Bloomberg Línea — América Latina fue una región altamente golpeada por la crisis económica generada por la pandemia de Covid-19. Unos 4,5 millones de los 49 millones de empleos perdidos a finales de 2019 y el segundo trimestre de 2020 aún no se han recuperado, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Pero la recuperación de los empleos, según estimaciones de este organismo, está atravesado por un factor clave: la informalidad.
Datos de la OIT presentados en febrero señalaron que entre el 60% y el 80% de los empleos recuperados en LatAm hasta el tercer trimestre de 2021 eran informales, y una de cada dos personas ocupadas estaba en la informalidad.
Este mismo organismo define la informalidad como “todo trabajo remunerado que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos”, razón por la que en la fase de recuperación económica de los países, son diversas las poblaciones que han llegado a este estado laboral, como los migrantes.
A nivel global, el organismo también señaló en una de sus publicaciones que la informalidad, incluso, no fue una opción para reincorporar personas al mercado laboral. “En vez de quedar desempleados o pasar a la informalidad como en crisis anteriores, los trabajadores despedidos o los que operaban de manera independiente abandonaron la fuerza laboral”.
Además, se proyecta que durante 2022, en todo el mundo, la recuperación del mercado laboral será “lenta e incierta” y el déficit de empleos equivaldrá a 52 millones de puestos de trabajo de tiempo completo frente al 2019.
La heterogeneidad de la informalidad
La medición de la informalidad no es heterogénea en América Latina, como lo resalta una publicación de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), pues se realiza bajo las estadísticas disponibles en cada país y teniendo en cuenta aspectos particulares en cada contexto.
Sin embargo, este indicador en las principales economías de Latinoamérica ha sufrido una presión al alza desde la llegada de la pandemia de Covid-19.
En Argentina, por ejemplo, cifras del Indec publicadas en abril precisan que el país llegó a 7,6 millones de empleos no registrados, es decir, también contados como informales.
Por su parte, en Brasil, la mayor economía de la región, cifras del Instituto Brasileño de Estadística (IBGE) publicadas el viernes 29 de abril, señalan que la informalidad durante el primer trimestre del año afectó a por lo menos 38 millones de trabajadores.
Un panorama similar se presenta en México, la segunda mayor economía regional, en donde hasta marzo de este año, 31,6 millones de trabajadores estaban en el sector informal, trabajando sin protección social, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
Mientras que en Colombia, cifras reportadas por el Dane en abril, mostraron que la informalidad se redujo en el país en el trimestre móvil que va desde diciembre de 2021 a febrero de 2022, pasando a 44,6% desde el 48,3% en comparación con el mismo período del año anterior.
A principios de 2022, en América Latina, todavía había por lo menos 28 millones de personas desempleadas, lo que refleja que la crisis laboral en la región puede mantenerse en el tiempo.
Por último y para revertir la tendencia, el investigador de la Cepal, Andrés Espejo, señaló en su texto ‘Informalidad en América Latina’ que la identificación de áreas donde se concentra el mayor riesgo a esta forma de trabajo “puede contribuir al diseño de estrategias y políticas para reducir la informalidad en los territorios, así como apoyar a los trabajadores informales”.