La startup boliviana de transporte que levantó US$1 millón para expandirse en LatAm

DeltaX aspira a gestionar el tráfico de camiones de carga que recorren las carreteras de Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia

Luis Fernando Ortiz, CEO de DeltaX.
04 de mayo, 2022 | 05:30 AM

Luis Fernando Ortiz es un boliviano, oriundo de Santa Cruz, que en 2020 fundó DeltaX con la finalidad de resolver demandas de los transportistas de carga nacional e internacional. Este emprendimiento recibió en los últimos días US$ 1 millón de dólares para expandirse a mercados de Suramérica.

“En Arica vi la problemática social con los conductores bolivianos y peruanos. Había un tema de ineficiencia, poca información, baja rotación de choferes en algunas épocas del año. Ahí fundé el club de choferes para entrenar a estas personas y también para que los funcionarios públicos chilenos tuvieran una mayor sensibilidad hacia los mismos. Yo los consideraba nuestros más valiosos clientes. Ese club de choferes sigue hasta ahora”, le cuenta Ortiz a Bloomberg Línea.

Con la aplicación, un conductor puede programar sus embarques, puede conocer con anticipación que cargas habrá en días siguientes. Eso les permitirá planificar su carga de retorno y así tener mayor estabilidad en sus ingresos mensuales. “La principal queja de los choferes era que todos se hacía de la manera tradicional usando Whatsapp, email y yo sabía que esto se podía hacer más eficiente con un aplicativo y una plataforma web”, dice.

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DeltaX tiene dos tipos de clientes: conductores de importación y de exportación, incluidos también a los transportistas que mueven carga entre departamentos como sus propias cosechas. Por otro lado, los propietarios de camiones, choferes independientes, empresas y cooperativas de transporte.

Ese interés en la logística nació cuando Ortiz trabajó en Chile en el grupo Ultramar, una de las empresas de logística más grandes de LatAm. Allí se desempeñó como gerente comercial y conoció de cerca el movimiento de puertos como Valparaíso, Punta Arenas y Arica. Pero la historia de DeltaX comenzó varios años después cuando él regresó a Bolivia, donde entró a trabajar en otra empresa de logística llamada Delta Cargo.

“Lancé la aplicación hace dos años. De poco fuimos experimentando con distintas rutas y tipos de carga. El año pasado tuvimos un crecimiento brutal y eso llamó la atención de inversionistas extranjeros y desde diciembre hasta abril estuvimos en negociaciones hasta que se cerró la ronda de negociación con el capital de 1 millón de dólares invertidos por empresas de Silicon Valley”, cuenta Ortiz.

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Entre los inversionistas que participaron en esa ronda participaron inversionistas como Magma Partners, de Chile; Duro Ventures, de California (EE.UU), SC Angeles, de Bolivia, y 99 startups, de México

Su meta con este capital es abrir oficinas en los países donde ya están haciendo embarques internacionales desde Bolivia: Perú, Paraguay y Chile. Para eso contactaron a fondos de capital de riesgo en México y EEUU quienes validaron sus números y mostraron mucho interés.

El nombre se inspiró en CargoX, la plataforma más exitosa de Brasil que domina el mercado en esa costa. Mientras que DeltaX busca replicar ese trabajo en la comunidad andina.

“Arrancamos cuando yo todavía estaba trabajando en Delta Cargo, en una pequeña sala de reuniones de la oficina. Yo ahí tenía que hacer de todo y hacerlo por las noches en mi tiempo libre. Me tocó pensar en la aplicación, vender, ver tema contable. Todo muy caótico, haciendo de todo un poco. Incluso tuve que prestarme dinero porque comencé con un pequeñísimo capital de mi trabajo”, cuenta Ortiz, quien estudió ingeniería industrial, economía y comercio internacional con la beca Kupel y tiene un MBA de Babson College con la beca Fulbright.

Detrás de DeltaX hay tres generaciones de familias que se dedican al transporte y logística. Luis Fernando aprendió a manejar a sus 13 años en un camión en el que su madre lo mandaba a repartir azúcar por su barrio.

“Recuerdo que iba a los mercados y que mi madre siempre fue una mujer emprendedora y, por el otro lado, mi abuelo paterno, Abel Ortiz, fue chofer transportando carga para YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos). Imaginen una época post guerra del Chaco cuando la infraestructura caminera era muy precaria y la comunicación casi no existía. Viajar con carga era para aventureros que iban y venían a los pozos petroleros”, recuerda.