Bloomberg — Poco después de que Shanghái entrara en confinamiento, Mark Liu se ofreció para ayudar a las autoridades a suministrar bienes esenciales a millones de residentes convirtiéndose en lo que se conoce como un Dàbái, o “Gran Blanco”.
Este director de negocios de un fondo de inversión, de 33 años, que se trasladó a Shanghái recientemente desde Hong Kong, esperaba que apuntarse le permitiera obtener información más transparente sobre los casos de Covid-19 en su complejo. En su mayor parte, los Dàbái trabajan con los comités de vecinos para garantizar que los residentes reciban alimentos y otros elementos esenciales para que la vida diaria transcurra lo mejor posible, así como para llevar a cabo pruebas masivas de Covid-19.
Pero pronto se desilusionó con la experiencia. No sólo los detalles sobre los brotes de Covid-19 seguían siendo opacos después de convertirse en Dàbái, sino que también vio cómo algunos voluntarios abusaban de su nueva autoridad para espiar a los vecinos o utilizar su estatus para comprar en grupo e-cigarettes (cigarrillos electrónicos), un lujo que negaban a los residentes normales.
“Ser un gran defensor de la autoridad y el poder parece estar muy arraigado en la mentalidad de algunos residentes”, dijo Liu, que lleva encerrado en su recinto desde el 1 de abril. “No hay mucha gente que cuestione la autoridad, o la propia validez de la política de Covid Cero”.
Se describe a los Grandes Blancos como las brigadas de policías, trabajadores médicos y voluntarios con trajes protectores blancos que se han hecho omnipresentes durante la pandemia. Los medios de comunicación estatales chinos han utilizado el término desde la aparición del virus en 2020 en Wuhan para suavizar su imagen: El apodo es el mismo que el nombre local para Baymax, el tierno robot inflable de la película Big Hero 6 (Grandes héroes).
Sin embargo, luego de que Shanghái entrara en el confinamiento a principios de abril, los Dàbái se han convertido en el foco de la ira pública por su papel como implementadores de la castigadora estrategia Covid Cero. A menudo se les ve en vídeos virales realizando actividades absurdas, como la desinfección de calles vacías, así como comportamientos brutales, como atrincherar a la gente en sus casas, maltratar a las mascotas y a los ancianos.
Aunque la capacidad de China para controlar a sus 1.400 millones de habitantes es insuperable y ha contribuido a limitar su cifra de muertos por Covid-19 a las más bajas del mundo, el Partido Comunista siempre ha dependido de soldados de base que no siempre se mantienen en la línea. En algunos casos extremos, los internautas chinos se han referido a Dàbái como “guardias blancos”, en una referencia a los fanáticos de los Guardias rojos de la Revolución Cultural bajo el mandato de Mao Zedong, que provocó asesinatos en masa y destrucción económica que duró una década hasta su muerte en 1976.
“En China siempre se ha hecho hincapié en la acción colectiva, en la que los individuos pueden ver sumidos sus intereses por las necesidades generales de la sociedad”, dijo Rana Mitter, profesora de política china en la Universidad de Oxford. “Los Grandes Blancos también desempeñan un papel conveniente para el gobierno, ya que pueden desviar la ira popular de las autoridades centrales”.
Hasta que la variante ómicron puso al descubierto las debilidades de la política Covid Cero del presidente Xi Jinping, muchos ciudadanos acogieron con satisfacción los llamamientos a sacrificar sus necesidades personales con el objetivo mayor de frenar la propagación del virus. Ahora esa mentalidad está cambiando junto con la visión de los Grandes Blancos, que son vistos cada vez más como villanos a medida que crece la desconexión entre sus acciones y el bonito nombre que se les ha otorgado.
Entre los comportamientos más chocantes de los Grandes Blancos grabados en vídeo se encuentra la paliza que unos voluntarios dieron a un perro corgi en la zona de Pudong, en Shanghái, después de que sus dueños fueran llevados a cuarentena y obligados a entregarlo al comité de vecinos. Las autoridades chinas afirman que los animales pueden ser vectores de propagación del coronavirus.
雾亭 (@wutingzy): #mientrastantoenChina Shanghái. ¡Un gran blanco mató a un corgi a plena luz del día! El dueño del perro estaba en cuarentena forzosa. April 6, 2022
En otro post de WeChat que circuló ampliamente y que ya ha sido borrado, una mujer describió cómo los Grandes Blancos trabajaron con la policía y un cerrajero para irrumpir en el apartamento de su abuela de 94 años en medio de la noche para llevarla a la cuarentena. Después de que la mujer se negara a salir, la arrastraron por el suelo, hasta que su hijo aceptó irse con ellos. La oficina local del barrio defendió la acción, diciendo que se preocuparon cuando nadie respondió a la puerta.
“Esos Grandes Blancos no tienen ningún sentido para la humanidad”, dijo Samuel Yu, un ejecutivo de marketing de 40 años de Shanghái que vio los vídeos. “Pero los de mi recinto han trabajado muy duro desde el confinamiento: creo que a veces no tienen otra opción”.
Un Gran Blanco de Shanghái, que pidió no ser identificado por temor a recriminaciones, dijo que se inscribió en línea para el trabajo y que fue elegido por las autoridades a nivel de calle (comunitarias). Describió el trabajo como “muy estresante” y dijo que tenía que permanecer al aire libre con un traje para materiales peligrosos mal ajustado hasta seis horas seguidas, lo que significa que no puede beber agua ni ir al baño. El voluntario dijo que le dijeron que no se sentara a menos que pareciera que se iba a desplomar.
Los Grandes Blancos también llevan a cabo el tipo de tareas banales que ponen de manifiesto la inutilidad de muchas normas de Covid Cero que, sin embargo, deben cumplirse sin excusas. En un post viral, un trabajador con equipo de protección fue filmado siguiendo a un hombre solitario en Shanghái que desafiaba las órdenes e intentaba dar un paseo al aire libre. El trabajador le puso un micrófono en la cara y le repitió “vete a casa” en un altoparlante.
Edward Lawrence (@EP_Lawrence): Visto en las redes sociales chinas, “vete a casa”.
Este comportamiento pone de manifiesto que muchos voluntarios no están bien equipados para hacer frente a los brotes y refuerza la imagen de que sólo están ahí para cumplir las órdenes de los superiores. Liu, el voluntario de Shanghái, dijo que a los Dàbái ni siquiera se les enseñó a llevar y desechar correctamente el equipo de protección.
Ralf, un expatriado alemán de 48 años en Shanghái que pidió ser identificado por su primer nombre, dijo que hablar con los Dàbái era como “hablar con un niño” porque muchos carecían de conocimientos reales sobre el Covid-19 o podían explicar de forma significativa las normas asociadas a las políticas de Covid Cero.
“Si aceptas el sistema (de la necesidad de que nos controlen como la policía secreta) como algo bueno para ti y para la ciudad, entonces esta gente está haciendo un trabajo tremendo”, dijo. “Pero son guardias de prisión”.
-Con la asitencia de Allen Wan.
Este artículo fue traducido por Andrea González