese gas que consumen las termoeléctricas podría ser exportado a cuatro o cinco veces el precio que pagan las termoeléctricas en el país”.
Raúl Velásquez, analista de la Fundación Jubileo, coincide, y dice que desde el 2015 ya se veía una tendencia decreciente en la producción de gas. Eso, sumado a la nula exploración, son las razones para no poder abastecer los compromisos de exportación y satisfacer el mercado interno.
Según el análisis del exministro de Hidrocarburos, Mauricio Medinaceli, la pérdida o disminución de los mercados de exportación para Bolivia generarán más presión para eliminar gradualmente el subsidio a los precios del gas natural y petróleo en el mercado interno.
“Es necesario hacer más eficiente YPFB, tener un sistema tributario progresivo en función a las condiciones económicas de los prospectos exploratorios, tener un mecanismo abierto y transparente de licitación de áreas de interés hidrocarburífero, ordenar el marco legal vigente y la eliminación gradual de los subsidios a los precios de los hidrocarburos comercializados en el mercado interno”, explica.