El sistema alimentario mundial depende demasiado del trigo

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Bloomberg — Aturdida por la invasión de Rusia a Ucrania, Europa se esfuerza por diversificar su suministro de energía: del gas ruso canalizado hacia gas natural licuado, más energía renovable y energía nuclear. De la misma manera y por la misma razón, la guerra en curso debería impulsar a los países a cambiar y diversificar su suministro de alimentos para hacerlo más seguro y, al mismo tiempo, mejorar la nutrición en todo el mundo.

Rusia y Ucrania suministran el 30% del trigo mundial. Esta es la razón por la que la guerra ha provocado que los precios del trigo se disparen, junto con los precios de muchos otros productos alimenticios. De febrero a marzo, el índice de precios de los alimentos de la Asociación de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación saltó un 12,6%, a un máximo histórico. Esto amenaza con una inseguridad alimentaria sin precedentes a nivel global.

También destaca la necesidad de reformar el sistema alimentario mundial, que ahora deja a demasiadas personas dependientes de un puñado de granos producidos en masa, incluidos el trigo, el arroz y el maíz.

Para hacer frente a la escasez inmediata, los agricultores de EE.UU., India, Canadá y otros lugares tendrán que sembrar más trigo. Y la gente en todo el mundo tendrá que reemplazar el trigo con arroz y otros granos disponibles. Sin embargo, a largo plazo, esta crisis brinda la oportunidad de cambiar el rostro de la agricultura y reducir la dependencia mundial del trigo y otros cultivos básicos importantes.

Lograr este cambio será un desafío político. Muchos países han consolidado subsidios agrícolas que respaldan grandes productos básicos, como maíz, arroz, trigo, aceites, azúcar y soja, y aseguran que se cultiven a gran escala utilizando prácticas uniformes de producción agrícola. En los países que producen dos tercios de los cultivos del mundo, los gobiernos proporcionan US$540.000 millones al año en apoyo agrícola. Solo los EE.UU. gastan US$16.000 millones anuales en subsidios agrícolas, el 80% de los cuales se destina al 10% de las granjas más grandes.

Este paradigma tiene muchos defectos. Después de todo, siempre habrá riesgos al depender demasiado de un grano o solo de unos pocos. Hace que sea difícil abordar las interrupciones en el suministro causadas por conflictos, crisis prolongadas y Estados frágiles, como lo deja claro el conflicto en Ucrania. Y además de los problemas geopolíticos, existe la antigua pero ahora creciente amenaza del mal tiempo.

Las olas de calor, las sequías, las inundaciones y los períodos de frío pueden devastar los cultivos de trigo, maíz, soja y arroz. Debido al cambio climático, el clima extremo ya ha reducido las cosechas lo suficiente como para impulsar los precios de los alimentos a sus niveles más altos en 40 años. El cambio climático también aumenta el riesgo de que tales fenómenos meteorológicos extremos puedan ocurrir en varios lugares en la misma temporada. Este fenómeno de “múltiples fallas en el granero” puede comprometer el acceso a los alimentos de miles de millones de personas.

Los subsidios para los grandes cultivos también descuidan la necesidad de promover dietas saludables. Tome el trigo, por ejemplo. El trigo integral sin refinar es una fuente importante de almidón y energía, así como de proteínas, vitaminas (en particular, vitamina B), fibra dietética y fitoquímicos. Pero la demanda de trigo ha ido en aumento a nivel mundial debido a sus propiedades únicas de gluten, que lo convierten también en un componente ideal del pan, fideos, pasta, galletas, galletas saladas y muchos otros alimentos y bocadillos horneados. Estos alimentos altamente procesados, que ahora constituyen una parte importante de la dieta mundial, carecen de nutrientes saludables y contribuyen a la mala salud.

En los últimos 50 años, los subsidios agrícolas, respaldados por esfuerzos complementarios de investigación y desarrollo en países dependientes de la agricultura, han convertido al arroz, el maíz y el trigo en los cultivos más dominantes del mundo, y representan dos tercios de la ingesta mundial de energía alimentaria. Los alimentos básicos alternativos como el sorgo, el mijo, el centeno, la yuca, la batata y el ñame no han desaparecido, al menos no todavía, pero se han vuelto cada vez menos importantes.

Para fomentar un suministro de alimentos más diverso y resistente, los países deben comenzar a reorientar los subsidios agrícolas hacia frutas, verduras, nueces y legumbres y otros alimentos nutritivos. Un estudio reciente sugiere que si la mitad de todos los subsidios agrícolas en todo el mundo se reutilizaran para apoyar el cultivo de alimentos que benefician la salud humana y el medio ambiente, podría aumentar el cultivo de frutas y verduras hasta en un 20% y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura en un 2%.

Cambiar los subsidios a la agricultura no es fácil. Muchos agricultores dependen de ellos para mantener su sustento, y muchos considerarían increíblemente arriesgado hacer cambios importantes en lo que cultivan. Pero con el aumento del cambio climático y la inestabilidad geopolítica, el cambio se vuelve cada vez más necesario. Y si las personas quieren evitar problemas de salud crónicos como la diabetes y las enfermedades cardíacas, necesitan la ayuda del sistema alimentario para adoptar dietas más nutritivas. La interrupción global causada por la guerra en Ucrania debería incitar a los gobiernos a reconsiderar sus esfuerzos para influir en los cultivos de los agricultores y promover un suministro de alimentos más diverso.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Miriam Salazar