Bloomberg — Estados Unidos se encuentra entre las naciones que están presionando a Indonesia para que incluya a Ucrania como invitado en la cumbre del Grupo de los 20 en noviembre, frustrado por la negativa de Yakarta a retirar una invitación al presidente ruso Vladimir Putin.
El cambio de táctica muestra las disputas diplomáticas a las que se enfrenta Indonesia como anfitriona del G-20 este año, y el dilema para los Estados miembros, incluido Estados Unidos, dada la guerra de Putin en Ucrania, que entra ahora en su tercer mes. Rusia es miembro del G-20, junto a países como China e India, que no se han sumado a las sanciones a Moscú por su agresión.
Estados Unidos y algunos otros miembros del Grupo de los Siete están haciendo el pedido ahora a Yakarta, que ha dicho que quiere “permanecer imparcial” como presidente rotativo del G-20, para que extienda una invitación para que el presidente Volodymyr Zelenskiy asista al menos a parte de la reunión, según funcionarios familiarizados con el asunto. Un portavoz de la Casa Blanca declinó hacer comentarios.
El país anfitrión suele invitar a una serie de países a participar en algunos aspectos de la cumbre como observadores, aunque no suelen participar en los debates formales.
Incluir a Zelenskiy acrecentaría aún más la pesadilla logística y diplomática para Indonesia si Putin decidiera asistir en persona a la cumbre en la isla tropical de Bali. Y no está claro si añadir a Ucrania sería suficiente para garantizar la presencia de otros líderes. Al menos algunos, entre ellos el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no se sentarían en la misma mesa que Putin de ninguna manera, dijeron las personas. No está claro si Indonesia podría organizar una cumbre para evitar que Putin y Biden se crucen.
Estados Unidos es uno de los países que apoyan la salida de Rusia del G-20, aunque otros países, como China, se oponen a ello. Rusia fue expulsada del más pequeño Grupo de los Ocho tras la anexión de Crimea por parte de Putin en 2014.
Todavía es posible que algunos líderes simplemente opten por mantenerse alejados por completo o enviar una delegación de menor nivel. Igualmente, es poco probable que el presidente ruso participe en algún acto en el que también esté presente Zelenskiy.
Hasta ahora, Putin se ha negado a reunirse con Zelenskiy, a pesar de que el líder ucraniano afirma que es la única forma de poner fin a la guerra. Las conversaciones para un alto el fuego temporal han tenido dificultades para avanzar y no ha habido ningún progreso discernible en un acuerdo de paz más amplio.
Biden ya dijo el mes pasado que si Indonesia no excluía a Rusia de la cumbre del G-20, debería al menos invitar a Ucrania a asistir a algunas reuniones. Un funcionario familiarizado con las discusiones dijo que ese mensaje se está reforzando ahora a puertas cerradas.
Indonesia aún está trabajando en su posición, según otro funcionario, que pidió no ser identificado al hablar de asuntos confidenciales. Faltan meses para la cumbre y el gobierno prefiere esperar y ver. Aún no se ha tomado ninguna decisión sobre la invitación a Ucrania a la cumbre de noviembre, añadió la persona.
Putin aún no ha decidido si participará en la cumbre, según otro funcionario con conocimiento del asunto. El líder ruso también está esperando a ver cómo evoluciona la situación en los próximos meses. Es posible que si asiste sólo lo haga virtualmente.
El embajador Dian Triansyah Djani, funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de Indonesia y coportavoz del G-20, no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
Una de las preocupaciones es que la invitación a Zelenskiy signifique que toda la cumbre esté dominada por el conflicto, dijo un funcionario. Esto limita el alcance de los debates sobre otros asuntos, como el cambio climático y la pobreza. Un diplomático de un país del G-7 dijo que las posibilidades de que el G-20 logre algún progreso sustantivo en otros temas eran extremadamente limitadas y que esas escasas perspectivas probablemente se extiendan a futuras cumbres.
Las complejidades ya se pusieron de manifiesto en las reuniones del G-20 y del Fondo Monetario Internacional celebradas en Washington la semana pasada, a las que asistieron ministros de finanzas y directores de bancos centrales. En varios eventos, funcionarios de países como Estados Unidos se retiraron cuando un asistente ruso comenzó a hablar. No se emitió ningún comunicado general.
Posteriormente, la ministra de Finanzas de Indonesia, Sri Mulyani Indrawati, dijo que la protesta contra la participación de Rusia era comprensible, pero añadió que confía en que las diferencias sobre la guerra no obstaculicen la cooperación en el G-20.
“El G-20 sigue siendo un foro de primer orden para que todos sigamos discutiendo y hablando de todos los temas”, dijo. “Creo que vamos a ser capaces de superar las difíciles tareas a las que nos enfrentamos hoy”.
Indonesia ya ha enviado una invitación a Ucrania para que hable en una de las reuniones de este año sobre el impacto de la guerra en la economía mundial y lo que el G-20 puede hacer para apoyar a su vez la economía ucraniana. Este discurso podría tener lugar cuando los jefes de finanzas se reúnan en julio, en Bali. También es posible que un funcionario ucraniano se dirija a una de las reuniones intermedias por videoconferencia.
Los países del G-7 todavía están trabajando en una posición unificada sobre cómo manejar una posible presencia de Rusia en noviembre, según personas familiarizadas con las recientes discusiones. Eso incluye la posibilidad de que la cumbre termine sin un comunicado.
Sin embargo, a algunos líderes les preocupa que se produzcan divisiones entre el norte y el sur dentro del G-20 y que un boicot total pueda dejar el escenario en manos del presidente ruso.
Aunque los países del G-7, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania, han impuesto amplias sanciones a Moscú, pocos otros países se han sumado a esos esfuerzos, y muchos gobiernos de América Latina, África, Asia y Oriente Medio siguen siendo reacios a hacerlo.
Los siete gobiernos han coordinado sus esfuerzos para involucrar a otros miembros del G-20 y a otros países. Uno de los objetivos es contrarrestar las operaciones de desinformación rusas que pretenden culpar a las sanciones occidentales de la subida de los precios de los alimentos, explicaron. La guerra ha interrumpido el suministro de cultivos cruciales como el trigo de Ucrania.
Los gobiernos también están trabajando para estrechar los lazos comerciales con los miembros del grupo más amplio, como la India, y tratando de conseguir que otros se unan a sus esfuerzos para impedir que Moscú eluda las sanciones.
Dos personas familiarizadas con las conversaciones dijeron que en las últimas reuniones de funcionarios de finanzas, los países desarrollados utilizaron partes del tiempo asignado para condenar a Rusia antes de pasar a otros asuntos. Los países en desarrollo se limitaron a hablar de la agenda más amplia.
--Con la ayuda de Rieka Rahadiana.
