Bloomberg Línea — Queda poco del marcado optimismo que tenía la mayoría de los gobiernos alrededor del mundo a finales del año pasado, a medida que las economías rebotaban tras el desplome que de 2020 a causa de la pandemia. El tono sombrío que han tomado los organismos multilaterales desde la semana pasada ha reflejado la preocupación sobre la posibilidad de que el crecimiento económico se ralentice al tiempo que se profundiza la guerra en Ucrania y la inflación afecta los bolsillos de los consumidores. América Latina no es ajena a este escenario y ahora enfrenta riesgos “inusitadamente altos”, según advirtió hoy el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El crecimiento de la región está perdiendo ímpetu al punto que está volviendo a la tasa de crecimiento previa a la pandemia, con un alza estimada de un 2,5% para este año. Esto en buena medida por la desaceleración de las dos principales economías de Latinoamérica, según un análisis liderado por Ilan Goldfajn, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.
El organismo con sede en Washington ahora espera que Brasil se expanda un 0,8% este año, muy por debajo del 4,6% observado el año pasado, mientras que México crecerá solo un 2% desde el 4,8% de 2021, según las cuentas reveladas en el World Economic Outlook (WEO) la semana pasada. A pesar de que hay casos como el de Colombia, donde se espera una desaceleración menor que el resto, la tendencia de la región se verá también afectada por el desempeño comparativamente mediocre de economías como Chile (1,5%) y Perú (3,0%), que vienen de registrar el año pasado tasas de doble dígito.
En medio de esta menor expansión, el análisis del FMI alertó sobre al menos cinco riesgos que enfrenta la región. El primero de ellos es la guerra en Ucrania, que llevó a los precios de las materias primas a niveles que no se veían hace años. Y si bien esto significa una ventaja para los países exportadores, también implican desafíos para la inflación y los importadores netos de commodities.
El análisis de Goldfajn también alertó sobre el endurecimiento de la política monetaria de Estados Unidos, que tendrá una postura más restrictiva para enfrentar la inflación y que incidirá en las condiciones financieras internacionales.
La semana pasada, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, advirtió durante un conversatorio en las reuniones del FMI que en el próximo encuentro del banco central probablemente se discutirá un alza de 50 puntos en la tasa de interés e insistió en que el banco central está “realmente comprometido” con su objetivo de controlar la inflación más alta en cuatro décadas.
“El aumento de los costos de financiamiento a escala mundial e interna puede acelerar la salida de capitales y plantear un reto para la región, dadas las grandes necesidades de financiamiento público y externo en algunos países, y los limitados recursos para financiar inversiones en la región”, dijo el análisis del FMI.
Desde China hasta el riesgo de las tensiones sociales
El tercer reto que enfrenta América Latina también llega desde el extranjero. La región también tendrá que lidiar con una desaceleración del crecimiento de China, que podría impactar el comercio con uno de sus principales socios.
El gigante asiático cada vez está más afectado por nuevos brotes de Covid-19 y la estricta política del gobierno ha optado por cuarentenas que han afectado a todas las industrias y que están generando más cuellos de botella en las cadenas de suministro.
“Los recientes cierres en centros manufactureros y comerciales clave, como Shenzhen y Shanghái, probablemente agravarán las interrupciones del suministro en otros lugares de la región y más allá”, advirtió el FMI en su WEO la semana pasada.
En medio de este panorama, los países de América Latina también se enfrentan al incremento en la pobreza y la desigualdad que dejó el Covid-19. “Para garantizar la cohesión social y reducir el riesgo de tensión social, los gobiernos deberían proporcionar apoyo focalizado y temporal a los hogares vulnerables y de bajo ingreso, y dejar que los precios internos se ajusten en función de los precios internacionales”, dijeron los investigadores.
Para el organismo, esto podría ayudar a los grupos más vulnerables, incentivar la producción y ampliar el acceso a las redes de protección social en aquellos países donde estén desarrolladas.
No obstante, el quinto reto está en proveer estas ayudas sin afectar la sostenibilidad de las finanzas públicas. Según Goldfajn, cerca del 40% de los países de la región han introducido nuevas medidas para enfrentar la inflación. Estas van desde la reducción de impuestos y aranceles de importación hasta límites de precios o transferencias sociales, y ya representan un costo fiscal medio estimado en 0,3% del PIB de este año.
Para el FMI, cualquier medida debe utilizarse con prudencia pues los gobiernos navegan en medio de riesgos “inusualmente elevados” que rodean a la recuperación mundial.