Bloomberg — Fue una de las ofertas de adquisición más frenéticas e imprevisibles de la historia: Elon Musk selló un acuerdo para adquirir Twitter Inc. (TWTR) por US$44.000 millones pocas semanas después de que se supiera que era un inversor.
Hace un mes, la principal conexión de Musk con la plataforma de medios sociales era la de ser un usuario prolífico. Pero poco después se reveló como el mayor accionista de Twitter, se convirtió en un efímero miembro de la junta directiva, en un pretendiente hostil y, finalmente, en un exitoso negociador. Todo ello con docenas de tuits de por medio.
La transacción se produjo a una velocidad vertiginosa, en parte porque Musk renunció a examinar las finanzas de Twitter más allá de lo que estaba disponible públicamente, pero también porque así es como trabaja el multimillonario. El CEO de Tesla Inc. (TSLA), de 50 años, estuvo muy involucrado en los detalles de la transacción, según personas familiarizadas con el proceso. Y como era un inversor individual, sin el peso de una junta directiva o de los accionistas -a diferencia de un oferente corporativo-, Musk pudo tomar muchas de las grandes decisiones por su cuenta.
Este relato de la adquisición de Twitter se basa en entrevistas con más de media docena de personas directamente involucradas en la transacción. Muchos de ellos coincidieron en que nunca habían visto un acuerdo tan grande y tan rápido como éste en toda su carrera. Un representante de Twitter se negó a comentar los detalles, mientras que representantes de Musk no respondieron inmediatamente a las solicitudes de comentarios.
Un pretendiente inoportuno
Desde el momento en que reveló su participación de aproximadamente el 9% en Twitter el 4 de abril, Musk fue visto como un adversario potencial para la junta directiva de Twitter, los empleados y muchos de sus usuarios.
Esto preparó el terreno para una dura batalla cuando hizo pública su oferta de US$54,20 por acción el 14 de abril. Twitter se puso inmediatamente en modo defensivo y adoptó una estrategia conocida como “píldora venenosa” al día siguiente. Los tuits de Musk insinuando una oferta de compra también parecían estar diseñados para amenazar a la empresa con sede en San Francisco.
Pero el improbable cortejo tuvo unos cuantos puntos de inflexión clave que permitieron a la persona más rica del mundo congraciarse con la junta de Twitter, incluido el presidente Bret Taylor.
El primer avance fue conseguir US$46.500 millones para la oferta. Tras contratar a Morgan Stanley (MS) como asesor, Musk consiguió que una docena de bancos se comprometieran a aportar US$25.500 millones en concepto de financiación de la deuda. Él mismo prometió otros US$21.000 millones en financiación con recursos propios.
Hacer videollamadas, hacer presentaciones y compartir partes de su visión del futuro de Twitter ayudó a los bancos a sentirse cómodos trabajando con él, informó Bloomberg.
También hubo al menos dos fines de semana consecutivos en los que asesores trabajaron durante algunas noches de insomnio. El nombre en clave de la oferta era “Proyecto X” en algunos de los bancos implicados. Musk, por su parte, atendía las llamadas desde lugares como Texas, donde Tesla tiene ahora su sede.
Directo a los inversores
La segunda táctica empleada por Musk fue apelar directamente a los accionistas de Twitter a finales de la semana pasada. Después de revelar que tenía la financiación asegurada, Musk llevó su propuesta a algunos de los mayores inversores activos de Twitter y les instó a presionar a la compañía para interactuara con él, dijeron algunas de las personas. Algunos accionistas se pusieron en contacto con Twitter para decir que querían que se tomara en serio la oferta, dijeron.
Por su parte, la junta directiva de Twitter, al que se unió en algunos casos la dirección, organizó reuniones con entre ocho y diez de sus inversores para conocer la opinión de los accionistas sobre un posible acuerdo, según una de las personas citadas. Esas reuniones comenzaron antes de que Musk hiciera públicos sus compromisos de financiación obtenidos.
El tercer catalizador que llevó a un acuerdo fue el rol del precio, US$54,20, y cómo se comparaba con las propias perspectivas de crecimiento de Twitter. Los asesores de la compañía, entre los que se encontraban Goldman Sachs Group Inc. (GS) y JPMorgan Chase & Co. (JPM), hicieron un análisis de valoración y lo presentaron a la junta directiva el viernes pasado, dijo una de las personas. Sin embargo, el equipo de Musk no pudo ver esos materiales, dada la decisión de evitar la revisión de los libros de Twitter.
Las acciones de Twitter cotizaban muy por debajo de la oferta de Musk, ya que el día anterior cerraron a US$47,08, y estaban muy lejos de sus máximos de más de US$70 de un año antes. Pero la pregunta era si las acciones podrían recuperarse sin aceptar el acuerdo. El análisis no pintaba un panorama optimista.
La junta de Twitter llegó a la conclusión de que, en función de la cotización de sus pares, sus acciones no alcanzarían el precio de la oferta de Musk en un futuro próximo.
Las conversaciones se aceleran
Una vez completado el análisis, Taylor se dirigió a Musk. El presidente, cuyo trabajo diario es el de co CEO de Salesforce Inc. (CRM) intensificó las conversaciones y las dos partes trabajaron para perfilar el acuerdo.
Cuando Musk reveló por primera vez la oferta, la describió como su “mejor y definitiva”, y así fue. Durante las conversaciones, los asesores de Twitter no lograron obtener un precio más alto ni un llamado período de venta, en el que la empresa podría solicitar otras ofertas. No obstante, sí dio garantías a la junta de que no se echaría atrás.
Musk hizo famosa la declaración de su intención de sacar a Tesla a la bolsa en 2018, diciendo que la financiación estaba asegurada, solo para archivar el plan unas semanas después. El episodio provocó demandas de los inversores y de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), y se ha cernido sobre la reputación de Musk.
Pero a medida que avanzaban las negociaciones con Twitter, Musk era una esponja que se empapaba de la jerga de los banqueros y luego la utilizaba él mismo, dijeron las personas involucradas en el acuerdo. A veces enviaba correos electrónicos directamente a los banqueros para pedirles su opinión sobre algunos elementos de las negociaciones, como las comisiones de rescisión, y sopesaba los pros y los contras con detenimiento. Una persona dijo que, aunque Musk tiene una imagen pública de ser apresurado, en privado era curioso, reflexivo y abierto a las opiniones.
--Con la ayuda de Dana Hull y Mark Bergen.